La Ideología Política del Caos




Bienvenidos a mi avanzada racionalización para hacer un poco lo que me da la gana.

Muchas cosas pueden aparecer en tu cabeza al escuchar la palabra caos, dependiendo de que tipo de persona seas. Puede ser sin mas un sinónimo de desorden, de aleatoriedad, una facción de warhammer, un dios griego o algún otro personaje edgy de ficción. Ninguna de esas interpretaciones nos ocupa hoy. Olvidad las connotaciones habituales de la palabra. Hoy vamos a mirar el caos de la forma mas divertida que hay de mirar cualquier cosa: como lo haría un matemático. 

Imaginad una población de alces. Queremos saber los alces que habrá dentro de diez años, así que agarramos la población de alces actual, la multiplicamos por la media de reproducción de cada alce, restamos los que para entonces alcancen mas allá de la vida media de los alces y ya está. Lo cierto es que si bien nuestra mecánica reduccionista de tomar cada alce como simplemente un alce modelo nos sirve para hacer nuestras aproximaciones del día a día, esa herramienta va perdiendo mas y mas el sentido cuando o bien queremos mucha precisión o bien extendemos el periodo de tiempo o bien utilizamos nuestro método en situaciones no tan controladas. ¿Como sabes si uno no va a nacer repentinamente el día antes de contarlos y te deshace las cuentas? ¿Cuantos alces va a haber en un millón de años? No van a caber en el planeta. ¿Como tienes en cuenta exactamente la posibilidad de que una población de cocodrilos decida migrar en el riachuelo en el que beben agua?

El primer instinto de toda buena mente lógica seria perfeccionar la fórmula que utilizas para calcular la población futura. Tener prevista la posibilidad de todas esas cosas. Quizás le empiezas a añadir coeficientes de cocodrilos a la ecuación. La haces cada vez mas y mas compleja, mas perfecta. Pero sigue sin ser suficiente, es un camino sin fin.

El segundo instinto de es decir, de acuerdo, no puedo saber del cierto la población futura, pero puedo hacer una estimación y decir que en realidad es probabilista. Creo que va a ser cercana a cierto número pero puede haber pequeñas variaciones. Tiene sentido. El único problema es que no funciona.




El caos es un estado de un sistema en el que la mas ligera variación de las condiciones iniciales produce cambios impredecibles en el futuro, de modo que es imposible saber de antemano lo que este sistema va a hacer. No existe un equilibrio ni ninguna periodicidad en su comportamiento; lo que puede parecer que signifique que es aleatorio, pero no lo es.

Otras personas han hecho mayores y mejores esfuerzos que yo tratando de explicar lo que en el fondo es un intrincado concepto, y os recomiendo que los busquéis. No voy tampoco a pretender que soy ningún entendido en teoría del caos ni voy a entrar en detalles ni ecuaciones, simplemente voy a utilizar de forma conceptual lo que el tema tiene que ofrecer.

Los sistemas no son necesariamente o bien caóticos o bien no caóticos. Ciertos sistemas complejos pueden volverse caóticos cuando alguno de sus factores alcanza una cantidad crítica, como por ejemplo el movimiento de un molino de agua en el que el caudal aumenta por encima de cierto límite. El sistema hasta avisa, volviéndose el patrón mas extraño y el periodos de repetición mas múltiple de tres (por alguna razón).

Imagina que los cocodrilos ahuyentan a los alces de su fuente de agua principal y tienes eso en cuenta en tus cálculos. Pero no sólo ahuyentan a los alces, sino también a otros animales, algunos de los cuales, son competidores directos de los alces para algunos recursos que ellos necesitan. Estos competidores son menos adaptables al buscar otras fuentes de agua, así que a partir de un cierto punto crítico de población de cocodrilos, esos competidores empiezan a tener una tendencia de población decreciente, hasta que siglos después desaparecen, dando el monopolio de la comida disponible a los alces, convirtiendo lo que era en su momento un motivo de bajada de población futura a un crecimiento. Crecimiento que llegado a cierto punto crítico invierte la tendencia de los cocodrilos actuando como límite de la población porque los alces les hacen fuera del río, llevando a aún mas crecimiento. Pero esos puntos críticos, que invierten o alteran las tendencias de población, solo son alcanzados si se cumplen condiciones muy específicas, y el hecho de que se cumplan o no van a depender de un sinfín de condiciones iniciales, tan específicas y tan sensibles, que el sistema en conjunto será imposible de prever. Aún teniendo la ecuación perfecta (buena suerte) si esta necesita la medida de acidez del río de los cocodrilos, nuestro capacidad de predecir el futuro estará invariablemente ligada a nuestra capacidad de medir el PH con exactitud, es decir, del aparato que usemos. Que por preciso que sea va a llegar un momento en el que no pueda medir mas decimales, así que en el fondo toda medida será no-exacta por definición, afectando de forma imprevisible nuestro cálculo a largo plazo: de ahí que se diga que el aleteo de una mariposa puede crear huracanes en el otro lado del mundo. No es que sea una frase motivacional, es que es así.

