[Vida Sedentaria] Capítulo III




Mi estomago ruge y solloza, mi cama me abraza y acoge incondicionalmente, el mar me llama y los cogollos de mi armario a veces toman control de mi cuerpo para que los haga trizas, los mezcle con tabaco, los enrolle y me los fume.

Mientras trato de ignorar a mi mente, no logro escuchar a mi espíritu; y mis emociones invaden y moldean mi realidad. Emito una energía tan poderosa que es capaz de invadir y contaminar todo lo que me rodea, tiñéndolo del mismo azul que trae estos días el cielo.

Me sorprende y fascina todo lo que puede llegar a pasar mientras dormimos, he logrado ser consciente en cierta manera y explorar algunos senderos dentro de mi estado onírico, y tengo la certeza de algunas cosas, sé que he ido a lugares y que he estado con almas. Otras veces no recuerdo nada pero todo en mí ha cambiado, puedo pasar del infierno al bienestar o viceversa de la noche a la mañana sin saber porqué, todo en mí puede cambiar.




Oh madre, puedo sentir
La tierra cayendo sobre mi cabeza.



Cuando me despierto estoy mal, durante horas mi mente está nublada y me cuesta acceder a cualquier pensamiento voluntario; si no me coloco sigo así, durante días; si me coloco me relajo, mi mente se despeja, mi voz suena natural y puedo sonreír, pero al cabo de una hora empezará a dolerme el cuello y la espalda, se me formará un bloqueo en la garganta que me impedirá controlar mi voz, y mi mente se tornará imparable y cruel; entonces podré afrontar ese bajón que quizás me joda el día; o puedo colocarme más.

Mierda, mierda, mierda. Joder.

Mierda.

Shit.



El estado en el que me encontraba me llevaba a escuchar la música de John Frusciante, y escuchar la música de John Frusciante me hacia adentrarme más en ese estado. Curtains, Shadows Collide with People o the Will to Death; he estado meses en la mima frecuencia en la que están estos discos, y en la que está la música de Tim y Jeff Buckley y Nick Drake.

Es casi como nombrar lo innombrable, algo que mi cerebro ya ha puesto en el más seguro baúl de los recuerdos protegido con varias cerraduras; pero aún me recupero, es muy cercano y olvidarme de lo que fue no parece ayudar; pero no me toca a mi decidir.

Se trata de mi propio Voldemort personal.

La fragilidad de un corazón roto facilita la entrada a este de las tinieblas; y cuando uno deja de huir y se adentra completamente en este estado, harto de ser perseguido con la esperanza de encontrar la manera, o confiando en que una vez experimentado desaparezca; tan solo queda una pregunta; ¿Cuánto más?

No es tan sencillo, y a la vez es aún más simple; pero de otro modo.



Me encontraba dibujando; el lápiz me llevaba muy seguro de sí mismo hacia unas curvas por aquí y unas formas geométricas por allá. A medio dibujo entendí que era un autorretrato, y vi que mi aspecto se había alejado de mi imagen mental de mi mismo; en la mañana del día siguiente corté mi pelo al despertarme, dándole la forma que me pedía, medio dormido aún, dejaba mi mano bailar relajada con las tijeras, corte tras corte.


Cala Vigatá, unas olas terribles, llegando incluso al principio de la cala, nunca antes vi este lugar tan especial así. Cielo nublado, azul de noviembre y un poderoso viento corriendo, pasando veloz por allí, huyendo desesperado sin importar los destrozos que pueda causar alrededor.

De pié sobre la roca más grande y alejada de la orilla con mi pelo sobre mis manos abiertas boca arriba; pidiéndole a mi madre mar que me permita entregarle estos desperdicios míos, que se lleve lo que ya no necesito y de lo que me quiero desprender. Gracias.


Hoy me he despertado vigoroso, con una sonrisa y energía para levantarme, una fortaleza que hacía un año que no sentía; ha sido maravilloso. Me he visto totalmente fuera del círculo dónde anestesio mi dolor mientras permito que este crezca y crezca; y de repente vuelvo a ser fumador de cigarros, que cosas. Puede que mañana acabe.

Lucho para mantener al mínimo mi consumo de cannabis y revertir la construcción del muro que me impide sentir esta tan fuerte emoción; estoy perdiendo el miedo y quiero sentirla, es la emoción más grande que jamás he vivido. Puede dominar todo mi ser, me asusta pero tratar de anularla solo le da más poder sobre mí y me mantiene en la cara oscura de esta; tan solo de la aceptación puede surgir mi salvación.

A veces un viaje de LSD puede darte la oportunidad de volver a empezar, de retroceder en caminos que no debiste tomar y de desprenderte de basura innecesaria que llevas arrastrando. Lo que hagas a partir de aquí ya es cosa de tu yo habitual, no podrás mantener la lucidez y percepción descomunal de ese estado, pero si consigues traerte algo aquí contigo habrá valido la pena, de verdad.


No va a ser sencillo pero no quiero perder esta ocasión de vivir, la cosa puede ponerse fea pero he aprendido mucho sobre las trampas que me prepara mi mente, y si no ha sido suficiente y esto supone volver a caer víctima de mi demonio particular, no podría importarme menos, pues prefiero mis inestables altibajos, más bajos que altos que la vida plana a la que ahora me entrego. Es hora de la sublevación contra el hábito y la mediocridad, del alzamiento de mi ser ante los impostores disfrazados en mi cabeza; y no pretendo que esa sea mi meta, pues por fin entendí que nunca se llega a ningún lugar definitivo e idílico, solo hay camino. En el modelo prediseñado de realidad que nos instala el sistema educativo, hay metas instauradas que creemos una vez alcanzadas, hallaremos algo, que aunque no sepamos ni por asomo de que se trata, anhelamos; y una vez nuestros dedos se encuentran en el roce de la dulzura y satisfacción de tal logro, sucede; el manto se desvanece y lo que hayamos no se parece en nada a lo prometido, estamos en el mismo sitio que antes, entonces nos instalan un nuevo objetivo. Obtenemos largas.

Casi sin darme cuenta he salido de este juego, igual que con los demás; ya me he demostrado que puedo estar fuera de todo eso; ahora veo que no es lo que me satisface, tengo que encontrar mi propia manera de jugar, de eso se trata. Mi poder para ver obstáculos en ayudas me ha parado durante suficiente tiempo, ahora veo que toda ayuda puede ser un obstáculo, y que hay cosas que están por encima de mi comprensión y control. 

No tomar la ayuda no me librará de su obstáculo.

Esta actitud convierte las virtudes en defectos.

Hay cosas de las que no se puede hablar.


Existen canciones de sanación, tengo que tratar de hallarlas y permitir que pasen a través de mí. Durante mi último viaje encontré una, ya la conocía pero descubrí el efecto que tiene sobre mí, a la noche siguiente encontré otra. Es magia, es medicina; ahora entiendo mejor mi papel aquí y siento con mas claridad mi fuerza interna para llevarlo a cabo pero por el amor de Dios, el abismo sigue bajo la mitad exterior de mi pié izquierdo; me concentro en mantener el equilibrio pero las distracciones me hacen mirar hacia abajo, temblar y desestabilizarme.




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