El Arte En Tiempos De Instagram





Este artículo no va únicamente de la influencia de instagram en el mundo del arte. Ni siquiera de la influencia de toda conocida red social, pues no va de una sola cosa. En este artículo voy a pintar un paisaje. No necesariamente va a ser una replica fotográfica de la imagen que lo ha inspirado, y quizás habrá quién no esté de acuerdo con mi interpretación de lo que quiere representar. Quizás algún trazo no es apropiado, o al hacer el flujo del río la curva del oleo no es de la misma exacta forma que la hubieses puesto tu. No pasa nada. Sobrevivirás.

El arte está en todas partes. Es un hecho. Cada vez mas numero de persones son capaces de y hacen arte de forma constante. Medios y conocimientos inaccesibles, o accesibles a solo unos pocos, están ahora al alcance de miles de millones de personas, que tienen cada vez mas tiempo libre (y mas que tendrán) para crear y consumir entretenimiento de lo mas variado.

Pero algo falla.

Uno esperaría casi un segundo renacimiento, el despertar de la fuerza, algo grande. Una cultura viva, entrelazada con la vida de las personas. Bares musicales llenos, personas leyendo a otras personas, nuevos estilos naciendo cada día. Cosas increíbles siendo creadas, no solo bajo la promesa de una eventual celebridad, ni aprobar un curso o de cara a la galería, sino para decir algo, para que sea parte de nosotros mismos. Artistas e intelectuales siendo reconocidos por ello. Personas involucradas en ese proceso, prestando atención a lo que es merecido y a lo que es debido. En parte es así, pero eso no es lo que veo. Igual soy yo el único que se siente alienado por la cultura popular y la reacción del público a esta, el único que ni siquiera puede abrir la televisión o las redes sin sentir vergüenza ajena a los cinco minutos ante semejante circo de actualidad política y social. Una cantidad insondable de contenido bajo el cartel de nuevo que me suena todo igual, no me dice nada y me hace bostezar. Quizás soy el único que no se siente identificado con prácticamente nada, pero yo lo que veo que tenemos es una cultura popular intoxicada, una masa de consumidores persiguiendo unos pocos ídolos prefabricados (o adorando los antiguos) y los demás luchando por las sobras o trabajando para ellos. Vivimos en un tiempo en el que todo el mundo esta hablando pero raramente nadie tiene nada que decir. ¿Qué está pasando? ¿Donde están las personas? ¿Donde están los artistas de verdad?

La explicación mas probable es que soy un nostálgico de épocas en las que ni siquiera he vivido y que por lo tanto desconozco (y eso las hace mas fáciles de amar). Que de concepciones de arte y artistas ha habido tantas como ha habido tiempos. Que los libros que leo de otras épocas me parecen mejores porque para estar en mis manos han tenido que pasar el filtro generacional, que en realidad estamos viendo un florecer de diferentes estilos de música y combinaciones de estos y esa es la explicación del porque las lineas entro los estilos parecen difuminarse mas y mas. Que a la cultura mainstream no le ocurre nada malo, que la globalización cultural tiene sus ventajas y que vivimos en el mejor mundo posible, o como mínimo en uno que tampoco esta tan mal. Que nuevos tiempos y nuevos medios generan también nuevas formas de arte, como ha pasado siempre y pasará siempre jamás. Porque creo que eso ocurre, todo sea dicho, pero no porque se hagan cosas mas diversas, sino porque todos los estilos se están acercando a un centro de gravedad, al centro de gravedad de la probada fórmula comercial y consumo rápido. 

Habrá quién diga que eso no es inherentemente malo, que la música y las formas de arte se están perfeccionando y sobreviven simplemente las formulas que funcionan, que serán no el final de la diversidad y la expresión sino un nuevo punto de partida sobre el que explicar otras cosas y construir mejores historias de la misma forma que nosotros también lo hacemos sobre hombros de gigantes y montones de calaveras.

Yo creo que se equivocan.

Se están banalizando.

Quizás alguien me acusará de que en todos los tiempos ha habido gente quejándose de las nuevas formas de hacer las cosas, que la música de su momento es la mejor y que la sociedad se va a la mierda con estos jóvenes. Pero lo cierto es que a veces es verdad. El conflicto generacional no siempre lo explica todo. ¿Alguien recuerda la edad oscura? ¿Retornos al fundamentalismo? ¿Los múltiples colapso de la civilización? Mas que nostálgico de tiempos pasados me encuentro alienado de tiempos presentes, encontrando prácticamente nada en la cultura popular con lo que me identifique en lo debería ser precisamente "mi generación". Si bien la revolución tecnológica nos ha facilitado el acceso y abierto oportunidades de llegar a un público, ha fallado en cambiar para bien las ideas de fondo y formas de comunicarnos que tenemos entre sí, de la misma forma que lo hizo con los cambios sociales y democráticos que prometía: si acaso las ha estrechado. Nuestros tiempos se encuentran en una vorágine de novedad continua (bajo demanda) pero dando vueltas a sí misma, estancada, sin ningún referente como para decir que se mueve en ninguna dirección. Debido a la velocidad de la comunicación y el crecimiento de la población, los ciclos habituales de creación destrucción y renacimiento que gobiernan el arte y la cultura de sociedades enteras se han salido de control y abandonado el relevo generacional; han dejado de tener sentido, de realmente significar nada. Las tendencias y movimientos se convierten en arquetipos detrás de los que esconderse, y los mundillos que se generan alrededor solo son comprensibles si te encuentras también en perpetua rotación. Porque su razón de ser no es comunicar nada, sino ser algo. Uno de los mejores ejemplos de ello es el mundo de la moda, girando sin control sobre si mismo, un laberinto de espejos, sombras y emperadores desnudos destinado a satisfacer las necesidades consumistas y de identidad de unas pocas y aburridas personas con pasta.

Sin necesidad de ir tan lejos, quizás si bien las cosas nunca han ido mucho mejor que ahora, será el momento de preguntarnos porque.








Justin Timberlake dijo en una entrevista hace mas de cinco años que cerca de la mitad de las canciones en el top de las listas de éxitos en la gran bretaña habían sido compuestas por una misma persona. No conozco el nombre, ni tu tampoco. Es un hombre noruego entre bastidores a quién se le da bien hacer canciones para el gusto general. Le preguntas a la gente qué música escucha y te dirán que les gusta el pop. Normal que les guste el pop, está hecho con ese único propósito, es la misma canción ligeramente diferente una y otra vez; ya la conoces, así que a tu cerebro le parece bien, le gusta la familiaridad. No seré yo quién saque la bandera de decir que hacer canciones pop no tiene mérito o que son fáciles de hacer, ni que por el hecho de ser mainstream es mala por definición (pues hay también canciones que crean ese mainstream de lo buenas que son, y otras tienen cualidad por si mismas al representarlo prefectamente) pues creo que su complejidad radica en su sencillez y en su capacidad de establecer una narrativa que conecte con el público, no solo con su letra y música en sí, sino también con el intérprete, su imagen y su presentación; que en su conjunto constituyen el producto en si mismo, de desmesurada importancia en comparación al significado de la pieza en sí. Que acostumbra a ser, como no, también siempre el mismo, que queriendo llegar a todo el mundo se ve extremadamente limitado a la expresión más genérica posible del amor y desamor romántico.

Ni siquiera se plagia como antes. El plagio ha existido siempre, descarado, en forma de referencia, incluso sutil. La historia del arte es la historia del plagio. Pero ahora muchas veces es casualidad. Emerge no de una voluntad directa de plagio, sino de la sencillez y similitud de todas las canciones que no son más que una base con un ritmo de voz pegado a él. Incluso cuando es voluntario, es mas una apropiación mal disimulada aprovechando las características de la cultura de internet que una pretensión seria de ser su autor original. Pensad en páginas de memes y recopilaciones de vídeos e imágenes.

Porque la autoría, la autoría real, ha perdido valor. Los artistas ha perdido valor. Las personas en general.

Me imagino una fábrica, donde las canciones se encargan y producen en un mismo sitio, y al ser distribuidas se le pone el etiquetado y toque personal de donde sea que van. Imagino esos famosos, cegados por su fama y ego, creyendo que son suyas porque les han puesto el nombre o dado la "idea original" pese a no haber participado en el noventa por ciento del proceso creativo (no digo ya productivo) de la canción. 

No hay motivos para creer que ese sistema no continua hoy en dia, mucho mas extendido. Los artistas están detrás y los interpretes, a modo de ídolos delante. Unos hasta convencidos de que son ellos unos genios y los otros viviendo el arte como el sistema de producción de obras artísticas a sueldo o por encargo del que trataba de advertir en "L'Art És Comunicació". Creando según las exigencias del mercado y no por expresión personal. En el fondo, también uno podría decir que a nivel de sociedad, los ambos caminos llevan al mismo sitio; que en una sociedad de artistas expresivos, estos igualmente acaban siendo buenos, famosos y conocidos como reacción a una demanda del producto ideológico o identificador que venden (igual que ocurre con los políticos), pero la individualidad de estos, la libertad de las personas individuales de pensar y explorar es aún muy diferente en términos  creativos que el que se consigue con un pensamiento de colmena, a manos del libre mercado, mucho mas centrado en atraer a un publico general.

El pop coreano es un ejemplo perfecto. Es un producto, hecho por señores con trajes y corbatas en un ministerio de cultura. Un mundo en el que personas ocupan papeles de artistas y miembros de bandas, y que son intercambiables, interpretables por otros interpretes y bailarines de ser necesario. Destinado puramente a entretener, fabricando de forma artificial una a una todas las narrativas, historias y dramas de la cultura musical occidental. Todo desde unos despachos, de ocho a cinco. Quizás se dieron cuenta del poder económico y político de la exportación cultural viendo el papel de propaganda política que la maquinaria de Hollywood estadounidense juega en el mundo subdesarrollado, o en occidente la del anime japonés. Que la gente quiera ser como tú siempre es una buena estrategia de mercado, a veces casi la única. Pero eso no es nada, dentro de poco (o quizás ya esta pasando) tendremos máquinas, programas de inteligencia artificial produciendo canciones que nos van a gustar mas y mas, dejando atrás las de creación humana, incluso transmitiendo emociones y sensaciones como ninguna obra real podría lograr. Como cuando inventamos la fotografía, el arte tendrá que reinventar su alma, probablemente ser ligada a la identidad individual del artista de la que precisamente se está alejando mas y mas. Uno podría decir que no se puede hacer semejante cosa con el arte, o que es tan amoldable o sus formas tan infinitas que continuamente encontraremos nuevas formas de expresión (y que las maquinas no serán capaces de hacer también eso) y la verdad, espero que tengan razón, pero no lo creo. Al principio nos importará, hasta que les pongan esas canciones a cantantes famosos y nos olvidemos de ello. Poco a poco, vamos normalizando todas esas practicas. Lo que antes era un escándalo no hacerte tus propias canciones o ni siquiera cantar tu ahora es algo normal. Playback, Autotune. Famosos sacando libros y discos de la absoluta nada, pues la autoría es de quien le pone la firma o marca personal, como si escribirlo o grabarlo no fuese lo importante y el noventa-y-nueve por ciento del proceso intelectual. Programas de televisión de música falsificada, con lágrimas e historias de superación no ya edulcoradas sino de puro azúcar marrón. Fábricas de celebrities de usar y tirar. Hasta se vende la co-autoría en papers científicos para ponerlo en el cv.

El nuevo artista es un lienzo en blanco sobre el que proyectar aquello que en él (e indirectamente en nosotros como sus seguidores) queremos ver. Un producto manufacturado que, convenientemente, será mejor cuanto mas preparado para consumir, menos imperfecciones tenga y mas barato sea de mantener mejor; sin que importe en ningún momento si es real. ¿Porque qué significa realmente real? ¿Como característica a un producto de consumo, real es solo una cualidad mas que se puede vender al consumidor propiamente etiquetada. Un zumo de naranja no necesita contener naranjas, solo una fotografía de estas en la portada, y esto será necesario para la gran mayoría de la población que incluso si estaban preocupados por ello en un principio no lo sabrían diferenciar, yo incluido.


I remember when singers used to be ugly people. Aretha Franklin needed a lot of room to order some chicken wings. Janis Joplin used to come out in clothes covered by her own vomit. Nina Simone, amazing singer, could look at a railway track and buckle it. But it didn't matter they weren't beautiful people, because of what they could do. Now they have those pop-tards pumped out by some producing machine that have no talent but have body parts that are more famous than them. (...) And that's the thing with this people you dont know who they are, they are not even people they are just things to occupy tongues. And I just get intimidated by all that.

Monster - Dylan Moran


Este proceso no se puede parar, como mínimo a gran escala. Siempre que haya intereses al respecto, o alguien saque alguna ventaja de hacerlo de esta forma, se hará. No es que tenga nada en particular en contra de ello, uno podría argumentar que esas herramientas permiten a la gente expresarse mas allá de las limitaciones arbitrarias de no tener buena voz o no haber nacido suficientemente guapo como para ser una estrella del pop. Tendremos que tomar un renovado interés por la autenticidad que antes nos venia ligada a las limitaciones prácticas, y valorar el arte por el hecho de que salga de una persona, por el hecho de lo que una persona sea capaz de crear de la nada, por el hecho de que sea expresión y forme parte de su identidad. Una explicación nueva del porque hacemos y consumimos arte, mas allá del artista como el medio de producción de obras de arte, ligando su obra a su creador y formando parte de su identidad no solo en el mundo académico específico de su arte sino en su vida real.