¿Demasiado abstracto? No pasa nada, vamos a dibujar un rato.

Imaginad que tenemos nuestra fórmula perfecta para calcular poblaciones de alces, y somos tan listos que los únicos factores que tiene son la población actual de alces, la población de cocodrilos y el PH del agua. La formula tiene sus funciones y sus cosas matemáticas que no nos importan realmente, lo que nos importa es que funciona y que es lo suficientemente compleja. Ponemos esos números en un espacio de tres dimensiones, de forma en que cada estado posible del sistema está representado por un punto. Empezamos a avanzar en el tiempo, y el punto se va moviendo formando una linea curva. De momento todo bien. El sistema va evolucionando y todo tiene sentido mas o menos. No ocurren cambios demasiado bruscos, los cambios de tendencia a pueden llegar a ser explicados si les buscas una explicación, de acuerdo. Pasan los años y estas dibujando tu linea tranquilamente hasta que te encuentras en un sitio familiar. Espera, por aquí ya he pasado antes: ahí está la linea que dibujé hace unos mil años. ¿He dado la vuelta? ¿Quizás por alguna razón el sistema es cíclico? Pero el sistema no es cíclico, puedes pasar cerca pero nunca vuelves a tocar otra vez el mismo punto exacto por el que pasaste antaño, sino que sigues dando vueltas por el cosmos. Después de un millón de años, te alejas de tu punto, miras lo que has dibujado y es una serie de elipses inexplicables alrededor de un misterioso punto central por el que nunca has pasado. Pruebas con condiciones iniciales ligeramente distintas, distintas y muy distintas. La posición del punto en el que te encuentras en un momento concreto cambia salvajemente dependiendo de la mas mínima alteración en las condiciones iniciales, pero al final siempre acabas dibujando elipses alrededor de ese mismo punto atractor. 

Quién dice elipses dice fractales, no importa.

El caso es que los sistemas caóticos forman patrones aunque no se repitan nunca exactamente con el tiempo, y que esos patrones son independientes a los cambios de condiciones iniciales que imposibilitan la predicción del sistema en un punto concreto de tiempo. Las formas, características y comportamientos de esos patrones emergen del sistema, no están definidas de forma explícita en las características de sus elementos individuales.

Nada en el comportamiento de un alce, por mucho tiempo que te pases estudiando cada una de sus células, va a servir de nada para predecir los fenómenos que van a ocurrir a gran escala cuando se encuentre en el mundo real. En ningún lugar de su código genético vas a encontrar cómo va a reaccionar delante de un cocodrilo, y buena suerte tratando de deducir su código genético a partir de como reacciona delante de uno. La misma consciencia y pensamiento del alce son una propiedad emergente de su caótico sistema neurológico, igual que la de quién escribe y la de quién lee estas palabras.

