¿Me echabais en falta? Ha pasado una eternidad.
Y no porque no me hayan pasado cosas, que va. Ni tampoco de no haber tenido tiempo de escribir, que he tenido; es que yo cuando empiezo aunque sea contando un cuento infantil me pongo un poco tontorrón y acabo pretendiendo desmentir estructuras filosóficas que llevan siglos vigentes e instaurar un nuevo paradigma social en un solo tweet, así que imaginaros a la que me dan un poco de cancha; empiezo escribiendo semana y el articulo acaba tratando de un guion con final alternativo de Matrix. Que ya les contare otro día con más tiempo.
Bien, se supone que debería contar como llevo mi vida de estudiante de física, pero que quieren que les diga, es que de vida de estudiante no tiene mucho ya. Al principio sí, porque tienes unas expectativas y las intentas cumplir como buenamente puedas y como te hayas prometido a ti mismo el verano anterior; luego ya se van diluyendo y acaban por desaparecer totalmente. Pero voy a intentar contar la vida de estudiante, y luego ya, si no sale, vamos a otra cosa.
Aprobé casi todos los exámenes. El otro día envié un mail a un profesor por equivocación. El martes hice unas prácticas donde intentamos demostrar las leyes de Newton. Y son ciertas, se lo juro, tengo los datos.
¿Está funcionando? ¿Te sientes con ganas de sacarte una carrera ahora, verdad?
Porque así de aburridos sonamos todos hablando de estudios, que parece que sea de lo único que se pueda hablar entre universitarios. La emoción reside en no saber si te aceptaran tu entrega porque la has entregado una hora tarde y la rebeldía ir a buscar un café en el departamento de matemáticas en vez de ir a la máquina donde la sacan los demás mortales. ¿Está funcionando? No, no está funcionando.
Así, en rápido y caliente, sin estar en orden y extra estudiantilmente he estado en fiestas de cumpleaños alargadas hasta el amanecer, puesto música en nombre de RLG en el bar chic de Sant Feliu, escrito el guión para una miniserie, mirado horas y horas el Twitch Plays Pokemon, siempre acompañado de cervezas, colegas y muchos, pero que muchos desternillantes comentarios ingeniosos.
-Si.
También he estado en conciertos, he tenido alguna que otra borrachera, algún que otro lio, he comido el sushi más original de mi vida en un piso de estudiante, jugamos la peor partida de bolos de la historia (38 puntos que se marcó Borx). Peeero, todo eso ya lo hacemos normalmente; si escribo hoy es en un vano intento de que si hablamos guay del concierto que fuimos el miernes, alguien nos de entradas gratis para algún otro. La competencia es dura chicos. Nuevos tiempos, nuevos desafíos. También nos haremos twitter, y camisetas, algo que nos acerque a el universo de barcos y putas que todo el mundo parece vivir en internet y que al parecer nos estamos perdiendo.
[Semana 18] BCN Live! by Sony
Una delegación especial del equipo de Random Local Guys nos desplazamos al centro de Barcelona para cubrir en exclusiva para nuestros lectores el evento que da nombre a este artículo. Sinceramente, no hubiese ido si no fuese porque era el aniversario de Joan Montana, un viejo conocido por estos lares, pero los de Sony me dicen que le ponga entusiasmo a la crónica. Cortos de pasta y perezosos (porque cuesta un riñón la entrada y perezosos porque yo a las 6 de la tarde estoy acabado de levantar) nos dirigimos al teatro ese de más abajo del teatro grande que está bajando las ramblas tú me entiendes el de al lado de Wolf, ¿Sí? ¿Ahí? Bien.
El sitio molaba bastante, habían quitado las butacas y había un sitio considerable a pie de pista, perfectamente escalonado cada tres metros para dar la oportunidad de morir de caída repentina a los asistentes no invitados. Los invitados por ser sponsors y enchufados en general tenían un mega palco privado y todos lucían bonitos trajes y rebosantes gin-tonics y gin-lemons a escoger diferentes marcas de limones y hielo industrial.
No estaba demasiado lleno y la gente en general no eran barbaros desalmados como los conciertos de pueblo a los que estamos acostumbrados, y así, más o menos, sin saber dónde poner las chaquetas sin que nos claven 2 euros de guardarropas, empiezan The Sounds y dejamos diplomaticamente las chaquetas al suelo.
La foto no es del evento, estábamos demasiado ocupados pasándolo guay en ese momento. |
El grupo, guay, pocas canciones pero bien tocadas. La chica, pues canta bien, de algo de espectáculo, pero a la que llevas dos minutos viéndola escupir en el suelo, sobre la batería y al aire, ya no sabes cómo tomártelo. A risa supongo. Como cuando se revuelca por el suelo después.