Pero eso no ocurrirá porque si, y desde luego no es lo que está pasando.

De la forma en la que ocurre actualmente es en forma de culto a la personalidad a los ídolos, y no es lo mismo, porque deja de importar el arte en sí, apaga la valoración individual de la pieza en sí. En el caso de la música, el producto ya no son los discos, las canciones. El producto es identificarse con el grupo, con el cantante. Adherirse al concepto simbólico. Ir al concierto es mas importante que estar en él. Como quién le compra unos pendientes a su personalidad. A las melodías uno ya se acostumbra o se autosugestiona para que le agraden después, y más ahora que todas son mas y mas estándar. Consumiendo y comprando su música uno se gana el derecho de ser identificado con ello (tanto de caras a sí mismo como de cara a los demás) a ser una parte mas, está comprando estatus, está comprando identidad. ¿Quieres parecer socialmente despierto? Mira Black Mirror. ¿Quieres parecer rebelde? Escucha punk. ¿Quieres parecer underground? Escucha New Order y ponte una foto de perfil de Nietzsche. ¿Quieres parecer culto? Haz como que lees libros. La lista sigue y sigue. Esos procesos no ocurren de forma consciente, obviamente; nos seducen las etiquetas a las que nos queremos asociar y nos inclinamos a consumir los productos que las proyectan (contengan las ideas subyacentes que prometan o no).

Esto no tiene porque ser malo en sí, al hacerlo se revaloriza la idea del arte como herramienta de comunicación, y puede llegar a ser la puerta de entrada a la situación ideal que he descrito antes, pues nos puede ayudar a interesarnos por las cosas, acceder a contenidos interesantes y diversos, evolucionar como personas, y a la larga ser. Pero para ello hay que ir mas allá, explorar mas allá de los límites, y simplemente el peaje no vale la pena si lo que buscas es identidad o reconocimiento social.



(fotodiari comunista)


they used to say you could buy an ideology for yourself at the price of one diary. nowadays, you can attach almost anything to yourself for free (in an image) in the form of an identity; and if you get the light just right, as a personality.

yo, plagiando a Francisco Umbral



¿Que diablos tiene que ver Instagram en todo esto? Todo.

Las redes sociales han seguido una evolución. Su diseño, mecanismos de atención y recompensa, que dictaminan junto a nuestras decisiones y patrones de comportamiento lo que funciona y lo que no, acaban afectando profundamente nuestra concepción de la sociedad y por extensión, la sociedad misma. Las redes sociales llevan la gentrificación, antes limitada por el tiempo y esfuerzo que costaba llevar la información de un lado a otro, al mundo del arte, las ideas y la cultura. La única forma de ser oído es estar gritando, llenando el paisaje de ruido inconsecuente y lo que es peor, conversaciones sí, pero vacías e intrascendentes. 

Seguimos a mucha gente. Demasiada. Que publica cosas constantemente, luchando por su pedazo de atención y chute de dopamina. No hay espacio, no hay tiempo. Nos hemos acostumbrado a tal cantidad y velocidad de estímulos que la vida offline parece lenta, sin color y en baja definición; soy incapaz de leer un libro de la forma en la que lo hacia antes, de mirar una película y ya está. En las redes nuestros estados de atención se reducen aún mas, limitados a ver una imagen y quizás leer una frase corta; eso es lo que funciona, ahí en esa pequeña ventana es donde queda limitado lo que podemos exponer de nuestra identidad. Consumir algo que requiera mas esfuerzo, se siente como hacer deberes, está fuera de lugar y pretender que otros lo hagan es casi de mala educación. Hasta lo puedes ver en la televisión, en las películas, en los libros, en los videojuegos. Se han acelerado, no hay espacio para un silencio ni para entrevistas de mas de cinco minutos. Si dejar de hablar durante un segundo, los demás van a dejar de escuchar. Los supervivientes en estas aguas, son los que son capaces de retener esa atención. Con lo que sea. Pero esto no es nada nuevo, siempre las formas de expresión como pueden ser el arte, han sido influenciadas por su medio de expresión y la forma en la que es consumido (y las preferencias del espectador). Lo que ocurre es que ahora, con el campo de la atención convertido en un mercado libre de alta velocidad, también se aplican ahí sus leyes, y la concentración de atención en manos de unos pocos se vuelve un problema por razones y con consecuencias parecidas a lo que ocurre con la riqueza en la vida real; no necesariamente contribuyendo a la economía.

Constantemente buscamos forma de expresar nuestra identidad, la mejor posible, aunque no sea real.

En absolutamente todos los foros, videojuegos y paginas web en las que he estado en mi vida hay opciones para ponerte tu propio nombre, modificar las características de tu personaje, imagen de perfil; y la gente es en muchas ocasiones lo primero que hacen, consumir esas posibilidades con voracidad. Buscamos cada rincón posible para llenarlo de nuestros mismos, expresarnos en cada rendija donde se asome algo de luz, y otra vez eso no nada nuevo, es lo que hacíamos al ponernos camisetas de nuestros grupos favoritos o mediante la estética de las tribus urbanas, es completamente natural. Buscar nuestra individualidad dentro de un grupo sin dejar de pertenecer a él (y subiendo atención y conexiones) es un instinto tan natural como cualquier otro y nuestra identidad online (el conjunto de ellas) es un escaparate al publico para ello, y como siempre quién gana es quién mejor se sabe vender. Algunos están dispuestos a mucho por ello, algunos te llevan toda una vida de ventaja jugando a ese juego si tu acabas de empezar. El caso es que no nos gustan les redes de la misma forma a la que nos gusta cualquier otra cosa (no son ninguna realidad paralela) pues a lo que estamos enganchados es a la interacción social, a los juegos de estatus, a hablar de nosotros mismos y a que nos hagan caso; las redes únicamente nos ofrecen otra forma de hacer todo eso para lo que estamos ya programados pero de forma instantánea, todo el tiempo y en cualquier lugar.

Ahora bien, cuando el espacio para hacerlo se reduce mas y mas, cuando cualquier cosa mas grande o mas compleja de lo que puedas explicar en una foto y media frase queda fuera del juego, esa es exactamente la medida que tendremos de nuestra identidad y de lo que sea intentemos transmitir a través. Ideas no completamente desarrolladas, no extensas, no profundas. Inmediatas, simbólicas, aforismos. Si bien las personas siempre hemos sido narcisistas de nacimiento, ahora no solo tenemos los perfectos medios para ello sino que además su expresión se ha reducido al mínimo esfuerzo o al esfuerzo en la incorrecta dirección. Quizás todo se trata de adaptarse al formato y en lugar de hacer ensayos (que nadie lee porque requieren de demasiado tiempo de leer y demasiado esfuerzo consumir) hacer videoensayos. En lugar de escribir novelas, hacer películas. Que también, pero el problema es mas profundo. No somos ya a ojos de los demás otras personas inteligencias individuales, sino que nos convertimos en una colección de identidades, de ideas transmitidas en imágenes a través de una pequeña ventana con un marco de perfecta felicidad. Pese a una aparente infinidad de combinaciones, nos vemos retrocediendo a los arquetipos. Identidad a través de los colectivos de los que formamos parte (o la posición social que ocupamos en ellos) y no como individuos independientes capaces de pensar. Colecciones de personas, grupos de influencia, nos convertimos en lo que las agencias de publicidad usan para describirnos. A arquetipos de personas que se repiten como en obras teatrales una y otra vez. A falta de tiempo para analizar cada persona por separado, nuestra identidad es la suma de las identidades de los grupos a los que pertenecemos y así es como nos perciben los demás.

En el fondo, mi batalla por la identidad del artista quizás es una batalla por el individualismo intelectual.

Una bandera independentista, una hoja de marihuana, una moto de marca, una fotografía en bañador, un cubata en la discoteca, una portada de un disco de música. Una combinación de símbolos y frases de dudosa procedencia y profundidad, a veces detrás del velo de a quién gusta todo estilo de música según la ocasión. Que si bien los símbolos nos son útiles, para ordenar y tratar de comprender la realidad en la que nos encontramos, clasificar las personas que conocemos, si nos perdemos en ellos convierten en la cosa en sí que pretenden señalar, y la persona en sí, lo que debería haber detrás, tiene el grosor de la punta de un lápiz.

Porque si lo único que haces, lo único de lo que hablas, lo único que muestras y exteriorizas, es una combinación de fotografías sugerentes, frases de mierda y bromas sin importancia, eso es lo que eres. Que no digo que no puedas hacer esas cosas, pero no pueden ser lo único, tiene que haber otra vara de medir. Por dios, que en verano las redes parecen un catálogo para hijos de jeques saudíes. Las anécdotas y las tonterías están bien, me interesan y las escucho si vienen de personas cercanas a mí de las que me gusta saber qué hacen de su vida, sentirme informado, un poco mas cerca y no tan distante con el paso del tiempo. En el fondo, esas pequeñas cosas son las que hacen la vida y todo eso. Pero hay una diferencia entre ello y abusar del medio para tener una audiencia y constante atención. Llegado un momento, ya no estoy interesado en anécdotas. Llegado un momento, las conversaciones casuales me cansan y aburren. Si no tienes nada importante que decir, nada que añadir al intercambio de ideas que no tenga que ver contigo mismo, lo siento, pero me das igual, has tenido una ventana para mostrar quién eres, una oportunidad única en la historia para mostrar la virtud y profundidad de tu alma y ya la has agotado, ya has mostrado todo lo que tenías que mostrar; quién eres "en el fondo" ya nos ha quedado claro a todos los demás.

Que una persona tengo gustos convencionales en una cosa obviamente no significa que deje de ser profunda ni inteligente. Ni todas las personas escogen expresarse de las mismas formas, ni a través de los mismos campos. Hay gente que puede vivir el arte como simple entretenimiento, y escoger no hacer "juicios morales" sobre ello ni intentar crecer intelectualmente a través de él de forma consciente y no por ello será peor persona. Pero si todos los gustos que tiene son convencionales o pueden explicarse como un obvio producto de su entorno directo, es motivo de sospechar. Al fin y al cabo el interior de una persona se manifiesta a través de esfuerzos, palabras y acciones exteriores: si una persona escoge, aunque sea inconscientemente (sobretodo si es inconscientemente) que su expresión en el mundo sean los cuarenta principales, las comedias románticas y doscientas selfies idénticas, uno se puede hacer una idea bastante aproximada de quién es esa persona y de qué valora en este mundo y quién es en el.







La manera en la que vendemos nuestra imágenes es asociándonos con ideas, ideologías, sensaciones.

No damos una larga y aburrida lista de nuestros logros y características, sino que nos asociamos a un estilo de vida ganador; es puro marketing. Tu eres el producto, las redes el escaparate, y la atención la moneda de cambio que determina el valor de las cosas; y un producto, mediante la publicidad que lo asocia a diferentes conceptos, es una extensión de la identidad del consumidor. Pues las cosas que funcionan son las que perduran, y el símbolo es mucho menos pesado y mas flexible que la cosa en sí. Las personas que se adhieren a las ideas adecuadas serán las que tendrán mas éxito y por lo tanto las que sobrevivirán. Pero las ideas no triunfan según sean mas ciertas, mas buenas, mas complejas, mas sofisticadas, generen descendientes mas fuertes o mejores sociedades en las que vivir, se trata de la supervivencia y reproducción de las mas aptas a hacerlo en el medio en el que se encuentren (aunque a veces que parezcan razonables a sus potenciales portadores puede ayudar). Si ese medio es limitado, las ideas y los conceptos lo van a ser también. Ser transmisible e identificable fácilmente es una gran ventaja evolutiva, si nadie presta atención a lo que realmente hay mas allá (y no lo hacen) poco a poco te conviertes en una persona capaz de ser resumida en un par de estados: todo lo demás, es innecesario.

Entre las cosas que mas buscamos para que formen parte de nuestra identidad, está el éxito. Esa versión genérica e impersonal y a la vez absurdamente específica de la persona extrovertida de clase alta occidental. Otro es el sexo, pero ya habrá ocasión de hablar de ello en otro momento y otro lugar. Sus portadores se convierten en verdaderos modelos de comportamiento y lo que hacen es exitoso por asociación. Nos queremos acercar a ellos aunque sea con algo tan etéreo como un me gusta, con ello nos sentimos un poco mas cerca de la idea en sí. Éxito e imagen de éxito son lo mismo, una lleva a la otra. El éxito es el nuevo dios, la imagen la nueva verdad y el símbolo su nuevo profeta.

Quizás el problema es que las personas en posiciones de éxito, precisamente las que podrían hacer algo más con él, buscan perpetuarse en este (quizás por ello llegan ahí en primer lugar) y no necesariamente utilizarlo como medio para lograr un fin mas allá de su propia promoción. De aquí también que prácticamente todo el mensaje detrás de las "creaciones" de aquellas personas que empiezan a gozar de una cierta relevancia social se pueda resumir como: soy muy fuerte, muy rebelde, muy malo, muy distinto, muy auténtico, no me importa lo que piensen los demás. Lo que ya a estas alturas solo puedo escuchar como una sucesión de yo, yo, yo sin final a la vista.





El uso de las redes puede parecer, como todo, algo inocente, casi natural. Sin mayores consecuencias. Porque no estamos enganchados a las redes porque sí o porque sean una moda nueva, sino porque representan y magnifican (a velocidades y cantidades muy grandes) la interacción social. Estamos enganchados a eso, a la concepción de los demás, y de los nosotros mismos. Su uso como hábito no pasa desapercibido en nuestras mentes, que generan a su alrededor ideas "estructurales", refuerzan ciertos modelos de comportamiento y castigan otros. Alteran nuestro sistema de procesión de información, calibrados para vivir en pueblos y no en autopistas digitales. 

