A principios de Julio podríamos enganchar esta entrada a las últimas entradas de Semana, pero realmente se encuentran mucho mas próximas a [RM] JVG Junio que a esta, pues las entradas de Semana van con un desfase de casi un mes desde hace un tiempo, pues en la medida en que se han vuelto mas sofisticadas, también han necesitado mas tiempo de ebullición y un análisis desde mas distancia.
Esta música viene correspondida con la ultima semana de mi vida universitaria, que encontrará su final en [Semana 44] Barcelona (y fin), aún en construcción. Para poneros en situación, las otras tres semanas me las he pasado trabajando en la mar en un barco por la noche, quedando algunas tardes, escribiendo y tocando algunas otras, de Random Local Campamentos, mirando documentales y NHK, revisionando animes como Evangelion, jugando a basquet solo y de salidas casuales a Skull.
Este mes hubo algún fallo con el pago de la suscripción a Spotify y aproximadamente el día diez me quedé sin cuenta premium.
Spotify actualmente monopoliza mi consumo musical. Contaba con la cuenta en el móvil, por la que me compré una tarjeta de 32 GB para tener sincronizadas las listas y así poder escuchar en offline. Así, con toda mi atención puesta en ese móvil con tresgé, al verme sin cuenta me quedé huérfano de música durante mis largas horas de hacer nada en el barco. Ni mi viejo mp3, con la pantalla rota, la entrada de usb chuscada y repletito con la discografia de Mago de Oz me servia de nada este verano, pese a ser indispensable para entender como viví el último.
Me pasa por jugar a ser burgués.
Sin Spotify, he aprovechado para hacer un poco de descanso musical. Me estaba empezando a saturar, y ya sabéis lo que pienso de escuchar demasiada música para tu cerebro y tu sentido musical. He dedicado esas largas horas a un hobbie que tenia parcialmente olvidado: leer novelas.
Durante los geniales cuatro días que me duró On the Road, escuché todo lo que me recordase a él, que por alguna razón incluía un montón de jazz y el temazo Hit the Road de Ray Charles.
Sin mi rutina musical habitual, poner el youtube no era una costumbre para poner música como lo es por ejemplo para Cristian, solo recurría a él si ya tenia claro lo que quería escuchar en ese preciso momento, así que he tirado de algún disco entero de Led Zeppelin, Pink Floyd (la música también acaba a veces de vuelta a lo fundamental), The Smiths y Chet Baker, himnos (propios) y de canciones especificas, de las que combinaba su escucha con intentar tocar la tablatura con la guitarra; costumbre que desembocaba irremediablemente a ir destrozándola y tocando a mi manera.
No tienes ni puta idea de música.
Me dicen con cierta frecuencia, la última vez durante una de esas reinterpretaciones mías. Me lo dicen a veces cuando toco, a veces cuando hablo, a veces cuando escucho. Pues supongo que no, yo solo se que rasgueo una guitarra y canto sin preparación técnica alguna. Hablo intentando expresar o reinterpretar lo que me hace sentir. Escucho lo que me hace sentir algo sin preocuparme demasiado de la repercusión social que pueda tener.
Mientras a alguien le guste escucharme o logre hipnotizarme con mi propia mierda; me apetezca hablar y alguien esté de acuerdo con lo que digo o le abra alguna perspectiva nueva, o mientras compartir algún gusto musical me ayude a entender otras personas o a disfrutarlo, entonces no quiero tener ni puta idea música.
Cuando digo himnos propios me refiero a canciones que he escuchado mucho durante un tiempo y ademas he vuelto a ellas mas adelante, por lo que inevitablemente han ido cargándose de significación y contenido emocional. Normalmente tienen una letra fácil de entender, por lo que son bastante cantables y vuelven a mi memoria con mucha mas claridad, cosa de agradecer trabajando en el barco; donde a menudo me sorprendo tatareando o suspirando en momentos de duro trabajo, que me ayudan a superar; o pensando en alguna chica, que me ayudan a idealizar.
A veces, la música no es un lujo o algo que pones de fondo, a veces no tienes que saber de ella, ni pretenderlo; a veces es simplemente necesaria, como el pan de cada día: tal y como diría Gabriel Celaya y cantaría Paco Ibañez, quién, sepa o no de música, estoy seguro de que sabe qué es.
La Leyenda del Tiempo de Camarón, Mediterráneo de Serrat, Hallelujah de Leonard Cohen, La Vereda de Extremoduro, Hallelujah de Jeff Buckley, Dust in the Wind de Kansas, Hallelujah de Rufus Wainwright y en general Hallelujah de cualquiera capaz de que se me ericen los pelos de la nuca.
Pero la verdad es que tampoco estaba muy activo en ese sentido, escuché durante días un montón de música electrónica y metal cañero para la Random Local Party de dudosa calidad (luego tuve un problema con el ordenador y no sirvió de nada) y me perdí entre la misma música de Junio, Nuevo Amanecer de Joe Crepúsculo, y la ya eternamente ligada a esta etapa de mi vida, Despeñaperros de Eric Fuentes.
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