[Semana 34] Festa del Gat

Vida Universitaria
Semana 34
Festa del Gat

Disclaimer: Si algunos de los personajes de esta serie totalmente de fantasía encuentras que se parece a ti o a alguno de tus amigos en el nombre o en las cosas que ha hecho, guarda el número de tu abogado que todo parecido con la realidad es pura coincidencia. Te lo prometo. En serio. Confía en mí.






La cosa funciona así. Hoy tengo fotos, bastante fotos, que van a contar el grueso de la historia en mi nombre.

La primera serie de fotografías corresponden a un jueves, en el que fui a la Vila a visitar gente en la señalada data de "La festa del Gat", que es algo así como la fiesta mayor de la Vila, dedicada a los gatos; amos y señores indiscutibles del campus universitario.

La tarde empezó inocentemente, unos frisbies, saludando gente, concierto, bailes y demás. Mi intención era volver antes de cenar, intención que se vio frustrada dado el nivel de la gente que me iba encontrando. Mi determinación cambió de volver antes de cenar a volver antes del último ferrocarril, que rápidamente cambió a quedarme en la Vila en alguna cama a medias o en algún sofá caritativo pero sin salir de fiesta. Un nuevo giro de los acontecimientos inesperado me llevó a mí, junto a Miquel y Joan, que tampoco iban a salir, a Mundo Caníbal hasta las cinco de la mañana. A esta hora volví a Barcelona y en el camino de vuelta me crucé con Sol, quien iba al aeropuerto por la mañana y con quien decidimos desayunar. Rápidamente entabló conversación con todo el que su puso en su camino como es habitual en ella y almorzamos divinamente con unos alemanes recién salidos del after majísimos.

Como yo solo iba a dar una vuelta por la Vila, me llevé la cámara de fotos, que conservé toda la noche sin daños perceptibles y gracias a la cual hice un montón de fotos, primero a conocidos, luego a todo el mundo que creyera que yo era el fotógrafo oficial de la discoteca. También gravé videos, incluyendo una etílica representación de una escena de Black Books, la serie que recomendé hace unos días.


























La segunda serie de fotografías corresponden a la misma noche, pero esta vez centrada alrededor de la figura y evolución de Joan Montana, ampliamente conocido por sus famosas colaboraciones.

- NADA

- ¡Resulta que puede no gustarte Pink Floyd!

- Canciones para un día de lluvia

Esta serie de imágenes muestra un Joan muy cercano, en su mejor papel, él mismo. Algunos dicen que es su mejor trabajo hasta la fecha, pero quizás solo son habladurías.















Cuando desperté en mi piso, alrededor de las seis de la tarde, abrí el móvil para preguntar a Cristian cuando iba a venir, a lo que me contestó con un sonoro pitido del portero automático.

Habíamos quedado con Pep para tomar las tres trufas mejicanas recién llegadas de las tierras bajas. Se nos unió también al último momento mi fiel compañero de piso, y nos embarcamos en un viaje que pudo durar entre una y cincuenta horas, sin ninguna diferencia entre una cantidad de tiempo y otra.

No voy a contar como fue así sin más, pues sería una terrible simplificación que no estoy dispuesto a perpetrar, para más adelante queda pendiente esta explicación, hasta incluso para otro idioma.

El sábado, salimos de fiesta por Marina, (yo a dar una vuelta) sin demasiado éxito, pero encontrando sin aparente explicación a David Román dentro de Lobo. Fue una noche más o menos tranquila, y cuando digo más o menos tranquila significa que fue un caos absoluto. 

Durante la siguiente semana estuvimos en mi piso Cristian David y yo, intentando sobrevivir, pasándonos juegos de la Gamecube como el Pokémon Colosseum sin ninguna memory card. Cocinando manjares increíbles, dando vueltas de medionoche, mirando muchas pelis de Star Wars y escuchando mucho Bob Dylan. Cristian yendo a tocar al metro para conseguir tabaco y un billete de vuelta a Sant Feliu, y David durmiendo en el sofá para desespero de mis compañeros de piso habituales y mi gratificación.

Realmente, hay mucho más que contar, pero os tendréis que quedar con eso, con eso y la tercera serie de fotografías.








El jueves, una exacta semana después de La Festa del Gat, muchas cosas habían cambiado. Me esperaba mi camping anual, mi oasis particular; esta vez con una sensación diferente, estaba en un estado, como antes del viaje, del que no quería partir ni explorar, solamente potenciar, y tenía miedo de que el camping actuara como el gran deformador, como la parta abrasiva del verano.

Mañana, mas.

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