Todo esto tiene muchas implicaciones profundas mas allá de mi inteligencia y el alcance de este ensayo, pero en el caso que nos atañe lo que hay que comprender es que los me gusta no son sin consecuencias; son la cristalización de la atención, de la misma forma que el dinero es la del valor.

Cuando compras algo, no solo estas comprando ese producto, sino también todas las ideas asociadas a él; estás decidiendo como consumidor que prácticas son aceptables y que prácticas no, que ideas que han usado en su publicidad son importantes o admirables, definiendo a una escala global la medida del éxito y en última instancia lo que está bien y lo que está mal. Estás comprando también por defecto todo el sistema social y económico que impera como contexto. Ocurre lo mismo en las redes, al comprar una cosa u otra estás definiendo tu realidad, de una forma mas fuerte de lo que después pretendas defender con palabras. Premiando y castigando comportamientos de una forma en la que ni siquiera se hubiesen atrevido a soñado los conductistas: a nivel de sociedades enteras. Hemos tardado décadas en darnos cuenta que como usamos nuestro dinero tiene implicaciones sociales (y políticas) pero en las redes ocurre exactamente lo mismo y el parecido entre ambos parece que nos lo hemos perdido. Con la diferencia que el impacto individual que tienes con la decisión de comprar un producto u otro no es de un par de euros mas o menos en una cuenta de las Islas Maldivas, sino en tu entorno inmediato. Las características exactas de las redes sociales que utilizamos y como interactuamos con ellas no son irrelevantes, la atención que prestamos a su contenido, es la moneda de cambio social. ¿Las fotografías de chicas sugerentes y populismo político es lo que triunfa ahí dentro? Pues este es el lenguaje aquí fuera, a través del cual se interpreta y define el mundo a partir de ahora. Bienvenidos al nuevo orden mundial.


"Language is a guide to 'social reality. Human beings do not live in the objective world alone, nor alone in the world of social activity as ordinarily understood, but very much at the mercy of the particular language which has become the medium of expression for their society. It is quite an illusion to imagine that one adjusts to reality essentially without the use of language and that language is merely an incidental means of solving problems of communication or reflection. The fact of the matter is that the 'real world' is to a large extent unconsciously built up on the language habits of the group."

Edward Sapir



Habrá también que aceptar que muchas personas no están dispuestas en gastar muchos esfuerzos en definir a través de su consumo de arte una personalidad. La mayoría accederá a lo que sea mas inmediato y no les ponga en peligro de quedar en ridículo o dejar de formar parte del rebaño: acudirán al mainstream, a la cultura popular.

Navegar entre ser aceptado y tener una personalidad definida es difícil en este mundo de alta velocidad.

Las redes ya no funcionan simplemente enseñando publicaciones en orden cronológico o según convencionales algoritmos, ahora son inteligentes y queriendo enseñarte lo que es mas probable que te guste se convierten en atractores, haciendo caer en espiral dirección a ciertos puntos, haciéndonos gravitar alrededor unas limitadas selecciones de identidad, dificultando nuestra exploración y desarrollo personal fuera de ellas. Hay una cantidad limitada de tipos de persona, las diferentes posibilidades preconstruidas a las que nos conducimos nosotros mismos a través de la cultura popular. Esa es también la razón por la que, pese a internet facilitando el acceso a virtualmente la totalidad del contenido creado y creándose en la historia de la humanidad (por ejemplo ahora cualquiera puede montar un programa de televisión haciendo stream cuando antes necesitabas una cadena) tendemos a consumir siempre las mismas cosas. En parte porque quizás son mas buenas que otras, en parte no. Puedes mirar el vídeo de cualquier persona en cualquier rincón del mundo, el libre mercado de ideas y visitas tiene sus ventajas, pero esos algoritmos no constituyen lo que yo diría sin intervención sistemática, ni de lejos.

Que el medio de comunicación de nuestro tiempo sea este no significa que lo que podamos hacer con él sea menos complejo o mas fácil; pues todas las grandes obras del arte han nacido de las limitaciones del medio. No digo que tengamos que dejar de colgar imágenes y escribir ensayos en su lugar (tampoco nos íbamos a leer) simplemente hay que entender sus efectos y no caer en la trampa de creer que es lo único que hay y dar demasiado peso a esas señas de identidad cuando no hay absolutamente nada detrás. Hace tiempo esas identidades iban ligadas al oficio que teníamos, a la religión que profesábamos, procedencia, nacionalidad, y si bien ahora siguen ligadas a nuestro nivel socio-económico, hubo un vacío que llenamos rápidamente a través del consumo que nos asocia a versiones desnaturalizadas de movimientos e ideologías, que es un paso adelante (pues escogemos con qué nos identificamos) pero perpetua la falta de individualidad. No se cual es el siguiente paso, pero el último es reivindicar identidades individuales a través de la creación y la actividad intelectual, la definitiva reivindicación del individuo por encima de la masa.






Quizás uno podría sentirse tentado, llegados a este punto, en pensar que en realidad no es tan importante, que le da me gusta y comenta sin pensar demasiado (como todos) pero el efecto social de esas acciones ocurre le prestes o no atención. Ni siquiera puedes borrarte tus cuentas y ser libre de todo ello (tu ausencia de impacto es dejar que la mayoría decida, precisamente quien no debería ser) y creer que tu no persigues la aceptación o el estatus social; pues esta integrado en nuestros circuitos.

Quizás me dirás que eso no es cierto porque no piensas en nada de ello, y ese precisamente el problema. Como me gusta decir: es el subconsciente, no te puedes librar. Por muy racionales que nos creamos, hacemos multitud de cosas de las que no somos conscientes del motivo, que nuestra mente racionaliza pero provienen de impulsos e ideas mas profundas; por ejemplo trabajamos eras enteras de nuestra vida tras la sola idea inconsciente de aparentar mas estatus a través de nuestra vestimenta, mucho mas allá de lo necesario por comodidad. La importancia relativa de las cosas en el imaginario colectivo afecta a la mas asceta de las mentes.

Afectar te va a afectar quieras o no, directa o indirectamente. Nuestra sociedad gira alrededor de ello. Todas lo hacen.

No se trata de parar el coloso, sino de redirigirlo.

Uno podría tener también la duda de si todo ello es el reflejo de una situación social, y no la consecuencia de como interactuamos con las redes, pero en el mundo real ambas cosas están relacionadas, los medios a través de los que nos comunicamos dan forma al mensaje. Lo que se percibe a nivel social como éxito lo que las personas perseguirán como su fuente (y todo lo vinculado a ello, valores, actitudes, aspecto...). Crea una cerradura y así es como van a fabricar las llaves. El impacto de todo ello es mucho mas inmediato y cercano de lo que pueda parecer.





Cada vez mas una gran cantidad de trabajos van a desaparecer en nuestra era debido a la automatización y la inteligencia artificial. Algunos se van a crear como consecuencia de ello (y mas si nos empeñamos a ello) pero en general va a haber una gran disminución de la cantidad de horas necesarias para hacer funcionar una sociedad, lo que probablemente llevará a una redistribución del trabajo o quizás no. Quién sabe. El caso es que va haber mucho mas tiempo libre del que ha habido jamás, en un proceso que continua desde la primera revolución industrial y que no hay motivo para pensar que vaya a detenerse. Se ha frenado en parte por la creación de la sociedad de consumo (que según crece el poder adquisitivo de las personas, crece sus demandas de productos de comodidad y estatus y por lo tanto su necesidad de continuar trabajando mas horas, en un ciclo sin fin) pero a no ser que nos pongamos a inventar una cantidad inhumana de necesidades y "cosas que tenemos que hacer" nuevas, va a continuar. Si uno quiere saber que haremos ahora con ese tiempo libre, tiene que ver que es lo que hacen ahora las personas en paro y las personas en su tiempo libre de ahora: mayoritariamente nada.

Uno esperaría quizás que en primera instancia lo usásemos para divertirnos, como cuando la clase obrera conquistó los fines de semana. Uno esperaría que después nos aburriríamos, y que en lugar de usar ese tiempo para emborracharnos y evadirnos de la realidad (y luego volver al trabajo) poco a poco adoptásemos ese tiempo para embarcarnos en nuestros propios proyectos de crecimiento, socialización o expresión personal a través del arte y la artesanía. Que tras la muerte de dios crearíamos nuestros propios significados, y un sistema social de refuerzo alrededor del intelecto y el conocimiento para combatir el vacío existencial de forma que nuestra función, nuestra sensación de propósito en la vida (y en esta faceta, uno podría considerar el arte, y el hacer arte, el heredero espiritual de la religión) derive de expandir la conciencia colectiva y de un proceso de realización personal definido por nosotros mismos del que cada uno es creador y protagonista empezado un nuevo capítulo de la historia de la humanidad.

Pero eso no es lo que hacemos. Ni de lejos.

Los videojuegos hacen eso, imitando el estilo de esfuerzo y recompensa que debería ser la vida real pero no es. Lo que nosotros hacemos es consumir entretenimiento de fácil digestión, quejarnos de tener que trabajar ocho horas pero luego ir de vacaciones a las Bahamas, mantenernos ocupados en cosas sin sentido, fumar porros, comprar estatus en forma de bienes y servicios con los que hacerse fotos y subirlas a instagram. Eso es lo que hacemos. El punto focal y único objetivo real de la educación es producir trabajadores o consumidores de carreras universitarias. Nos inventamos obligaciones y sitios a los que tenemos que estar, necesidades que tienen que ser cubiertas con mas trabajo (sin el que caemos en la irrelevancia social) y batallas que no existen para no afrontar la realidad de que no tenemos nada que hacer ni nadie nos necesita para nada; mientras las artes y mundo intelectual retroceden a sus ámbitos académicos, asustados, donde aprenden las formas y formulas de creación de arte (y su concepción ligada a ellas) no porque sean mas o menos ciertos sino porque son mas o menos fáciles de aprender, porque su explicación tiene sitio en un libro de texto, un currículo universitario o un vídeo de diez minutos de youtube, limitándonos a nosotros mismos incluso en nuestros pocos momentos de afán de conocimiento.

Una vez mas, el continente mas práctico define el contenido mas adecuado, y esta es nuestra realidad.

Con el tiempo libre que nos deja nuestra era estamos haciendo lo que la industria y la publicidad nos han conducido a hacer: consumir entretenimiento y comprar estatus social a través de la identidad. Estas últimas no siempre funcionan por separado.

La cantidad de música y series de televisión es astronómica. Cada vez que alguien me menciona si he visto alguna película hecha durante los últimos veinte años no tengo ni idea de que película están hablando; y no es porque no mire cine, es porque hay demasiadas como para saber de la existencia de todas, ya ni te digo verlas. Como ya he dicho, en parte nuestra identidad ya no es las cosas que decimos o las que pensamos (porque eso nos requeriría decir o pensar y eso cuesta mucho) sino la colección de cosas con las que nos identificamos, las series que hemos visto, la música que escuchamos. Nos definimos a través del consumo, esto no es nada bueno. No podemos, ni debemos, renunciar a la simbolizar nuestro interior mediante nuestro exterior (ver "El Insoportable Peso de las Apariencias") pero hay unos límites. La del consumidor no es la única identidad en venta, la de creador también conserva algo de valor; con tanto entretenimiento uno esperaría que bastante mas, pero el mundo esta muy mal repartido. Tenemos problemas separando las consecuencias de las causas, productos con gentes que los producen, y glorificamos a los intermediarios.

Es normal que los músicos (famosos ya aparte) se quejen de que no cobran lo suficiente. La competencia es simplemente demasiada. Ser artista ha sido siempre una idea bastante mala como estilo de vida en todas las épocas de la historia, y justo cuando no hay razón para ello, caemos en tiempos de instagram. Hay ejércitos de personas buscándose un hueco en su mundo que lo hacen solo por la identidad. Solo por la experiencia. Están comprando vivir una vida con la que parecerse a la literatura de estrellas del rock, a veces justificándolo como un apasionado amor por la música. Lo hacen por la identidad.

Que lo han por eso no tiene porque ser nada malo, per se, pero hay un problema. Ocurre que la habilidad de asociarse con las características culturales correctas para tener éxito (a través del consumo del arte) y la habilidad de generar de nuevas son completamente diferentes, y la segunda está increíblemente infravalorada. Poco a poco, como he estado hablando, se separa la noción del artista con el arte en sí, donde no es importante que ni siquiera sea él quien haga sus propias creaciones. Por un lado, el reconocimiento social (que una vez quitado el económico, es la moneda de cambio universal) y realización personal del artista está sujeta únicamente a lo que sea que haga. Por el otro, eso es lo que menos importa del mundo a su publico inmediato, ajeno al esfuerzo que realmente traen las cosas acostumbrados a vivir en un mar de entretenimiento creado por otros y satisfacción superficial. Como sale gratis, todo el mundo es artista. Porque sale a cuenta serlo. Todo lo que cuesta es hacerse una fotografía escribiendo, sujetando una guitarra, dibujando, editando con el ordenador o apuntarse a un curso de algo y salir en los créditos de un videoclip. Eres ahora indistinguible a un artista de verdad. Únicamente que en realidad no haces nada. Pero a quién le importa. Es solo una etiqueta que te pones encima sin implicaciones tangibles en tu vida, filosóficas o en tu forma de actuar; una actitud, igual que lo es ser alternativo, rebelde, homosexual, negro o comunista. Pones un par de frases y ya está. No parecerá un acto especialmente malvado o significante, pero en un mundo dominado por el lenguaje de las imágenes, te estas apoderando de una identidad. Se que está muy de moda el concepto de gatekeeping como algo inherentemente malo, pero las identidades lo son en contraposición a las demás. ¿Que importará que nunca mas lo menciones, que nunca cuelgues nada, o que ese algo sea una mierda o un vídeo de medio minuto? Tus amigos pondrán me gusta, quizás tu hermana lo compartirá. Los demás lo ignoraran o les causara indiferencia, simplemente te asociarán con esa idea, y todos te encasillaran con el tiempo como la persona que hace esa cosa y ya esta. Exactamente lo mismo que hubiese ocurrido si hubieses trabajado en ello durante año y medio. El impacto cultural sera exactamente el mismo. Si lo leyesen tampoco sabrían muchas veces distinguir la diferencia. Hay mensajes en las redes compartidos miles de veces y canciones pop que nunca pasarían el mas mínimo análisis, que a veces ni tienen sentido gramatical. A veces pienso que la gente cree que en lugar de estar diciendo cosas hago lo mismo, que estoy acumulando palabras y espacios con palabras complicadas solo para parecer listo y que queden bien. Amigos, que ni quiero ser escritor de grande ni me gusta escribir en sí.