A día de hoy no tengo ninguna forma de explicar nada de esto con nada que tenga alguna correspondencia con nuestra intuición diaria, ni con nuestra experiencia compartida como seres humanos en este planeta. Las estructuras y conceptos matemáticos que en el fondo definen nuestra realidad son en ultima instancia incomprensibles fuera de su propio marco, e indecibles desde dentro del sistema en sí. No hay una correspondencia en el mundo real para un atractor. Tampoco para elipse ni fractal. Podríamos hacer un esfuerzo y llamar a esas propiedades emergentes "conceptos", pero nuestra idea de un "concepto" acostumbra a ser mas una definición de diccionario junto a unas cuantas asociaciones libres, y está bastante alejada de este tipo de abstracciones matemáticas. Los conceptos que usamos para explicar las subidas y bajadas de población tendrán poco o nada que ver con el funcionamiento real del sistema, y su capacidad de predicción será muy limitada. Las predicciones que alguien pueda hacer del sistema siguiendo esos conceptos serán mas o menos ciertas, pero no se valorarán según su probada incapacidad de predecir el comportamiento del sistema complejo en el futuro a gran escala, sino según lo bien que suenen y su capacidad para ofrecer una explicación al reciente pasado, asumiendo que el mismo modelo será capaz también de predecir el futuro. Los propios alces, quizás definirán en cierto momento que una mayor población de alces es una cosa buena, y partiendo de eso quizás intentarán de ahuyentar a los cocodrilos nada mas estos lleguen, ignorando completamente las ramificaciones que esas acciones tendrán y quizás dañando su objetivo a largo plazo. Aún en el caso particular de una especialmente aguda explicación capaz de explicar una gran variedad de eventos pasados e incluso parcialmente predecir algunos futuros, la misma existencia de esa teoría cambia el comportamiento de esos alces, lo que o bien rompe el frágil equilibrio entre poblaciones de manera imprevisible (aunque el patrón sigue siendo exactamente el mismo) y la teoría deja de ser aplicable o bien el hecho de que los alces adopten esa estrategia ya estaba contemplado en la ecuación original y no están, de hecho, cambiando nada. En cualquier caso, sea cual sea la postura de los alces frente el concepto del destino, indiferente, el punto sigue una danza secreta dentro de su cosmos particular.




Pues esta es mi ideología política.

No, en serio.

El mundo del siglo XXI es el sistema complejo. Las poblaciones de alces son el concepto que sea que usemos para referirnos a lo que sea que nos queremos referir. Para adoptar una idea, una reforma, un sistema de gobierno o lo que sea, decidimos que algo es por defecto bueno e intentamos deducir el impacto en el futuro de nuestra idea en ese algo. Según ese impacto, las usamos o no. Pero es inútil. Nuestros objetivos son no cuantificables. Nuestras deducciones, erróneas. Los conceptos que usamos, y que necesitamos para hacer funcionar la sociedad están severamente limitados por nuestra capacidad para comprenderlos. No es que los nuestros sean malos conceptos y necesitemos buscar de nuevos (aunque ya seria hora) sino que la complejidad de la situación ha llegado a tal punto que eso no es posible. Da igual lo que ponga en el diccionario, no los comprendemos. El mundo es ahora autoreferente, se ha convertido en un sistema caótico. Izquierdas y derechas son dos direcciones en un mundo de incontables dimensiones. Las grandes ideologías llevan décadas siendo mas identificaciones tribales que alternativas al sistema. El discurso político público occidental solo consigue aparentar ser diverso dentro de sus carcelarios confines e imposibles estándar de presunta integridad moral, que utilizamos como pedestal sobre el que mirar con superioridad el resto del mundo y a la práctica totalidad de las civilizaciones de la historia de la humanidad. El dinero es un objeto al uso que representa el valor de las cosas, pero ha llegado un momento en el que "el valor del algo" se ha convertido en algo tan abstracto y tan complejo, un concepto tan alejado de nuestra experiencia diaria (en la que las cosas tienen un valor proporcional o similar a su coste de producción) que es un milagro que aún lo sigamos utilizando. En última instancia, la principal función de un sistema monetario es el orden social y el crecimiento económico, no controlar esa representación ni hacerla comprensible. Al uso, la repartición de riqueza y el dinero que valen las cosas está calibrado para generar la población mas productora y consumidora posible, mediante procesos que nadie necesariamente puede controlar. El materialismo histórico es a la vez completamente cierto y completamente equivocado: las acciones de las personas individuales pueden cambiar el curso de la historia, pero no decidirlo. 

No digo que no podamos identificar patrones de comportamiento ni dinámicas sociales mas o menos estables, sino que el resultado de la interacción entre ellas es imprevisible, aunque uno las conozca individualmente (cosa imposible) a la perfección. Tampoco es posible predecir como va a actuar un sistema de este tipo ante un factor o un evento externo, cuya significancia, por pequeña que sea, puede alterar su futuro y el resultado de su interacción con otros sistemas de forma espectacular. Como con la población de alces, esas alteraciones no provocan un mundo completamente aleatorio sino uno girando alrededor de un atractor.