Quitando escenificaciones y ganas de protagonismo de la cantante rubia de turno, a destacar la batería, el teclista (hoy los teclistas molaban) y las ganas que le metieron por ser las 7 de la tarde.
Recogemos las chaquetas y nos vamos al mítico Bar Social Juan, un garito que encontramos buscando pakistaníes con cerveza fría y al que volveríamos más tarde. Bebemos rápido, comentamos la jugada y volvemos al concierto sin mucha ceremonia. En los conciertos a los que yo estoy acostumbrado, tratar de llegar a las filas delanteras desde detrás del todo puede llegar a convertirse en una odisea, pero por lo visto los pijos de Barcelona tienen el culo más blando y con algo de morro te pones donde te dé la gana en minuto y medio. Caen un par de fotos, un par de comentarios sobre el Helix Fossil y empiezan The Klaxons.
Esta gente tiene un rollo que no sabría terminar de explicar. En algún momento nos disociamos entre los que estábamos escuchando y cada uno entendía lo que quería entender, escuchando cada uno a su manera. A mí me encantó el teclado. En cierta canción me quedé pillado mucho rato con un ritmo que se iba repitiendo y quedaba de fondo como clavado a la melodía, luego se repetía y se volvía la pieza principal para volver a decaer. Esa canción fue un trance de unos minutos del que desperté bastante flipado y me fui al lavabo a limpiarme la cara. Encontré un mayordomo de esos en los lavabos, hablándome inglés y ofreciéndome todo tipo de servilletas y artilugios.
-No si yo solo vengo a lavarme la cara
-Do you want this? Please take a (palabra en ingles indeterminada, ofreciéndome una servilleta).
-Thanks, no, I don’t need a servilleta. Please.
En mi confusión del momento por tener que hablar ingles de repente, cojo la servilleta, la dejo en la pica y abro el agua resultando en un desastre acuático para todos los asistentes. Le doy las buenas noches en catalán al mayordomo negro inglés, y me voy sin mirar atrás.
El resto del concierto bien, aunque estábamos todos esperando The Hives, así que aún no había pogos ni muchas gente bailando; me molaron, pero no eran demasiado cañeros; excepto el teclista, hoy los teclistas molan. Terminan, hay una hora de recreo así que salimos.
Bueno, quien dice hora de recreo dice concierto de Russian Red, pero entre comer algo y hacer unas cervezas y Russian red en directo, prefiero la cerveza. No es que no me guste, que no me gusta, es que no creo que sea algo muy de directos y tenía mucha sed.
Vamos al paki de confianza más cercano, compramos cerveza y me clavan 2.60 por unas Pringles así que robo un bollicao dokio. No tanto por el hecho de quererlo sino por quedarme con la consciencia tranquila. Va subiendo el número de cervezas, nos quedamos filosofando un rato, nos vamos para dentro y un hipster me roba el paquete de Pringles que me quedaban.
Se abre el telón, salen The Hives cantando Come On y se derrumba el puto telón.
De fondo, un dibujo gigante de un titiritero oscuro, y delante, unos chicos vestidos a conjunto empiezan a meterle caña y no paran hasta el final. Hay pogo constante, gente bailando, me encuentro gente que conozco de Palamós, gente se cae, gente alzada por la multitud y ahora sí que parece un concierto de verdad.
Tocaron bien, pero es innegable que el espectáculo que ofrecen es, en gran parte, su cantante. No para de moverse por el escenario, saluda a todo el mundo, habla castellano, vacila y pide coros. El momento cumbre viene con la clásica canción de Tick Tack Boom, se van, vuelven, se lanza a la gente, nos hace sentarnos a todos; que en ese momento estábamos haciendo un circulo de esos de la muerte y pide que quiere ir al centro del círculo, ahí estábamos nosotros, que sentados lo aguantamos y él empieza a cantar. Así, aguantando durante 5 minutos el culo del cantante de the hives, es como recuerdo más o menos el final del concierto, entre más hits y gente saltando por todas partes.
Eso quiero estar haciendo yo con 36 años, saltar al publico, montar conciertos, esas cosas típicas de la media edad. |
5 estrellas para The Hives, id a verlos si tenéis oportunidad.
Después salimos, me fui con una gente, volví con Roger; otro conocido de por aquí, que estaba con nosotros en el concierto, nos vamos con Borx y Eric Fuentes en un bar ya cerrado de puertas al público hasta las 4 y media, vamos a su casa, me vuelvo a mi piso en metro, me ducho, encuentro una tortilla de patatas a medias en la nevera y a las 7 me voy a dormir, que he quedado con Borx a las 11 en Pl. Cataluña; nos vamos a Sant Feliu; tenemos cosas importantes que hacer este finde.
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