¿Es mas, importa realmente el hecho tácito de que hagas lo que dices que haces? ¿Hace falta hacer música para ser músico? Es decir, tu sabes que lo eres, en el fondo de tu corazón. Te identificas con ello, te presentas así en fiestas y a desconocidos. Te despiertas, y eres un músico, y cuando te vas a dormir, también; lo has sabido toda tu vida. ¿Es realmente importante hacer la cosa, que igualmente va a ser rechazada por los circuitos mainstream y nadie la va a entender?

Pues si. Claro que si. Que cojones estas diciendo. Es casi lo único que importa.

Para los profesionales, es la tormenta perfecta. Por debajo, todo el mundo cree ser como tu, y que es capaz de hacer lo que tu haces. Por el medio, otros hacen tu mismo trabajo pero gratis. Por arriba, famosos y celebridades se llevan la fama y llenan el mercado. La única salida es hacer covers y bandas tributo, para alimentarte de la fama de otros pese que tu libertad de expresión acabe al escoger que canción o disco haces que sea el nombre del grupo. Incluso si no eres profesional, hacer eso es la única forma de hacerte notar y conseguir un mínimo público que te escuche porque ya se conozca y le gusten tus canciones porque las ha escuchado antes en una película o en operación triunfo. Porque tienes el reconocimiento de la marca ya hecho, el proceso creativo terminado y prácticamente solo te queda fichar. No es muy diferente el cine con sus soft-reboots, los remakes que hacen ahora en forma de secuelas formulaicas cuya única intención es aprovechar la marca ya existente y hacer guiños a la nostalgia. Conocido es bueno. Hasta puedes pillar escenas de cosas que ya existen, recolorearlas y tener gilipolleces de vídeos con millones de visitas (aunque dragon ball abridge es una obra maestra, change my mind). Quizás tengas suerte suerte y logres participar en grandes proyectos "de verdad" donde la expresión artística en realidad no es la tuya sino que tu arte sirve en la cadena de producción de la de alguien mas. Ese es el objetivo final del artista hoy en día, que te vea un supuesto e inexistente ojeador que reconozca tu duro trabajo e innato talento y te ponga en algún sitio donde cobres mas. Pero la realidad es que sales en los créditos y tienes que dar las gracias. Tu trabajo, por bueno que sea (a no ser que sea increíblemente espectacular) no es valorado por nadie, porque las jerarquías culturales del mundo occidental, especialmente bajo el yugo de las redes sociales, no funcionan en base a quién hace contribuciones a la sociedad sino a quién tiene mas contactos y pasa mas tiempo en ellas. Mecanismos y confianzas culturales se van deteriorando en el proceso. Los medios de comunicación son cámaras de resonancia y ahora no tenemos a magnates de la comunicación a quién culpar, hemos sido y somos nosotros mismos. No es de extrañar, pues después de todo, para que las usemos mas y demos clic es para lo que están diseñadas las redes, no para hacer funcionar la sociedad que hay detrás.




Seamos sinceros, vamos a plantear dos escenarios, dos personas distintas que quieren ser un escritor:

La primera decide que quiere escribir, y se cierra durante seis meses en su habitación a escribir un libro desde cero, que eventualmente autopublica con su propio dinero, vende en su pagina web y cuelga un enlace en su pagina de facebook donde tiene unos trescientos contactos. Crea algo donde antes no había nada, avanza en el conocimiento, un nuevo punto de vista de algún tema que no se había desarrollado. El libro esta bien, nada del otro mundo pero podría hasta pasar por el trabajo de un profesional o tener éxito moderado con cierta promoción. Unas cuantas personas lo leen, recibe un par de me gusta y comentarios. La gente no le pregunta demasiado por ello, ni el lo saca en conversaciones porque si.

La segunda decide que quiere escribir, pero continua haciendo su vida social y profesional habitual. Cada dia cuelga cosas de él escribiendo, rodeado de papeles en blanco o de libros. Comparte frases y tiras cómicas de una pagina para escritores haciendo referencias por ejemplo al bloqueo del escritor. Una amiga suya que es fotógrafa le hace unas fotografías bien hechas con una luz que le hace parecer interesante. Mantiene tres o cuatro redes distintas mas o menos actualizadas, en facebook por ejemplo tiene mil trescientos amigos. Explica en reuniones sociales que esta trabajando en un proyecto, y se lleva por ello satisfacción y prestigio social por algo que en realidad aún no ha empezado. De hecho, el producto final nunca sale a la luz.

¿Al cabo de esos seis meses quién dirías que es percibido mas como un escritor, la primera o la segunda persona?

La verdad duele. Eres tu numero de followers, te guste o no. Sin público, eres invisible a los ojos de la historia. No, no te descubrirá dentro de cien años ningún arqueólogo ni historiador y todo el mundo lamentará no haberte apreciado en tu tiempo como a Van Gogh. "¿Donde están los artistas?" Preguntaba al principio del artículo. Pues aquí están, enterrados.








Esta es la definición de artista en la época que nos ha tocado vivir. Una identificación vacía y de poco valor, una apariencia suave de alguien que se posturea como algo tradicionalmente artístico o que hace algo, lo que sea, razonablemente bien. Perdiendo el arte su poder de comunicación y transformación que podría tener para ser poco mas que un trámite para ser considerado artista, un hecho que se traduce también el en mundo profesional como el artista de verdad es el hace eso de forma consistente pero que a largos trechos le hace también perder en ambición, un arte que esta siempre bien pero que nunca dice demasiado, y si el profesional es muy bueno, prácticamente nada. Los periodistas viven en esto su peor momento, todo lo que tenga que ver con expresar opinión.

Lo he visto en influencers. En las típicas chicas con centenares y miles de seguidores. Tienen la atención de un público ante la única y sola condición de que no digan ni hagan realmente nada en absoluto. Lo que debería ser una contradicción, pero no lo es. El producto es su identidad como populares, como bonitas, como guays. En el momento en el que cuelgan algo que hacen y con una brisa, una esperanza de valor, aún reciben la atención (aunque un poco rebajada), porque se interpreta como un signo mas de su identidad. Pero cuando esa persona insiste, y empieza por ejemplo a colgar sus poesías, tocar canciones propias con una guitarra (y no solo posar con ella) o expresarse en alguna forma manera u ocasión, los me gusta empiezan a caer en picado hasta retroceder a una especie de valor basal que te daría feedback por cualquiera razón.

La verdad duele: a nadie le importa lo que realmente tengas que decir, ni como lo hagas.

Un cisma se abre entonces, y se crean otro perfil. Uno popular, y otro para creaciones. Y el de creaciones puede llegar también a ser popular (aunque muy raramente) siempre y cuando sea despersonalizado. El problema nunca fue cuando ese ocurre valorar las creaciones, sino que la mente colectiva que nos rodea tiene un problema muy grande en reconocer que detrás de esas creaciones hay personas que no considerarías ídolos en la vida real; pero es mucho mas fácil adorar algo no ligado a las limitaciones y problemas asociados a ser una persona real. Uno esperaría que este fuese el proceso a través del que uno se hace famoso o popular, a partir de hacer algo nuevo, bueno, interesante. La gente lo vería y diría esto es interesante, me pregunto que persona hay detrás; pero eso ahora no ocurre hasta niveles demasiado altos. Ahora hay una desconexión entre virtudes, entre trabajo y resultado, entre legiones de gente que es famosa, conocida, idolizada, convertida en aparente artista, pese a que no haya detrás. Hacer algo es hasta contraproducente, te define demasiado, te ocupa tiempo, y aburre. Es mejor la figura abstracta del artista, sobre la que es el propio publico (irónicamente) el encargado de pintar que es lo que quiere o lo que ve en él; pues en el fondo que le guste se trata de su propia, y no la del artista, expresión personal.

Nadie es profeta en su tierra, pero esto es exagerado.

No digo que deberíamos exigir alabanzas y agradecimientos por nuestra gran y desinteresada labor a la humanidad, y empezar a adorar todas las personas del mundo que demuestren saber sacudir un pinzel arriba y abajo. Únicamente digo que la vara de medir debería estar en otro lugar. En lo que realmente es su obra. Para ello no tenemos que hacer mejor arte, sino también ser mejor público. No necesariamente crear nuevas fundaciones institucionales que reparten distinciones y premios en metálico, sino una especie de reconocimiento blando. Todo el mundo es capaz de ver aquí un problema entre las diferentes entidades que conforman el artista: existen el arte y la persona que lo hace, pero no parecen existir a la vez. También es decir, tampoco la persona que crea esta vacía de responsabilidad en esta situación. Los tiempos de la sala oscura y la torre de marfil han terminado. Lo de huir a la cueva para siempre y así poder pensar sin las interferencias de la vida mundana es de chalado y no de profeta. Hay cuidar el branding de tu marca, y también luchar para dar valor a lo que haces a otro nivel: formar parte del proceso y la discusión. Formar parte activa de esa comunidad alrededor de la identidad que defiendes, no ofuscar tu mensaje innecesariamente ni vestir de discurso oficial y no simplemente salir al escenario, sino hacerlo teniendo algo que decir.

De las funciones del arte, no hay nada malo en que se utilice para identificación personal. Pero acabamos de empezar de hacerlo y tenemos que empezar a hacerlo bien, a exigir como individuos a los demás lo que a través de por ejemplo el sistema educativo (donde la propia definición de que algo esta bien es que se ha hecho como ordenado y no según los resultados) no se exige a las personas.

Desde el momento en el que te revelas como artista, debes no solo llevarte los posibles frutos de tal identificación, sino también llevar la carga de ser judzgado por tu obra; y para que un sistema basado es eso funcione bien, es necesario un público que sea capaz de distinguir edificios de monumentos y pinturas de garabatos. Que huya del ruido sin sentido y vea virtud en encontrar sus propias expresiones de belleza. Quizás la única forma de conseguir eso sea que ese público sea también (y no por motivos de que su creación tenga ningún intrínseco valor) artista.






¿Y donde están los artistas, si no se encuentran creando este mundo?

La respuesta sigue siendo: en todos lados.

Solo que no los vemos, los vemos poco, o los vemos mal. Seguirán sin duda existiendo músicos de oficio, dibujantes de oficio, cineastas de oficio, formando parte de macroproyectos o los suyos propios. Un videojuego, por ejemplo, es un excelente medio para explicar historias, en el que el trabajo de la mayoría de participantes está secuenciado. Alguien se puede dedicar y se dedica únicamente a un árbol del escenario, a un arma, a un dialogo de una misión. De alguna forma podríamos decir que cada uno de ellos aporta una pequeña parte que viene juntada por la visión de un director (como en una película, en donde ni aunque lo intentara no podría controlar exactamente cada detalle de la producción). Las series son escritas por equipos, si no ejércitos de guionistas; calibrando al milímetro cada broma en un guión. Incluso el disco de un cantautor, pues gran parte del producto final es también la portada, la presentación, la publicidad, las giras, las entrevistas que concede en televisión sin las cuales nunca sería conocido. Es arte colaborativo. Como tal no esta claro quien ejerce exactamente y en que medida de artista, de creador, ni por lo tanto quién se esta comunicando con quién. ¿Lo es el que hace las luces en los conciertos? ¿El que conduce su furgoneta? ¿El que ha fabricado las gafas que le aportan un toque extra a su aspecto de tipo duro? ¿El periodista que escribe la anécdota a través de la que se hace famoso? Todo ello contribuye al producto artístico final. Si que a veces hay una autoría mas marcada que en otras, pero muchas veces la esencia es la franquicia en sí; que va evolucionando y modificándose de acuerdo al dinero que reciben sus ventas, la atención que reciben en redes sociales, la percepción de éxito que atrae más éxito, todo lo que al final del día "vota" lo que funciona y lo que no. Una abstracción de lo que la propia obra debería ser. Existe una comunicación, es una comunicación a escala colectiva, de colosos y enjambres de ideas y personas. Quizás sea un nostálgico después de todo, y yo (precisamente yo, antisocial yo) lo que hecho de menos es un trato mas personal. Un alma a alma diciendo todo lo se tenga que decir. La capacidad de una sola persona de comunicarse a través del arte, bueno, a nivel personal; sin tener que renunciar con ello al potencial éxito. Lo que un libro ofrecía, lo que una canción ofrecía. Pero es como tratar de retener la arena entre las manos, cuando era pequeño terminé un viaje de ochenta horas a través de un juego de rol y tras el final, durante los créditos, trataba en vano de memorizar todos aquellos nombres en japonés que se deslizaban en la pantalla. Ahora lo quito sin mas.