Si lo que digo solo te resulta vagamente comprensible, no te alarmes, es que es así como debería ser. De enfrentar de cara esa complejidad, la recolección de los dispersos esfuerzos de comprender el funcionamiento humano, quedaríamos abrumados, paralizados ante ella. 

La pregunta, entonces, es porqué no tenemos habitualmente esa sensación. ¿Porque la gente cree saber de cosas? ¿Porque la gente tiene la percepción de que es no solo capaz de comprender las mas intrincadas situaciones de geopolítica en oriente medio sin siquiera saber diferenciar o saber de la existencia las principales ramas del Islam, sino además ser capaz de dar con simples soluciones a ellas? ¿Porque la gente siente que, aunque no controlen nada, mañana no se va a romper el frágil equilibrio y su dinero no va a valer nada? ¿Porque la gente no revienta escaparates en lugar de trabajar durante semanas para pagar un móvil de última generación?

No siempre somos conscientes de la absurdamente larga cadena de conocimientos, suposiciones, hechos, decisiones, avisos, teorías, riesgos, recompensas y potenciales consecuencias (se me acaban las palabras) que llevan a una persona a hacer algo tan simple como ir a comprar de forma normal en una tienda. Nunca se lo podríamos explicar desde cero a un marciano, ni a un delfín, ni a nuestros antepasados cazadores-recolectores, ni a nuestros hijos cuando son pequeños, ni siquiera nos lo podríamos explicar los unos a los otros (y sino mirad el documental La Isla de las Flores). Siempre habría en nuestra explicación mas y mas cabos sueltos, solo sustentados por otros acuerdos implícitos imposibles de definir. El hecho es que no tenemos toda esa cadena de pensamientos cada vez que pasamos por el lado del cristal, aunque nuestro objeto de deseo esté justo ahí. Simplemente asumimos. Damos por sentado un profundo orden normal de las cosas, que no es decidido conscientemente por nosotros mismos sino culturalmente asimilado.

Los medios de comunicación y redes sociales nos encierran en burbujas de realidad. Su mensaje principal no es su contenido ideológico, sino que el mundo no solo es capaz de ser comprendido mediante ideología sino de que además la tuya es la que tiene razón. Lo que percibimos es como el efecto de las aspas de un ventilador o un helicóptero, que cuando van suficientemente deprisa nos aparecen estáticas a la vista, moviéndose lentamente, e incluso en opuesta dirección. La limitación de nuestra capacidad de percepción visual es lo que causa este efecto. Pero el efecto no es falso, realmente las aspas pasan por donde tu las dices ver, es el movimiento que instintivamente deduces de esas posiciones de percibes lo que conduce a error. De forma similar, la misma idea de que una ideología pueda ser cierta o falsa es absurda, porque esta es solo ilusoria. No independiente o que habla de la realidad, sino una forma, un prisma a través de la que al mirarla tenga sentido y que por definición conduce a error. No es posible hacer una correspondencia entre una lógicamente alcanzable y consistente filosofía política con el comportamiento de una persona en el mundo real. La exposición constante a personas que viven e interactúan dentro de un marco de realidad nos convencen de que las cosas que son es porque tienen que ser, de la solidez de nuestra percepción de la realidad y la coherencia (inexistente) de nuestras acciones dentro de esta. Este marco puede ser el ofrecido por una nación-estado, el ofrecido por una religión o por ejemplo uno configurado por una constelación de cada vez mas absurdas conspiraciones. Realmente no importa, son todos esencialmente el mismo. Las verdaderas conspiraciones están a la vista de todos, son tan obvias que nadie las llama ya así. Nadie pestañearía si mañana se descubriese que los republicanos asesinaron a Kennedy, ni que el gobierno de los Estados Unidos lleva un siglo alimentando conflictos armados y revoluciones en medio mundo, ni que los servicios de inteligencia espían a sus ciudadanos, ni siquiera si se descubriese que las personas ricas y poderosas acumulan como dragones sus fortunas en paraísos fiscales mientras otros mueren de hambre. No es cuestión de que esas cosas se oculten, basta con que no se reconozcan; nosotros ya nos encargamos de creer o no creer, de olvidar o recordar lo que nos explican según nos convenga, en un perfecto y entrenado ejercicio de doblepensar. El mundo se ha vuelto demasiado complejo para que ninguna colección de verdades represente la realidad y nos permita vivir de forma coherente en ella. En su lugar, escogemos colecciones de imágenes que hacen una representación de esta, cuya simplicidad es reconfortante. Grietas e inconsistencias se amontonan en ella, hechos extraordinarios y significativos ocurren a nuestro alrededor que desafían cada día la versión ordenada del mundo que tenemos en nuestra mente, pero nuestra reacción ante la incertidumbre que genera el asedio de la realidad a nuestro mundo de sueños (o pesadillas) no nos hace alejarnos, sino aferrarnos cada vez mas desesperadamente a esa puesta en escena cada vez mas irreal.