En cierta forma es bonito y práctico también, que las personas se puedan juntar para crear estas cosas que nunca existirían sin intereses económicos detrás. Pero hay que encontrar alguna cosa mejor que hacer con ellos en el día a día. Para poder tener mas de eso después. Para poder tener nada de ello en absoluto. Mas que darles algo que hacer, ni que crear mucho, crear un mundo donde crear signifique algo. Otro dios bajo el que juntarse aparte del dinero, porque sino, todo va a girar alrededor.

Siempre es necesario, claro que es necesario, pero no es como si necesitases vivir exclusivamente del arte para vivir.

Mientras sean necesarios para crear un producto, los artistas van a existir (aunque ya me dirás como sabemos que necesitamos algo cuya concepción moderna no existe aún), ahí están en parte nuestros los artistas de verdad: buscando un sueldo, reconocimiento, o en un mundo donde una cosa equivale a la otra; trabajando por las ideas de otros.

Artistas va a haber durante mucho tiempo, nacidos de la necesitad inherente de comunicarse y crear, solo que quizás el mundo mirará para otro lado, dirigiendo su atención a los que encarnan el producto ignorando y despreciando a su creador. Quizás en el futuro hacer arte dejará de ser interesante para convertirse en una excentricidad. Quizás faltos de alicientes, los artistas no irán mas allá.







Me pongo un poco crítico o negativo de cuando en cuando, pero tampoco es cuestión de culpar ni señalar a nadie. Ni las chicas con camisetas de ramones y los chicos agarrando guitarras del revés son el diablo ni las que se las dan de artistas e intelectuales los putos amos. Nadie es mejor (signifique lo que signifique) que nadie por pintar un cuadro o colgar un vídeo de diez minutos en youtube. La mayoría somos terriblemente mediocres, no necesariamente mas inteligentes, ni mas capaces. Pero desde el momento en el que lo haces, desde el momento en el que te descubres como creador, también pagas el precio de que tu valor esté ligado al de lo que haces, precio que la mayoría no está pagando y también motivo de que los que hacen cosas buenas o prometan no sean reconocidos (y se pierdan en sus albores buscando otras cosas que hacer).

Artistas y consumidores, ambos tienen parte. Ni siquiera las redes sociales son malas per se, somos nosotros los que somos horribles usándolas. Quizás nos falta práctica, y voluntad.

Acerca de las personas, tenemos que entender que no todas ellas tienen realmente algo que decir. Que todo cuando publican y cuelgan, incluso cuando se identifican como artistas, es un continuo nada. Lo puedes distinguir cuando hablas con ellos, si escuchas profundamente. No pasa nada, no todo el mundo tiene porque serlo, no hay nada malo. También por ejemplo hay gente que dice cosas y se expresa con sus pequeños gestos en el día a día, o que viene con sus acciones (aunque a la mayoría de gente que le gusta pensar que hacen así, en realidad no hacen nada). Como dice alguien que no recuerdo, es tan noble morir por un ideal que estar dispuesto a vivir toda una vida por el. El caso es que es útil que todo el mundo pueda existir e identificarse con cosas sin tener que escribir ensayos al respecto sean superhombres creadores de su propia moralidad. Pero hay que entender la diferencia. Unas personas están haciendo una contribución intelectual a la sociedad, creando algo que antes no existía; escogiendo el arte, la investigación o el razonamiento para expresar ideas complejas, y los otros no. Una personas están saturando las vías de comunicación públicas con contenido basura, narcisismo de poco esfuerzo, viajes pagados a países exóticos y llamando la atención sobre sí mismos, y otros no.

Si uno pudiese a diseñar una jerarquía social para una sociedad (lo cual es inevitable que exista, por cierto), ¿cual seria la mejor elección?


- Una basada en quién es el mas fuerte, que se demuestra luchando entre sí, ya sea a puño limpio o con garrotes y espadas; de modo que la competición por estatus seria detrimental al funcionamiento de esa sociedad, generando bajas, miedo y caos.

- Una basada en alguna característica arbitraria permanente, como por ejemplo quién es mas guapo. En un principio, no habría consecuencias positivas ni negativas. Uno tendría su puesto de nacimiento, apenas habría luchas de poder pero tampoco flexibilidad entre clases.

- Una basada en alguna competición beneficiosa para el individuo. Por ejemplo a ver quien corre mas. De ese modo, las personas interesadas en subir en la jerarquía estarían mas sanas, habría posibilidad de escalar (lo cual es importante) y la competición seria neutral.

- Una basada en quién contribuye de forma mas significativa al grupo o sociedad que lo rodea. De este modo, no solo la competición existe y no produce efectos negativos, sino que la sociedad se beneficia directamente de los individuos que intentan subir en la escalera social.


Puedes fácilmente emparejar la diferentes opciones con diferentes momentos en la historia de la humanidad, y la mejor opción creo que está muy clara, pero por alguna razón, parece que ni siquiera que caminamos en esa dirección. La meritocracia está muriendo, ya no se trata del arte. La promesa inherente de que, ya no si trabajas duro, sino si haces algo que valga la pena vas a ser recompensado por ello esta despareciendo, porque quién lo hace en sí importa cada vez menos. El mundo siempre ha sido injusto, esto no es nada nuevo; pero que se pierda esa conexión en el imaginario colectivo tiene consecuencias. El auge de las casas de apuestas no es casual, la linea entre causas y consecuencias en el destino de las personas se vuelve cada vez mas difusa. Si quieres ser una estrella de rock, probablemente lo mejor que puedes hacer es pagar para entrar en un conservatorio o apuntarte a un programa de televisión. Es muy triste. No puedes entrenar a cualquier persona para que haga cualquier cosa, "puedes ser lo que te propongas" es una mentira, y si no encauzamos los esfuerzos de las personas inteligentes a que hagan algo que realmente importe, y que esa competencia nos beneficie por el camino, van a ir donde esté el dinero o el reconocimiento. Las necesitas. Sin ellas, sin ellas teniendo impacto social, no solo el mundo pende de un hilo (mirad el caso que le hacen a los científicos) sino que todo es increíblemente mas aburrido. La recompensa que les corresponde está, como casi todo, increíblemente mal distribuida.

Las personas parecen haber olvidado que para que crezcan arboles hay que cuidar los brotes. Que si los niños nos ven hablando de putas y futbolistas eso es lo que van a querer ser. Eso intentan a veces los ministerios y departamentos de cultura, pero tampoco las instituciones y subvenciones culturales son la solución al problema, porque estas institucionalizan la creación, la hacen su público. La atención del publico es lo que necesitan. Personas vivas, hablando, leyendo, escuchando, caminando. No esperando al atardecer de sus días para ver quemar el mundo y ser reconocidos a través de su creación.






Pero ante este escenario, los artistas huyen a los mundillos, a las escenas, donde su trabajo es valorado por un publico que si no estuviese dispuesto a ello, de entrada ya no estaría ahí. Un refugio que alimenta su actitud autocomplaciente, pero que es aún así, la mejor opción. Un lugar mas para olvidar lo de decir y transmitir alguna cosa y estar cómodamente en la butaca de su identidad, lo que, cerrando el circulo, le hace perder lo que le podría hacer interesante en primer lugar.

Sea bien pagando cuotas de entrada o alrededor de bares y circuitos alternativos, son mundos cerrados, demasiado preocupados por sus normas internas y apariencias, separados por formas y estilos. Quizás es por mi habilidad para sentirme desplazado en cualquier lugar que no haya construido con mis propias manos, pero nunca me he sentido atraído ni del todo cómodo en las escenas musicales, ni generalmente los escritores quieren saber realmente nada acerca de otros escritores y como lo hacen, sobretodo si están vivos. Un espectáculo hecho para adentro en el que nadie realmente tiene interés mas que promocionar su propia marca y salir en Mondo Sonoro diciendo gilipolleces. Autocomplaciente se queda corto. Al final, de una forma u otra, todo se paga.




Otro sitio a donde van es a tratar lo que hacen y dicen como dos vidas paralelas. Como si crear fuese un hobby o un oficio mas, al lado de la gente que hace ciclismo o colecciona cosas. También es una forma de sacar hierro al asunto, de ser mas ligero y no soportar el peso de su propia creación (que suficientemente difícil es de crear) ya sea escribiendo una historia y decir "he escrito una cosa" o dibujar algo y escudarse detrás de que no tenga objetivo ni mensaje ni tener que ser juzgado por ello diciendo que son "ideas para tatuajes". Sin duda hay gente que lo trata así, como un hobby, pero esa no es la clase de artista de la que llevo una hora hablando. No el tipo que se tira horas perfeccionando algo cuando podría y quizás querría estar haciendo otra cosa. Los demás lo ven pasar, como cuelga sus cosas, en las que se deja el alma y les habla a ellos, como si fuese algo externo de un mundillo que nada tiene que ver con ellos, algo que pertenece a otro plano de realidad, que es a otras personas en otros sitios que les podría interesar.  Casi como si no importase, como si fuese una nota a pie de página de quiénes son. Los artistas pintan de oficialidad sus creaciones y su público piensa "bien por él, seguro que a quién sea a quien le importe le va a interesar" sin en ningún momento pensar que aquellos son ellos mismos, relegándolo a un imaginario campo intelectual. Lo único a lo que se presta atención es en la inmediata actualidad, que dicta, por dictadura de mercado, las únicas cosas importantes en el discurso público. Donde igualmente todo tema se trata mas de un posicionamiento mas que de cualquier reflexión, pues la mayoría de las veces la gente decide si esta de acuerdo o desacuerdo únicamente basándose en quién lo dicho o que bandera enarbola. 

No si resultará que después de todo, una imagen, un par de aforismos o ciento cuarenta caracteres son indicadores, no sustitutos, de una persona ni de una argumentación racional. Quien lo iba a decir.

Tenéis suerte que el titulo de este capitulo no sea "the decay of western civilization".

La creación de arte desde el mundo interior al exterior, como una expresión del ser, es solo una forma de ver el tema. Sí, esos artistas introvertidos (los de encerrarse en una habitación) necesitan un mundo exterior que los escuche, que no se de a la fácil e inmediata vida exterior de los placeres y la inmediatez; que hace y deshace por impulso y deseo al mas puro estilo extrovertido de comunicarse y dar me gustas sin más. Pero estos necesitan aún más el arte en el tiempo moderno, una forma, casi la única, de preservar el ser y su identidad en este mar de apariencias y gratificación inmediata. No únicamente de dentro para fuera sino también de fuera para otros, alimentando la consciencia colectiva con aquello vivido en su impulso por sentir, hacer y hablar. 

De los primeros hay pocos, y sus experiencias limitadas por su propia naturaleza, necesitamos a los demás. 

Pero raramente estas personas disfrutaran de leer extensivamente, de escribir largos textos. Ellos piensan como Oscar Wilde que la vida no se puede escribir, solo se puede vivir, lo piensan de forma implícita, sin nunca haberlo leído ni parado a pensar. Quizás no les falte razón, quizás no se trataba de escribir la vida, quizás escribir pueda ser parte de ella, quién sabe. El problema es que wilde dejó de hacerlo después de ello, cuando ya era oscar wilde, pero la mayoría nunca empiezan. Para ello necesitarían de un motivo externo (en forma de incentivo social, de pase social, de condición necesaria) para hacerlo, uno que se convierta en un esfuerzo ineludible, uno que se acabe tornando en voluntad con el tiempo pero que nunca podría existir si alguien no hubiese construido ese mundo detrás. Porque no la mayoría de gente no se va a leer esto, e igualmente no lo comprenderían, no estarían de acuerdo o no tomarían acción; hay que presentarlo de otro modo: si quieres entrar en el baile, este es el precio que hay que pagar. Porque probablemente, la mejor forma de convencer a sociedades enteras de algo, no es intentar que sigan tus gloriosos ideales sino que caminar el camino que lleva a ellos sea, paso a paso, su mejor interés personal.

Si pudiésemos otra vez crear un mundo a la carta (y ya no hablo únicamente de arte) escogeríamos uno en el que los aportan algo son los que se llevan también su beneficio, en el que en los megaproyectos (arquitectos, estrellas de cine, divas del pop) no se enfocase el reconocimiento en unas pocas caras visibles que están ahí por arbitrariedades de la fama sino se repartiese con los que hay detrás. La tragedia es que en este caso, podemos (en pequeña escala) pero simplemente escogemos no hacerlo. Tenemos las herramientas para ello pero perpetuamos y llevamos aún mas lejos el mismo modelo. No únicamente para poner el reconocimiento a las personas que lo merecen sino también una maquina perfecta de ingeniería social a nuestra disposición, un micromanagement de dopamina para premiar y castigar comportamientos con el que ni siquiera Pavlov hubiese soñado. ¿Que harían todas esas personas que acumulan likes alrededor de su belleza si un dia esas dosis dejasen de llegar? Quizás empezaría a valorar otras cosas y perseguir otras formas mas interesantes de aceptación social. ¿Que harían las personas que buscan aprobación o notoriedad social en un entorno donde el mecanismo para ello (o la puerta de entrada) sea la actividad artística o intelectual? Probablemente hacer arte y actividad intelectual, y de paso empezar a valorar propiamente el de las otras personas. ¿Que harían las personas si empezamos a bloquear a todo cuanto haga mas de una publicación al día? No convertir los medios de comunicación publica en la cacofonía que ahora son.¿Que haría una persona que normalmente no recibe demasiada atención si el dia en el que cuelga el set de fotografías en el que ha estado trabajando medio año los empieza a recibir? Probablemente haría mas. Luego se trataría ya de valorar el arte en sí, obviamente, pero pensar en ello en esos términos ya seria un increíble cambio de paradigma.






Lo que acabo de decir responde un poco a la pregunta de donde están los artistas, pero no del todo.

Hay mas gente creando contenido que en cualquier momento de la historia de la humanidad. Genios de la talla de Bach o Francisco de Goya en algún lado ahí fuera. Quizás nunca se trató de tener gente muy inteligente, muchos medios ni conocimientos (youtube esta lleno de guías para absolutamente todo) sino que estos denominados genios tengan el entorno perfecto donde crecer. No únicamente creando cómodamente, sino por necesidad, compitiendo con otras personas para una influencia, estatus social con sus pares o un publico. Aunque uno pueda hacer todo el arte que quiera convenciéndose de que no le importa lo que piensen los demás (y lo que en teoría según los liberales del arte debería ser el mas alto ideal) la recompensa tiene que estar ahí, directamente relacionada con el arte en sí y no únicamente la popularidad o marketing del creador.

Muchos de esas nuevas oleadas de creadores están haciendo vídeos y streams por internet; y se que es un formato joven, pero no puedo evitar ver como toda esa variedad de medios y personalidades no genera apenas contenidos únicos, ni con demasiada profundidad. En realidad el medio sigue siendo el audiovisual. Si es la época dorada de algo, debería ser de eso, por no veo el brillo por ningún lugar.



To me, the great hope is that now these little 8mm video recorders and stuff have come out, and some... just people who normally wouldn't make movies are going to be making them. And you know, suddenly, one day some little fat girl in Ohio is going to be the new Mozart, you know, and make a beautiful film with her little father's camera recorder. And for once, the so-called professionalism about movies will be destroyed, forever. And it will really become an art form.
¿Qué estamos haciendo con todas esas cámaras perfectas de alta calidad? ¿A donde conduce a las masas la total libertad de elección? Sin duda no a la felicidad, sin duda no a la diversidad, ni a las mejores opciones disponibles.






A veces la libertad (en este caso, de medios) no genera el paraíso soñado, independientemente de lo justa y necesaria que fuese la lucha para llegar a ella. La libertad, la posibilidad de elección tiene un peso inherente, una ansiedad asociada a la que, cuando no estamos acostumbrados, reaccionamos buscando el mas cercano oasis de comodidad. A la vara de medir mas cercana, que si bien ni es justa ni conveniente como mínimo da una dirección en la que andar. A veces la democratización de la cultura no lleva a nada bueno. Ni su consumo ni su creación. Sin referentes a veces nos encontramos caminando en círculos, o perdiéndonos en un mar snob de arte conceptual.

Quizás en realidad cuando hablo de "el arte en tiempos de instagram" en realidad de lo que estoy hablando es "las formas convencionales de arte en tiempos de instagram" y uno puede entonces soñar con que lo que denominamos arte se encuentra en diferentes medios en el que nos resulta difícil reconocerlo como tal. En formas distintas de jugar a un mismo videojuego, en trabajar la madera, hacer listas de reproducción, en crear mods, en hacer parodias, en editar películas del hobbit para que no sean una mierda, en hacer memes mas y mas complejos que solo pueden ser entendidos si conoces toda la historia y contexto que los rodea (al mas puro estilo lenguaje poético-literario) o en publicar aforismos que no son tuyos por internet. No nos vamos a quedar sin, al menos en ningún futuro cercano, pero estas formas funcionan precisamente porque se encuentras en medios muy limitados, en mundos separados en los que tienes que estar para entender la referencia y el contexto, no en idiomas universales como el sonido, la belleza y las palabras (que quizás, después de todo no son tan universales, el cine tal y como lo entendemos es incomprensible a personas que han crecido sin nuestro lenguaje audiovisual) y quizás esa es la respuesta para generar nuevos contenidos, para continuar el proceso de especiación lejos de la tiranía de la aprobación global o la producción de entretenimiento para las masas: mundos mas limitados. Por un lado todo esto les permite existir, pero por el otro limita su tiempo de vida; un libro escrito hace miles de años sigue siendo un producto válido hoy, una puerta a través del espacio y el tiempo a la mente de otra persona y a otro lugar. La inmediatez del formato limita también la duración de su desarrollo, pues ciertas formas ahora consideradas universalmente como arte (como el cine) tardaron en su momento décadas en ser consideradas formas válidas de expresión y vehículos para contar historias en lugar de una curiosidad mecánica; quizás nunca hubiesen pasado de ese estado si no hubiésemos tenido el tiempo para ello.

Los memes, o en general "meme culture" es un perfecto ejemplo de todo ello. Se podría considerar forma de arte moderno, y sin duda cumple algunas funciones típicamente reservadas a estas formas de comunicación cultural. Son referencias a hechos concretos, el hecho de tener bromas y referencias internas en un grupo de amigos, la mínima expresión de unidad cultural, pero a lo bestia. Definen, en su misma esencia, a través de su transmisión y según si son entendidos o compartidas o hacen gracia, si perteneces a un grupo de personas o subcultura o no. Hasta sirven de propaganda política, a menudo en su mismo contexto. Una radiografía de estos nos lleva a una radiografía de el tipo de cultura que se genera con ellos: son rápidos, en creación y transmisión, mueren jóvenes y no tienen demasiada profundidad. Hasta dicen muchas veces una cosa, hacen referencia a un hecho común, son una unidad elemental de comunicación. Llenan esa necesidad tanto de entretenimiento inmediato como de expresión accesible, y vienen la mayoría de veces a través una dosis necesaria de alivio humorístico a la realidad. Tu consumo de ellos crea identidades y solidifica grupos sociales, te hacen sentir uno mas con aquellos que lo han hecho o también lo entienden. Han llegado para quedarse, son necesarios.

Pero como muchas otras cosas, no suficientes. De la misma forma que un aforismo no es el sustituto de una argumentación lógica en un discurso racional (aunque sí que tenga una función) un meme o una referencia no es el sustituto de una cultura (o de una obra artística) desarrollada.

Las páginas de memes, no importa si son originales o reciclados, recogen miles y cientos de miles de likes en redes sociales. La gente los ve, ríe durante un microsegundo, les da refuerzo en la forma que sea, y se van. Se lo pasan a sus amigos, o hacen referencia a ellos. Son cómodos y convenientes, muchas veces pertenecientes al reino visual. La gente los prefiere a largos ensayos y cortos humorísticos de la misma forma en la que la mayoría de la gente no va a la opera hoy en día sino que escucha canciones de tres minutos en spotify. Puede verse como la evolución natural de la cultura, siempre adecuada a sus medios de difusión y consumo, pero el cambio no es sin consecuencias, ni toda facilidad al acceso es para bien: construye mas carreteras y tendrás mas atascos.

"Me gustan los memes."

Pues claro que te gustan los memes, gilipollas. Son la versión global de una broma o referencia interna de un grupo de amigos. Fast food intelectual.

Gran parte del problema es que la gente se ha desensibilizado a los estímulos. Está todo saturado. Cada vez la música está mas alta. Todo brilla mas y tiene mas colores. Para que algo te entre al oido necesitas trompetas, tambores y ritmos agresivos. La sutileza de los instrumentos de cuerda y viento se va perdiendo en la distancia. Las películas no tienen pausas. Sus transiciones son mareantes, no se puede perder un segundo sin ocurrir cosas a un espectador que va a sacar el movil y dejar de mirar el momento en que eso ocurra. Hemos desaprendido a leer (si es que nunca aprendimos realmente). Nos dan pánico los párrafos, nos marean las frases. Hemos perdido la sutileza y los dobles sentidos. O nos lo dicen a la cara, o no lo pillamos. Perdiéndose en el horizonte todo aquello que necesitase de una ciertas condiciones atmosféricas para ser comunicado, que requiriese de una cierta preparación. Toda frase tiene que ser una preparación a un enunciado así como muy iluminado o a una punchline, y sino, el lector se siente como perdiendo el tiempo. Si intento explicar cosas complicadas y por ello utilizo palabras inusuales, los ojos se desenfocan y se etiqueta como que "decir algo complicado con palabras complicadas" es el mensaje en sí, en lugar de lo que fuese que estuviese hablando. Y si leyendo y consumiendo arte e historias es como nos hacemos nuestra representación del mundo, esta en consecuencia también sale afectada indirectamente, porque sus piezas tienen que pasar por ese embudo de realidad. Los memes en su conjunto pueden ser comparados a una especie de lenguaje, pero no están hechos para ser combinados, su combinación no "construye significado" y hacer contrucciones complejas con ellos les hace perder la razón de ser. La profundidad y alcance que tenga esa representación del mundo que te hagas a través de ellos, y la posible amplitud de la experiencia de la vida humana, se ven entonces limitadas a trozos de revistas pegados entre sí, a colecciones de fragmentos que no conectan; se hace imposible ver patrones escondidos, grandes pinturas, y por lo tanto se ve limitada la resolución del espejo en el que nos vemos reflejados, y limitados van a ser los esfuerzos de perfilarse de la persona que se ve en él.

Por ejemplo, la música popular siempre ha existido alrededor de las necesidades sociales en la que ha existido. Crear conexión emocional, rituales místicos, explicar historias, acompañar (y siendo compuesta bajo) el consumo de drogas características de cada generación. Hay miles de ejemplos. La música psicodélica y el consumo de psicodélicos. El jazz, blues y soul con la cultura de taberna. La música electrónica y el éxtasis. La marihuana y el reggae. La forlopa y la música máquina. El prestigio social de la nobleza y la música clásica. Las fiestas de pueblo y la música folclórica. El resultado en cada caso han sido canciones sutiles, románticas, profundas, rítmicas, meditativas. Ninguna tiene porque ser esencialmente por encima de la otra, simplemente diferentes soluciones a diferentes necesidades, si bien alguien podría argumentar que algunos estados alterados tienen tendencia a producir a hacernos sensibles a música mas elevada que otra, o mas compleja.

La droga de nuestra generación es la sobrestimulación de los sentidos. Así, la música que la acompaña tiene que acompañar las necesidades creadas por ese medio y ser a la vez algo capaz de sobrevivir en él. Tiene que ser ruidosa, agresiva y rápida; llamativa a cualquier precio, visual además de auditiva, cubierta de una capa de perfección algunas veces e indistinguible de sirenas de ambulancia algunas otras. Los sentimientos mas obvios y las bravuconerias mas grandes tienen que ser gritadas y repetidas una y otra vez por altavoces gigantes. ¿Como si no iban a ser escuchadas en medio del ruido mas absoluto de la vida diaria?

Miro una gran cantidad de streamers y canales de youtube, y sobretodo en el entorno de los videojuegos, todos son cada vez mas y mas parecidos. Quizás lo que yo entiendo como arte solo puede existir en realidad en actividades complejas aún en evolución, y cuando lo hacen se convierten simplemente en entretenimiento. Quizás ese es su destino final, adornar paredes y vender ídolos. Quizás arte solo sea una palabra inventada por Van Gogh para intentar vender mas pinturas y lo de la expresión personal ya tal. Quizás las formas tienen un ciclo finito y estamos en un final. Quizás sí que estamos después de todo en un nuevo renacimiento, el de cosas que ni siquiera reconocemos como arte como tal, y si uno busca por internet nuevas tendencias y cosas nuevas con éxito que brillan con mil colores. Pero los límites entre los que son relevantes (en tiempo y lugar) son mucho mas estrechos que los de las formas de arte tradicionales, cuyo punto de enganche no es una obscura referencia sino contextos culturales, cuando no la propia existencia humana. Tampoco las personas buscan esas nuevas formas ni se maravillan por ellas mas allá del reino del entretenimiento inmediato sin pensamiento ni reflexión; siguen consumiendo entretenimiento de lejanos ídolos que parecen brillantes solo porque están lejos, ignorando lo que ocurre a su alrededor. "¿Como va a ser un artista que valga la pena alguien a quien conoces o con quien hayas ido al instituto e ignorado sistemáticamente? Esas cosas ocurren en otros sitios, a otras personas." El único papel que parece que dejamos es el de payaso, en el que (salvo honradas excepciones) los streamers hacen de nueva televisión, aún mas estúpida siquiera que la anterior, y mas esclava de su público. Hacer cosas extravagantes y estúpidas, no porque signifiquen nada, sino con la única y última intención de ser notado entre las masas: tatuarse la casa, cometer estúpidos delitos, gritar delante de una pantalla de ordenador. Todo para la posibilidad de un segundo de fama. Si bien los artistas siempre han jugado al límite de lo considerado aceptable por la sociedad porque parte de su función es expandirla y tantear el orden establecido, me gusta creer que tenían alguna razón para hacerlo así. Que había un ideario detrás, o como mínimo que se preocupaban de que así pareciese; pero décadas de desnaturalizar todo contenido en las canciones y la música (dejando solo quizás el contexto y la propaganda) la gente parece convencida de que siempre ha sido así de vacío y fútil.

Una vez bajo los focos estos nuevos famosos son peor aún, no tienen espacio para nada mas, pues tienen que hacer siempre lo mismo que les ha hecho populares y les identifica respecto a los otros, y cualquier cosa distinta es encontrada con la peor consecuencia en el mundo del espectáculo: la irrelevancia.

No son los únicos.