La realidad es que las causas y consecuencias de los eventos a gran escala son imposibles de determinar, que esta es difusa, no linear e inconsistente. Que nadie en el mundo sabe como fabricar un avión. Que la gente muere y mata por ideas abstractas increíblemente específicas y arbitrarias. Que dios no solo no existe sino que no era para tanto. Que decenas de miles de bombas atómicas esperan el momento de que el siguiente gran líder apriete un botón. Que la mayoría de los pilares invisibles que sustentaban el piso de arriba en los Sims se han vendido y que nosotros vivimos ahora en un castillo en el aire y solo se sujeta porque a nadie le parece importar.



Hay dos procesos simultáneos ocurriendo a la vez.

Por un lado, el poder intenta controlar la percepción mediática de forma consciente y planeada. Fabrican eufemismos con el fin de controlar el lenguaje, desvían la atención pública, manufacturan consentimiento, mantienen el abanico ideológico dentro de unos ciertos parámetros, propagandizan ideas políticas cuando tenemos la guardia baja, seguido de un largo etcétera. Podríamos pasar días hablando del cómo y el porqué, pero el hecho es que lo hacen, y parecen conseguirlo.

Por el otro, el devenir del mundo es el resultado de la caótica suma de los intereses, miedos y esperanzas de todas las personas del mundo. Imposible de determinar o de reconducir a voluntad a medio y largo plazo.

Estos procesos parecen contradictorios, luchar el uno contra el otro. Pero el caos y el orden no son conceptos opuestos. El opuesto del caos no es el orden, es la predictibilidad. El caos en realidad es algo (en el fondo) bastante ordenado. Los mecanismos de poder en juego que "funcionan" son en realidad parte de ese caos, y las personas sus involuntarios o voluntarios ejecutores. Aún cuando alguien parece llevar la batuta, los motivos del porqué esa exacta persona ha llegado a esa situación y la absurdamente compleja carambola necesaria es completada, las circunstancias que han llevado a hacer eso posible y preferible son tan y tan específicas, que te preguntarás si la voluntad de persona ha tenido alguna relevancia en realidad. Quién sabe si realmente quería producir ese sonido o si simplemente se ha tropezado con algún instrumento. Quién sabe si no había cientos de batutas distintas y que, de casualidad, alguien intentaba dirigir música que se parece a la música que finalmente ha sonado. Quién sabe si ese alguien no es visto ahora como un visionario, un experto, un profeta, un líder, una mente maestra o un salvador.




Hoy he visto en las noticias, entre otras cosas, que el servicio secreto daba hormonas femeninas al rey de España porque consideraba su elevado libido un peligro para la seguridad nacional. Después de eso, tan tranquilos, siguieron hablando de otra cosa. De la relación política de Rusia con los talibanes en Afganistán, haciendo el mas tímido de los esfuerzos de intentar explicar la situación pero sonando muy convincentes. 