Todo, absolutamente todo vale detrás de la imperiosidad de destacar por encima de esa masa, por sacar la cabeza durante tu correspondiente segundo de atención que le toca a cada uno cuando decide existir en redes sociales. Es el único que tienes, así que mas te vale que lo hagas contar. En cierto modo, el arte siempre se ha alimentado de las vidas extremas, de los considerados marginados por la sociedad, de los inaceptables, de los que llevan existencias mas alla de cualquier juicio racional. En cierto modo, conjuntamente, es como si como sociedad les paguemos para que las vivan y nos las cuenten, para poder sentirlas sin necesidad de padecer las mismas miserias por las que les hacemos pasar. Luego las idealizamos, tras convertirlas en arte, y bien puede ser que algunas de esas vidas se exageren así, o se vean inclinadas a ser dramatizadas por una tendencia a vernos a nosotros mismos como los protagonistas de nuestra propia vida literaria. Pero hemos llegado un momento en el que directamente nos inventamos estos problemas. Nos inventamos los monstruos opresores, minotauros encerrados en laberintos y sirenas de cantos encantados. Así nos vendemos a nosotros mismos soluciones, y nos creamos los propios problemas, fingimos enteras vidas extremas por ese pedazo de atención; es la tiranía de las palabras. Caras tatuadas, peinados raros, delitos por notoriedad, enfermedades mentales fingidas. Ese es el precio. No la creación en sí de algo bello, o de algo que se pueda leer, escuchar, sentir. Un nihilismo artístico global, falsamente etiquetado como "aesthetics". El producto es la propia persona llamando la atención, que a su vez, propiamente conseguida, convenientemente no tiene ninguna obligación de seguir sus propias ideas. Porque no hay.



La superpoblació salvatge i la producció en sèrie ens diuen, sense cap mena de pietat, que som insignificants i pertorbadorament semblants els uns als altres. Per no parlar de que Internet ens obre una finestra a l'infinit i als nens petits coreans, que ens donen mil voltes a qualsevol cosa que puguem pensar que fem bé, havent viscut una curta vida de sis anys. Res és únic, tot s'ha dit. Aquesta és la tragèdia de l'individu modern. Els artistes traspassen l'absurd a l'hora de buscar ser innovadors, estranys, nous.


I fallen.

J.E.Vera - The Saddest Generation           



Muchos creadores van detrás también de la controversia por la controversia, y si bien uno podría decir que uno de las funciones del arte es expandir la consciencia social y crear caminos en direcciones en las que no había, el conjunto del mundo artístico lo hace pero a un nivel casi aleatorio, como una gran máquina, en el que el público se comporta como seleccionador y no importa el pensamiento individual del creador, porque detrás suyo hay oleadas mas, y eventualmente uno va a dar con la "opción correcta" casi de casualidad, y será por ello coronado como genio y visionario, aunque no tenga ningún talento o virtud mas que haber comprado el correcto billete de lotería.

Si la nueva censura es la autocensura (aunque este país se enteste en dejarme mal) la nueva esclavitud es la autoimpuesta. La que es conveniente delante la oferta, la demanda, y los mercados. Esto afecta a todos los artistas, grandes y pequeños. Como efecto de internet y la globalización, es simplemente inaceptable renunciar al publico general. Todo artista no es solo un artista, sino una figura publica que debe comportarse como tal en todo momento, lo que tenga como consecuencia que los artistas pop (igual que los políticos) sean maniquís en blanco, a ser pintados según la ocasión. El único motivo para salir de ello es forzar una censura real para que te conozcan, jugar al escandalizar por escandalizar de quién no tiene nada que perder y mucho que ganar. Por lo demás, estás expuesto a hordas de personas que se pueden sentir ofendidas o dios sabe que a cualquier cosa que digas, y tienes que decir cosas, porque recordamos que ahora tu eres el producto, tienes que interactuar.

Esa obligación de ser aceptable en todo momento, lo que genera son artes y artistas agradables. Aceptables, esa es su única característica y capacidad, la de no generar reacciones negativas. Los que las generan, son simplemente apartados en favor de mas aceptables modelos de negocio. Cuan peligroso es eso como característica necesaria para el tener una voz. Pensad en los artistas y filósofos del pasado. Necesitamos gente inaceptable a los estándar de nuestra época para poder imaginar mas allá de ellos. Si no, lo único que tendremos son sus versiones blanqueadas, y nuevas generaciones de youtubers haciendo exactamente lo mismo que todos los demás, donde mejorar no va a ser explicar mejores historias o hacer mejor música sino tener una mejor camera o ser mas activo en twitter. No me importa que mis artistas ayuden a cruzar la carretera a viejecitas, o que vayan muy de malotes, quiero que se droguen si quieren, que toquen y escriban con toda su alma y a la mierda el resto. La generación de nuevos artistas esta bloqueada, creyendo que son importantes cosas que no lo son, los grupos de hace mas de cuarenta años son cabeza de cartel, la publicidad y por lo tanto las promotoras son la puerta al éxito. Capaces ahora de ofrecer un producto completo sin mediar con los inconvenientes de que lo principal sea el artista, con gente detrás de bastidores produciendo contenido intercambiable para sus interpretadores. Incluso si el mercado se autorregula para llenar los la demanda de identidades ligeramente diferentes a la normal, siempre se mantienen aceptables; son y siempre han sido las personas individuales las que van mas allá de los esquemas establecidos y lo razonable, las que lo ensanchan y exploran antes siquiera de que haya una oportunidad de negocio para ello. Aunque nos parezca que somos mas listos que ello, nadie escucha a nadie en realidad que intuya jerárquicamente por debajo de él. Es como funcionamos. Si quieres que te escuchen, tienes que tener éxito, los que lo consiguen son los que tienen la opción u oportunidad de conseguir algo, y si por definición aquellos que lo consiguen es precisamente porque son papeles en blanco, sin nada intrínseco que decir para no excluir al resto, pues estamos jodidos. Esa exploración la hacían los individuos exitosos que o bien con la seguridad de tener todo resuelto o envalentonados por su éxito se atrevían a hacer propuestas arriesgadas que si bien podían fallar seguían ligadas a la percepción de éxito que el publico tenia de ellas. Pero si la figura del ídolo no tiene el control creativo de su obra o es una simple marioneta puesta ahí obligada a buscar un beneficio empresarial, eso no va a ocurrir, y el desarrollo de nuevos estilos y direcciones solo puede venir de las bases, que a su vez están demasiado preocupadas con su identidad o haciendo música correcta esperando a que llegue el duende mágico de la discográfica, la musa de la inspiración o hacerse virales en internet para tener su oportunidad al estrellato en lugar de hacer arte para cambiar el mundo a su alrededor. Es como si el mundo del arte actuase ahora como una gran máquina, en la que los creadores, buscando puramente notoriedad sin nada detrás, crean todo lo posible, y es el público a través de su consumo quién decide que tiene profundidad (o creándola) decidiendo cual de estos artistas en particular va a triunfar, aunque nadie en todo este proceso comprenda qué está pasando ni sea un agente consciente de las ideas siendo intercambiadas, promovidas, o eliminadas. Es imposible que una persona individual pueda crear algo que tenga del nivel requerido para competir con un producto manufacturado completo (porque el producto no es el arte en sí) aunque este tenga un contenido mediocre o esté completamente falto de originalidad. En parte eso nos permite tener productos que no tendríamos sin una economía masificada de consumidores, como los videojuegos, pero a nivel individual solía ser posible que surgiese un grupo de chavales de la nada que empezaba tocando fatal una batería de mierda en un garaje y terminasen siendo el siguiente gran éxito, pero si eso ocurre nunca mas, va a ser un producto de marketing aunque precisamente su identidad sea precisamente el de rock suburbano; y sino me creéis mirad en que se ha convertido el género indie o alternativo y mirad los grupos "emergentes" que hoy en día se asocian a él.


"What is political correctness but a verbal form of gentrification? Spruce everything up, get rid of all the ugliness in in order to create a false sense of paradise? Only one thing can actually live in that world: Ads."
South Fucking Park



Eso es exactamente en lo que se han convertido en internet las personas, el arte y los mensajes. En anuncios tratando de vender algo: ellos mismos.

Aunque les medios y tiempo libre para crear se hayan multiplicado, también en el arte el verdadero producto ya no es la pieza de arte (que es lo que nos debería interesar) sino la imagen de éxito, configurado no únicamente por el disco o la canción sino cada una de las campañas publicitarias, imágenes sobre un escenario, entrevistas conseguidas, precio de la ropa, apariciones en radios, listas de éxitos, programas de televisión, podcasts por internet, bots de seguidores y reproducciones en spotify. Es todo una puesta en escena, y es increíblemente obvio, pero aún así la mayoría se cree que lo que ven es auténtico (quizás es ceguera programada) ante el juego de palabras de "música grabada en directo" cuando lo ven en la esquina de una pantalla de televisión. Incluso cuando ese producto va enfocado a la rebeldía o al inconformismo hacen falta ejércitos de personas para crear y vender todo eso al público general, solo coordinables bajo la promesa de una seguridad salarial (como si organizar artistas para que trabajen juntos no fuese suficientemente difícil) para venderlo correctamente y que nadie te preste atención, y para ese propósito es mejor hacer cosas que ya sabemos que funcionan, como otra película de marvel, otro reboot de disney u otro rapero negro hablando de lo duro que es el bronx (pese a no haber vivido nunca ahí).

Todo esto crea, en su conjunto, una visión simplificada del mundo con la que podemos lidiar. Si tu obra no cumple un cometido o no interpreta un papel claro en esa cómoda sinfonía, y lo que representa es la complejidad del mundo y el pensamiento humano, va a fracasar. Si tocas música de los sesenta y tu obra evoca de modo increíble ese sentimiento pero en el imaginario público no lo representas (quizás porque no eres conocido) puedes dar los conciertos gratuitos que quieras, la gente no va a venir pero va a pagar barbaridades para ir al concierto de al lado, donde su presencia si que les puede comprar a los ojos de otros (y a ellos mismos) esa deseada identidad. Ligada como ya hemos hablado antes, al consumo de arte desde mucho tiempo atrás.

Por algo Hitler y los nazis son los mayores protagonistas de contenido en Netflix, aún si el consumo de ese contenido no te identifique con nada en especial. Son estrellas de la cultura popular porque ocupan el papel de villanos en la historia (no sin motivo) ofreciendo un visión del mundo simple ante el mismo público que está contento con atribuir a los aliens todo hecho inexplicable o que no entienden de la historia de la humanidad.


Nuestros cantares no pueden ser
sin pecado un adorno;
 
(...) 
Maldigo la poesía
concebida como un lujo
cultural por los neutrales,
que lavándose las manos
se desentienden y evaden,
maldigo la poesía
de quien no toma partido,
partido hasta mancharse.

La poesía es un arma cargada de futuro, Paco Ibáñez



Esto es la explicación también de que los bares y salas de fiesta se homogeneicen mas y mas. Retienen una cierta identificación para llamar un publico u otro, pero la música es prácticamente la misma. Esa música popular, que funciona y que mas que entusiasmar a alguien en particular, se propone no desagradar. Que nadie diga "¿Que es esta música?" es mas importante para el negocio que a alguien le encante o conozca una nueva canción. Porque la música te gusta mas cuanto mas te acostumbras a ella, por familiaridad eres capaz de cantarla, y toda esa música parecida con artistas intercambiables entre sí te resulta obviamente (porque se parecen entre sí) muy familiar. Porque la llevas escuchando toda tu vida, en bares, televisiones, radios y recomendados de youtube. Simplemente no sale a cuenta hacer algo dirigido a un segmento de la población, en este mundo, tienes que agradar al público general. Lo mismo ocurre con los museos, vacíos a no ser que tengan una exposición sobre Egipto o la guerra civil.

De las funciones del arte en una sociedad, la del entretenimiento pende de un hilo. La de la comunicación ocurre no a nivel intelectual personal sino como un juego de mercado de ideas e identidades, y la de expandir la concepción de la realidad es sustituida por el placer de los sentidos.

Pese al escenario apocalíptico, hay muchos artistas de hoy que hacen cosas realmente buenas, y lo hacen, apropiadamente, por amor al arte. Pero eso es solo una parte de las personas que querría que se estuviesen expresando. Quiero que el arte sea un medio de comunicación intelectual, y un mecanismo de jerarquía social. Que haya gente que lo haga porque si no es suficiente. Incluso cuando la gente lo hace sin buscarlo, incluso cuando a veces hacer algo solo para esperar una recompensa impacta negativamente la creatividad, tiene que existir la posibilidad de una recompensa. No es negociable. Aunque sea generar pequeñas celebridades locales, de la misma forma que ocurría antes por las limitaciones del alcance de la información o por las barreras culturales y de idioma, donde en un pueblo alguien es la ostia y en el otro simplemente no lo entienden.

Obviamente me diréis que no se puede obligar a alguien a que le guste nada, pero es que no hay que dar recompensa de forma artificial y empezar a escuchar grupos raros y presumir de ello (como cuando todo el mundo era hipster y por escuchar a love of lesbian se creía guay) pues nuestros gustos son increíblemente maleables y nosotros increíblemente influenciables (y sino, que le pregunten a la publicidad). Si no lo hacemos nosotros mismos, tomamos responsabilidad de ello, serán otros quien lo hagan, y su beneficio no sera el mismo que el nuestro. Lo que hay que hacer es practicar higiene cultural, ver las cosas tal y como son y recuperar el gusto. Tampoco hay que prohibir ni censurar nada, sino tomar responsabilidad de nuestro entorno, conspirar de forma legítima para que nuestras preferencias culturales y estructuras sociales generen la sociedad en la que queremos vivir en lugar de consumirlas sin mas.