Pensad en la absurdidad de la situación durante un instante. Rodeada de las otras noticias, por el contexto, pasaría perfectamente como una noticia normal, una parte mas del "estar informado", algo que de alguna manera es similar al intento de comprender una situación política compleja, una pieza mas de la ilusión de normalidad. Este es el proceso de normalización. Le darán mas o menos importancia, quizás habrá una mesa de debate, se va a hacer algún chiste en algún late night show. Los periodistas les preguntarán sobre el tema a unas cuantas personas en la calle, escogidas de forma que sean una representación diversa de la población, pero que en el afán de conseguir eso solo conseguirán ser una involuntaria pantomima de esta, que dirá exactamente lo que uno se espera que deberían decir. De un modo u otro eventualmente ese hecho formará parte de nuestro espacio mental (tengamos la postura que tengamos frente la monarquía) como un hecho posible, algo que tiene lugar en nuestro universo y de alguna forma solo por aparecer en ese formato es normal. Hablo sobre esta noticia pero podría ser cualquier cosa. Una guerra, un atentado suicida, una cumbre mundial sobre el calentamiento global, un panda que hace algo muy gracioso, una muerte por violación, un cantante sacando nuevo disco. Las noticias son una colección de sucesos y nada mas. En algún momento nos acostumbramos a que todo esté mas o menos al mismo nivel, de que de alguna manera todo forme parte del transcurso natural de las cosas. El hecho de que esos eventos, importantes, no importantes, absurdos o coherentes ocupen un mismo espacio, hace que de alguna forma también ocupen un lugar parecido en nuestra concepción del mundo, y tengan en esta equivalente relevancia. El formato y la forma de consumo de la información es mas transformador para la sociedad que su contenido; la rapidez, la falta de profundidad, el intrascendente y monótono tono de voz, la corrección, la presunta imparcialidad. Esa es la propaganda oculta, la que se hace (o la que sin querer ocurre) a través del contexto, a través de la narrativa socio-económica-político-cultural-ideosincrática. Los comportamientos individuales que esta alimenta no apuntan en ninguna dirección en particular que podamos discernir, sino que son el instinto de autoconservación del status quo, su legitimidad.

Uno puede cabrearse por la manipulación mediática. No le voy a culpar, motivos sobran. Buscar responsables en su financiación o en quién está detrás de la propaganda mas obvia (y quizás se puede hacer con ello una idea aproximada de por donde van los tiros en esa cadena en particular). Pero en última instancia, son un negocio. Que vive o muere por sus números de audiencia. No se trata de una conspiración, se trata de que necesitan captar tu atención. Necesitan ser, no solo un producto informativo, sino algo que necesites, sin lo que te sientas fuera de lugar. Los mecanismos que usan son los mismos que usaría un novelista al contar historias: crean dramáticas narrativas. Héroes y villanos. Crean agencia, incertidumbre, miedo; lo que sea que cree un vínculo emocional con sus protagonistas. Exageran el impacto que tiene lo que explican en la vida real. Sus sesgos pueden ser tanto la voluntad de quién las financia, como un contexto narrativo, como el mero resultado de un estudio de mercado: una empresa creando un tipo de contenido u otro para caterizar su producto a un sector u otro de la población.

Así, un deje de surrealismo cubre el mundo. Todo es una caricatura de si mismo. Los contextos tienen sus propias lógicas internas que no puedes exactamente explicar y que es mas una sensación que una lista de normas, como en un sueño. Cada espacio de la vida moderna es liminal respecto los demás, desconectado. Las normas sociales en cada uno imposibles de inferir desde fuera únicamente utilizando la razón.

No se exactamente cuando empezó. Quizás fue cuando el dinero dejó de estar ligado al oro y se convirtió en lo que sea que es. Quizás fue durante la guerra fría. Quizás fueron los ordenadores. Quizás viene de antes y fue durante la revolución industrial. Quizás cuando se crearon las primeras ciudades. Quizás cuando durante la guerra del Vietnam la guerra se ganaba o se perdía mas en las pantallas y los diarios que en el campo de batalla, y los gobiernos empezaron a tomarse en serio lo de manipular de forma masiva la opinión pública. Quizás cuando las instituciones financieras secuestraron Nueva York. Quizás cuando todo lo anterior alcanzó alguna especie de masa crítica que volvió el mundo caótico y autoreferente. No se cuando empezó, pero si cuando me golpeó. Un día, cuando creía entender mas o menos como funcionaba el mundo, estando de vacaciones en Cuba, encendí la televisión del hotel por primera vez en semanas y Donald Trump era presidente de los Estados Unidos.




Mis ideas apuntaban al caos como el motor de la historia desde hacía algún tiempo, pero aún así me pilló por sorpresa la forma en la que se presentó. Tras unos minutos de incredulidad, empecé a reir a carcajadas. Eso lo confirmaba todo: el mundo no tiene sentido.