Alguien me podría decir que siempre ha sido así, que no todo tiempo pasado fue mejor, pero se trata de que si tenemos las herramientas para que sea mejor, tendremos que usarlas para ello. Vamos digo yo. Ni siquiera es esto un conflicto generacional, es de mi propia generación de quien estoy hablando.

Nos hemos acostumbrado a que los cambios tecnológicos durante las ultimas décadas hayan llevado no a cambios sociales y económicos negativos sino, como mucho, a cambios de paradigma; pero no hay motivo para pensar que eso siga siempre así.

Uno podría ver os procesos culturales históricos como normalidad y ocasionales edades oscuras seguidas de un renacimiento (con ciclos mas rápidos según avanza la velocidad de la comunicación) pero también pueden ser vistas como constante mediocridad salpicada de momentáneos entornos que funcionan (que a veces agrupan naciones enteras). Si fuésemos capaces que replicar esos entornos, esas estructuras sociales en pequeñas comunidades, y lo pusiésemos por encima de nuestras inmediatas necesidades de atención, podríamos crear generaciones de grandes artistas alrededor. Por supuesto que es mas fácil decir y regalar atención y no dar mas importancia. La ligereza es su virtud. Pero veo en ello un potencial para algo que no se ha hecho antes, veo un caldo de cultivo en este pueblo, en una cultura viva un posible nuevo amanecer.







El acceso a todo el contenido del mundo, la globalización cultural del arte, es un regalo envenenado; que como las redes, tendremos que aprender tarde o temprano a gestionar.

¿Recordáis cuando mencioné un paralelismo entre supervivencia de ideas como deseables o no deseables según te reportan mas atención con un proceso de selección natural? Probablemente no, pero da igual. La clave aquí es que teoría del origen de las especies, la especiación ocurre cuando comunidades de seres vivos se separan y evolucionan de forma independiente porque durante un tiempo no intercambian el genoma y porque responden a distintas presiones evolutivas. Volviendo al plano de las ideas y no de los genes, en un mundo donde todas las expresiones artísticas tienen que ser aceptables a un "genoma" o "trasfondo cultural" o "colección de ideas políticamente correctas en ese momento" no se generan comunidades separadas. Porque el precio a no agradar al publico general es demasiado grande. Hay menos comunidades separadas. No hay distintas presiones evolutivas, no hay especialización.

Sin duda la libre circulación de ideas y pensamiento es algo deseable a nivel de tienes que poder tener acceso, pero eso no significa que constantemente este en disolución. El aislamiento temporal es una buena medida ante el embarazo espiritual. Pensad en donde se generan las corrientes y estilos musicales del siglo pasado. En comunidades que no se tienen que preocupar tanto (o no pierden tanto) al no tener que ser aceptables a un publico global y sirven tanto como entretenimiento como a nivel de identidad. Tribus urbanas. Grupos marginados. Países con lenguas distintas. Comunidades ligeramente apartadas. Escenas underground. Ahí es donde se generan los memes, las ideas y los estilos, donde tienen tiempo a desarrollarse y no la inmediatez de fundirse en un medio general.

En una época donde hay mas gente creando que nunca, con mas medios que nunca, la diversidad musical esta menguando. Es un hecho. Cuando las señas de identidad de los estilos musicales o las distintas culturas musicales se pueden comprar en tu tienda de inditex mas cercana se desnaturalizan sus ideas y cambios culturales. Para crear cosas nuevas y originales necesitan de entornos cerrados, sitios en los que se desarrollen sus propios lenguajes simbólicos, jerarquías e identidades, lejos de la tiranía de tener que ser agradable.

Como mínimo antes, aunque también ligados al éxito, los artistas famosos tenían mas espacio para ser los locos de antaño, y para que sus ideas una vez tenían ese éxito podían ser expresadas. Su identidad, la ultima fuente de expresión, toma de riesgos, individualidad, expansión cultural y de ideas. Ahora no. Ni siquiera escriben ellos mismos. Son un inconveniente. Si pudiesen meterles la mano por el culo y hacerles cantar en el escenario, lo harían, y acabaríamos aplaudiendo. Porque suenan mejor, porque son mas guapos, porque me caen bien.

Pero no toda la culpa es de los mercados o de la sociedad.

Uno podría pensar en este punto que lo que estoy diciendo es que todo es una mierda y que tenemos que borrar spotify, facebook y toda red social. Cerrarnos en banda, decirnos a nosotros mismos que somos superiores a todos los demás, pegar a todo el que escuche música pop o mire operación triunfo y encerrarnos a escribir en una torre de marfil, donde tiraremos nuestras creaciones a las multitudes analfabetas como si fuesen la salvación, pero nada mas lejos de la realidad.






La mala noticia es que no puedes cambiar el mundo. La buena es que no lo necesitas.

No es una situación de una gota en el océano, ni de cada voto es importante, ni una versión de hacer boicot a coca-cola desde tu salón. La influencia social que puedes tener sobre tu entorno es mucho mayor que en todos esos casos.

Imagina un grupo de gente, no necesariamente sin conexión entre sí, que decidan actuar de una cierta forma. Conspirar por unos ciertos valores, ideas o méritos, siguiendo unas reglas básicas y valorando unas ciertas cosas por encima de las demás.

Es que eso existe, son los mundillos alrededor de cualquier actividad; ya sean en forma de subreddits con miles de usuarios o grupos de gente semiconocida que se reúnen una vez al mes para jugar al billar. El problema con esos entornos es que son autocomplacientes y demasiado autocontenidos en la actividad propia que hacen, y no en una idea discernible general. Comparten sin parar contenidos que rápidamente dejan de ser discernibles entre sí, creando redes cerradas. El autobombo tiene sus límites. Muy rápidamente establecen sus jerarquías y una identidad con la que se sienten cómodos y no hay una competencia, una tensión real generadora de todas las cosas. Olvidando, quizás, que en el fondo se trataba de tener algo que decir y no puramente de identidad. Sacar un disco porque lo tienes que hacer, componer una canción porque compones canciones, escribir un artículo porque es lo tuyo. Se amontonan mas y mas, ante un publico que ya te tiene encasillado y a quien realmente no le interesa.

Los artistas han estado demasiado tiempo limitados y profesionalizados por los estilos. Separados, estancados, divididos. Convertidos en parte de un medio de producción de entretenimiento a gran escala. No digo ya los estilos en el sentido de estilos musicales, sino en las mismas formas. Dibujo, escritura, fotografía. Todos somos culpables, huimos de nuestros pares (y a veces por buena razón) y obsesionados con nuestra propia historia personal, no queremos saber nada de lo que digan los demás. Todo debería ser parte de un mismo objetivo de darse a entender, de reivindicar una identidad personal a través del lenguaje de las formas de arte, que esta vuelva al campo de la expresión personal y no de una identidad separada. Pero esto no es posible sin un renovado interés en el individuo creado a través de la comunidad, del entorno. Sin un renovado interés, y quizás una separación, de lo que es un producto de entretenimiento para masas y lo que es el alma de una persona de verdad. Irónicamente, el individualismo necesita de otros para funcionar. Como individualista uno tiene que trabajar para ello, le guste o no. El artista total tiene que volver, y junto a él la idea de su creador como una persona poderosa, potente, interesante, no solo asociada a la fama o una cátedra sino también a un vecino con un martillo en la mano. El artista tiene que alzarse como tal y aceptar tanto la identificación positiva de su condición como el yugo de estar siempre sujeto a la calidad de su creación.

Para que eso exista, para que algo así pueda funcionar, un público y una voluntad tienen que existir. Personas que cambien la percepción de la figura, que exijan profundidad a la identidad y a las personas, que hagan las preguntas correctas. Que cambien la percepción de su entorno de éxito a una que resulte interesante y haga que las personas que lo busquen tengan que generar cosas de valor para conseguirlo, lejos de la superficial y genérica (aunque bastante específica) forma de vida de clase alta occidental. Que iniciándose en una comunidad pequeña se extienda esa idea de forma natural al ser capaz de generar su propia concepción de lo que esta bien y lo que esta mal a través de como y a que dirigen su atención.

Personas que lean, que miren, que escuchen de verdad.

En lugar de malgastando su energía vital en carreras vagamente relacionadas con la esperanza de un futuro trabajo en alguna redacción de noticias local, bajando y formando parte de esta vida activa alrededor no de una única actividad. En lugar de trabajando en una acumulación de capitales.

En ese objetivo, las redes sociales e internet, que uno pensaría leyendo todo esto como el quinto jinete del apocalipis de todo lo que es bello y es verdadero, se revela como una herramienta (propiamente utilizada) única y fundamental. Una herramienta para llegar mas allá, para ser juez y creador. Hay que abarcar menos para ver mas, seguir menos gente (mucha menos), bloquear e ignorar a quienes abusan del sistema y observar a los demás con tranquilidad. Tenemos que focalizar nuestra mirada, y en lugar de mirar ancho mirar profundamente. Reencontrar y redescubrir las personas por lo que realmente hacen y no por lo que aparentan hacer. Juzgar por unos nuevos cánones comunitarios artísticos y no con los habituales de nuestra condición social y lugar en el mundo. Entrad en ese link, escuchad esa canción, leed ese texto. Es vuestro amigo, vuestro conocido, vuestro compañero hablando, probablemente de algo mucho mas interesante de lo que probablemente podrías escuchar nunca en persona hablar. Tomarlo en serio. Está hablando, ¿está intentando decir algo? ¿que está intentando decir? Decidid entonces si os gusta o no, si esta vacío o no, si aportar o no, si compartir o no, si alimentar o no; alimentar no solo el contenido sino el propio comportamiento de escoger esa vía y no las sobresaturadas autopistas de la información de historias y posts de frases cortas y selfies diarios. Pues en voluntad de que guste o disguste, y en la sobreexposición a los sentidos, algo muchas veces se pierde toda fineza de oído, tacto y visión.

Si como ya he mencionado, en ese sentido la creación y el consumo son los herederos de la religión (y los artistas sus chamanes) tenemos que escoger entre un mundo religioso regentado por cosmopolitismos de todas clases alimentándose unos de otros u monjes y monasterios separados de la vida pública pese esta existir ante un omnipotente y fundamentalista culto a la gran religión. Creo que hay un lugar para un contenido mejor de al que nos estamos acostumbrando. Creo que hay un lugar para un contenido cultural mas profundo, unas ganas de identificación en esta dirección y ganas de aprendizaje y crecimiento mal enfocadas a activismo político de poca calidad, misticismo superficial y carreras universitarias. Pero nos tenemos que acostumbrar a ello. Tomarlo también muy seriamente como parte de nuestro desarrollo, exigirlo a los demás.

Imaginad unas diez personas, creando y leyéndose entre sí. En competición en lo artístico (y a través de la lucha por reconocimiento interno) pero también en promoción conjunta, colaborando en la faena de dar valor y dar a conocer; cambiando sobre la marcha la impresión de qué es importante y qué no a través su identidad y vida personal. Veinte, treinta. Formando parte de un sistema de reconocimiento blando basado en su obra en sí (que debido a ser un grupo limitado de gente sí que es viable consumir de forma adecuada). Subiendo el precio de entrada a una forma nueva de identidad. Utilizando ese mismo grupo o círculo para probar, mejorar, exponer, motivar su propia obra. Como en los talleres de escritura, pero transversal en los estilos y las prácticas. No renunciando para siempre ni tampoco usando solo para spam las redes sociales, sino utilizándolas para comunicarse en este círculo a través de sus mecanismos, llegar al público bajo una plataforma común, compartir su prestigio y con esta herramienta ligar la identidad propia y la del artista en una de sola.

"Esto es importante. Esto es lo que hago. Esto es lo que soy."

"No solo algo que hago para entretenerme, no unas letras que no tienen importancia."

Es un golpe en la mesa, una llamada de atención. Compartiendo, dando feedback, comentando, dando validación cuando se merece y criticando cuando no. Implicando, valorando otros no solo por lo que hacen sino por lo que significa lo que hacen. Viviendo una vida intelectual a través del arte.

La percepción de éxito de su entorno social cambiaría, quizás no de noche a la mañana, pero mucho mas de lo que cualquier iniciativa de un ministerio de cultura pudiese soñar. Se retroalimentaria, atrayendo gente de mas y mas lejos estableciendo una nueva estructura social. Cincuenta, cien. Porque probablemente, la mejor forma de convencer a sociedades enteras de algo, o grupos de gente, o círculos sociales, no es intentar que sigan tus gloriosos ideales; sino que caminar el camino que lleva a ellos sea, paso a paso, también su mejor interés personal.

Podemos seguir como ahora, con los ojos vendados o abiertos pero sueltos a la corriente al que nos empuja la tecnología o aplicación que sea que acabe de salir. Olvidar grandes planes y todo se solucionará mas o menos nos guste menos o mas. Ser observadores del cambio. Pero yo veo opción para otra cosa, para dirigirlo en la dirección de una realidad mas entretenida, para un nuevo renacimiento, alrededor de esa figura individual y la condición de artista como identidad fuerte o clase social. Uniendo la identidad personal con la intelectual mas allá de la imagen. La persona, reconocida su interior y su identidad, no solo por lo que aparenta, sino también por lo que es capaz de hacer. Por lo que ha hecho. Por lo que es. Alejado de simples interpretes e imitadores, de símbolismo sin nada detrás: artistas en mayúsculas, héroes contemporáneos, creadores de ideas y de mundos, hacedores de caminos al pasar.






JVG