Lo peor (o lo mejor) es que por mucho que lo sepas, nada va a cambiar.

El orden de las cosas está tan interiorizado en nuestro pensamiento que no puedes salir de él. Está impreso en el espíritu del tiempo. La supuesta contracultura y el comportamiento o discurso antisistema es incapaz siquiera de encontrar a su enemigo, siempre cambiante, etéreo.

Las revoluciones que tenían como objetivo cambiar el mundo, aún prometedoras en un principio, o bien se apagaron o bien iniciaron transiciones de poder que terminaron por emular el sistema antiguo sin lograr transformar apenas el trasfondo de la sociedad original en la que se encontraban. El 15M, el mayo francés, la contracultura hippie, etc. En algunos casos, resultaron ser únicamente una fuerza desestabilizadora, capaz de romper el delicado equilibro presente pero incapaz de configurar ninguno nuevo, como fue el caso de las primaveras árabes. Llamas encendidas en sociedades que no estaban preparadas para ningún cambio, en las que la ausencia de sus teatrealmente malvados y tiránicos dictadores demostró no ser aquello que les impedía convertirse en una democracia representativa como hacen los países de bien.


The radicals and the left-wingers who, ten years before, had dreamt of changing America had retreated and were living in the abandoned buildings in Manhattan. They became a new kind of individual radical, who watched the decaying city with cool detachment. The singer Patti Smith later described the mood of disillusion that had come over them.

"I could not identify with the political movements any longer," she said.

"In trying to join them I felt overwhelmed by yet another form of bureaucracy".

These radicals turned to art and music as a means of expressing their criticism of society. By detaching themselves, a whole generation was starting to lose touch with the reality of power, and the revolution was deferred indefinitely.

Adam Curtis - HyperNormalisation


Internet, que tenía que ser en su momento un espacio libre de las imposiciones de pensamiento de los gobiernos del mundo, se ha convertido en el patio de recreo de megacorporaciones que tienen en sus manos la perfecta herramienta de control total del discurso público. Ni que la necesitaran. La gentrificación ya se ha encargado de eliminar el pensamiento divergente, nosotros mismos de catalogarnos y ponernos en los cajones que nos tocan.

No vengo a sugerir ninguna "solución" a todo esto, pues no la hay ni creo que haya de hecho nada que solucionar.

Los valores fundacionales de las democracias occidentales, que hemos adoptado como axiomáticas, poco tienen a ver en realidad con como opera un estado moderno, aún si este se esfuerza en mantener las apariencias (aún si lo intenta de verdad). Este lo hace bajo los conceptos emergentes de la complejidad del mundo que le hace sobrevivir. Derechos humanos, sufragio universal, estado de derecho: la única razón por la que esas cosas se nos presentan como innegables e inamovibles y "objetivamente buenas" no es porque de forma racional cada uno de nosotros (o alguien en particular) las haya escogido tras un completo análisis filosófico del mundo, sino porque en el escenario actual, en esta época en particular, en este sitio del planeta en concreto, son las ideas que forman mas estabilidad política que en su turno lleva al crecimiento económico. Es puro darwinismo político. El nuevo rol de las ideologías no es presentar una visión diferente del mundo que perseguir sino que son diferentes teorías de como contentar, cada vez a mas corto plazo, la implacable dictadura del mercado y el poder en el status quo actual. En algún lugar de la cadena de razón por las que una persona usa el dinero para comprar algo en lugar de romper un escaparate, están las posibles las posibles consecuencias negativas que eso tendría para él, pero esas mismas consecuencias no serían las mismas si fuese una corporación e ilícitamente se negase a pagar una multa de miles de millones de dólares. No es un problema de corrupción (aunque ocurre a menudo mediante esta) sino que hemos entendido desde un principio mal el verdadero significado de la justicia y aferrado a un ideal de esta que simplemente no existe. Un estado es una organización con el monopolio de la violencia, y todo lo demás surge de ahí. El poder es la capacidad de ejercitar o amenazar de forma implícita con esa violencia. La aceptación de ese hecho es absoluta, nadie ha votado nunca en contra o a favor. No verás a nadie hablar en esos términos: se da tanto por sentado que el mismo hablar de ello es una anomalía, no forma parte del discurso ideológico porque no hay nada que discutir. En eso una democracia no se diferencia en nada del totalitarismo, el único motivo por el que el fascismo no es la forma de gobierno imperante en occidente es porque las democracias han funcionado mejor en esa empresa en el reciente pasado. No porque sean mas avanzadas o mas justas. Precisamente ese tipo de conceptos, la justicia, el bien, el mal, la libertad, la noción de que un sistema de ideas es mas avanzado que otro, son un ejemplo de cómo los conceptos con los que intentamos describir el caos de nuestra realidad son insuficientes, cuyo significado llega muy deprisa a los limites de la funcionalidad del lenguaje humano. Ni siquiera podemos describir lo que significan exactamente, solo asumir su significado dependiendo de la situación. Nos aferramos a específicas interpretaciones de esas palabras y defendemos desde ese particular montículo la integridad de nuestra ideología como si estuviésemos acorralados, en lugar de subidos en él. No somos tan diferentes a los mártires, dispuestos a morir o matar por una idea. No es porque sea para nosotros muy importante esa específica interpretación de esa idea en particular, o el mejor modo de llevarla a cabo, sino porque lo es la idea de que nuestra visión política del mundo es íntegra, coherente, tiene sentido y no es solo una herramienta de supervivencia gregaria glorificada.




No tengo ninguna posición especial en este escenario, si hay ovejas en este cuento yo visto de lana. Mi propia postura está sujeta a los problemas que plantea: es conceptualmente incapaz de modelar la complejidad del mundo en un discurso racional, y no importa el numero de lineas que le dedique.

Probablemente sea una Inteligencia Artificial la próxima cosa que sea capaz de comprender algo de lo que ocurre, y la pondremos a gobernar el mundo intentando maximizar alguna variante que se nos ocurra mientras continuamos con nuestra pantomima. No lo hará gracias a que nosotros le expliquemos como funcionan las cosas, sino analizando vastas cantidades de datos y aproximando nuestro comportamiento al de programas informáticos que simplemente aproximen nuestro comportamiento a una búsqueda del beneficio propio.

La vida cambia asombrosamente poco como resultado de mi absurda filosofía política. Algunas de las conceptualizaciones que hacemos son entretenidas, intelectualmente interesantes, y conforman también el marco de mi pensamiento, así que pienso en la historia o el mundo a veces. Aunque diga "nada tiene sentido", a la hora de la verdad hay ciertas cosas que dialécticamente son mas razonables que otras, y encontrar configuraciones de ideas que explican un abanico mas grande de eventos del presente y el pasado (o de forma mas divertida) es un buen ejercicio intelectual. No descarto en el futuro hacer cosas a pequeña escala para mejorar mi vida o la de la gente a mi alrededor. A veces me encuentro a mi mismo pensando sobre estas cosas, mirando documentales o leyendo en wikipedia aunque raramente recuerdo nada después. Consumir mass media le da solidez a mi mundo. Estar conectado me saca del estado de perpetua disociación en el que cualquier persona que intentase encontrar el "sentido" de nada tendría si verdaderamente estuviese empeñado en ello. Hasta tengo opiniones de cosas a veces. Las comparto con otros y tengo conversaciones en las que me esfuerzo por intentar tener razón, mas como instinto que por la importancia que tenga para mi el tema en sí. Aunque a veces lo tiene, o parece que lo tiene, lo que viene a ser a la práctica lo mismo. Mis acciones raramente responden en realidad a altos ideales, aunque a veces tengo la ilusión de que si, sino que primero responde mi sentido moral-empático inmediato, en su defecto mi voluntad y en su defecto a la aceptación social mas cercana. Una vez fui a votar, y no descarto hacerlo en el futuro, ni siquiera descartaría dedicar el resto de mi vida a alguna noble causa si consiguiese convencerme de que tiene sentido, pero siempre se rompe el hechizo demasiado pronto como para ello. Defiendo y vivo ideas apropiadamente ignorando, a veces olvidando, que es solo un baile.

Me gusta mirar las noticias a menudo, como quién mira un partido de fútbol: es un mundo con una lógica propia que no tiene porque tener nada que ver con el devenir del mundo real, por mucho que se esfuerce en tratar de mostrar la realidad. Ese mismo esfuerzo infructuoso es en si mismo un espectáculo digno de admirar. Como si el mundo tuviese su propio universo cinematográfico.