Hay fuerzas que escapan a nuestra explicación. Causas que quedan sin explicar e historias sin resolver, cuyos personajes vagan por el mundo en forma de espectros, encontrando en la pura maldad el cometido que nunca pudieron alcanzar en vida. Son ancianas blancas que se pasean por los cementerios o brisas de viento helado que no esperamos y nos golpean dejándonos de piedra. Son caballeros negros sin voz ni conciencia ni motivos para hacer lo que hacen; porque precisamente eso es lo que buscan, un motivo, un señor, un destino, su voluntad perdida.
- ¿Esto es literal? ¿Existen los caballeros negros?
- Los llaman riders. Yo no he visto nunca ninguno, aunque también se creía que los elveron eran criaturas de los cielos y ahora hay uno en los jardines de heno de cada casa mayor.
- ¿Y no lo son?
- Son sagrados sin duda, porque así lo dicen las escrituras. Pero aunque es raro se pueden multiplicar en la tierra; no descienden literalmente de los cielos cómo los ángeles, esas aves multicolor que estudiamos la semana pasada. Aunque existieran, también puede ser que la explicación de su origen sea metafórica, una cosa es creer en los ángeles y una muy distinta en un ser creado de las almas de las historias sin resolver que asusta viajantes por la noche.
- ¡Que absurdo!
- Aunque eso creen los cruzados, ándate con cuidado si hablas de estas cosas fuera del reino.
- ¿Los cruzados son seres mágicos?
- Bueno, no técnicamente, pero son un asunto complicado.
- ¿Como que no técnicamente? ¿Son humanos?
- Podrías decir que sí.
- ¿Entonces que les separa de nosotros?
- Nadie sabe que los mueve. Evidentemente siguen una voluntad individual, pero aunque hablan y actúan individualmente lo que les mueve es una voluntad común; la de las escrituras dicen ellos mismos, pero no se reúnen en ningún sitio, ni tienen vida personal y nadie conoce su pasado. Si me preguntas, creo que irónicamente esos guardianes de las escrituras se parecen más a los riders de lo que les gustaría reconocer. Pero dejémoslo por otro día, preguntas demasiado, a ti nunca te harían daño realmente, llevas la insignia de los cielos bajo la piel si es lo que te preocupa, no me vuelvas a preguntar. Vamos, es hora de rezar.
- Pero entonces...
- Demasiadas preguntas.
- Si maestro.
Rezamos durante dos medianos, o el que es lo mismo, medio gran; y luego me retiré a los jardines a comer pan recién horneado con aceite de brillo y un trozo de ran. Los jardines son extensiones de terreno dentro de los dominios de un edificio o castillo a diferente altura del suelo donde está construido. Su objetivo es parecer que no se trata en absoluto de una construcción artificial ni de un rincón privado así que las casas compiten para tener jardines inmensos con cultivos vulgares y extensiones que no desvele la vista. Es así porque en las escrituras las ciudades de los cielos crecen jardines de forma natural, y aquí en la tierra tratamos de ser un espejo de ello. Es solo una de las muchas cosas que he aprendido de mi maestro, y animado por los señores, de cuando en cuando me paseo por aquí casualmente, para aparentar que es campo abierto y la gente pasa por aquí a menudo. Hasta aquí llega su obsesión.
Hoy le he vuelto a preguntar al maestro sobre los cruzados, pero me ha vuelto a esquivar. Yo soy un joven estudiante de las escrituras de la casa de rath, y si en alguna cosa les fallo es que soy demasiado curioso. ¿Pero qué gran crimen puede ser a ojos de los cielos, tener curiosidad en las propias escrituras de los cielos? No lo entiendo. Nadie te lo dirá nunca, pero la gente teme a los cruzados mucho más de lo que parece. A veces dudo de si los esfuerzos para construir muros más amplios y traer tierra fértil a los jardines es por orgullo como defiende mi maestro, por lo sagrado como defienden los señores, o por miedo a los cruzados.
Un misionero se posó sobre mi rodilla distrayéndome de mis ensoñaciones mirando el jardín. Normalmente los azules no se relacionan con la gente excepto cuando quieren algo de ti. En un momento entendí que quería, estaba herido era sorprendente que hubiese conseguido llegar volando hasta mí. Los misioneros a menudo llevan pequeños mensajes o actos que realizar, a veces se han dado grandes historias que se dice empiezan con la petición de un misionero, pero casi siempre es para adornar la historia y que sea más fácil de contar.
Un misionero se posó sobre mi rodilla distrayéndome de mis ensoñaciones mirando el jardín.
Es solo una frase hecha, como hace mucho tiempo o en un país muy lejano. Escuche muy de cerca el animal, hasta que me contó que quería que lo matase, algo bastante común. Te acercas al pequeño altar y le das de comer un par de piedrecitas de mérmala, sale volando rejuvenecido y desaparece a la vista sin dejar rastro, limpio y fácil, tal y como dicen las escrituras. Pero ese día me lo pasé cuidándolo e intentando darle de comer de mi pan, hasta que al ponerse el sol el animal murió sobre mi propia cama. No era la primera vez, la última vez tampoco pude hacerlo. Nunca he podido hacer daño a ningún animal ni a nadie, la idea de la violencia o la sangre me provocan náuseas y ni siquiera lo que digan las escrituras me podría consolar si nunca un ser vivo, sagrado o no, muriese por mi culpa. Os he dicho que mi defecto era la curiosidad, pero hay quien dice que también soy demasiado bueno.
Esa noche me sentí muy solo y no me atreví a pensar en nada durante horas. Con la oscuridad, volví un poco más en mí. Fué una de esas noches que no puedes pasar sin tomar una decisión, dios sabe porque. Pensé en mis padres, que debían seguir en el pueblo, en el maestro ocultando libros a la vista de los sacerdotes y mi mente voló poco a poco hacia caballeros blancos en parajes remotos, y catedrales oscuras, hasta que finalmente me dormí.
- Quiero que me cuentes más cosas sobre los cruzados
- ¿Que? ¿Porque? ¿Es que has visto alguno?
- ¿Que? ¡No! Bueno, ahora que lo dices, si, por los jardines; pero no tiene nada que ver, vienen de cuando en cuando.
- El maestro me observó con la mirada fría, y supe que me preguntaba si había hablado con ellos.
- No sé porque te preocupas tanto por mí, aunque hubiese hablado con ellos tú mismo dijiste que con la marca bajo mi piel nunca me harían daño
- Claro claro tienes razón. ¿Pero a qué viene tanta curiosidad entonces?
- Es que me resulta, muy extraño. Tu reacción por ejemplo. El miedo que le tienen todos. ¿Porque siguen existiendo? ¿El mal perdió, qué hay que vigilar?
- ¿Perdió? ¿Te refieres a la guerra?
- Si.
- Creo que ha llegado el momento que te cuente un par de cosas.
Y entonces me contó otra vez la historia de la guerra que marcó nuestro mundo, pero no me la contó como aparece habitualmente. Me contó sobre dé porque nuestra casa siempre está bajo sospecha, me contó sobre el mal, sobre lo que proviene de abajo, no como un bando que derrotamos no como el mal absoluto, sino como las ciudades templo de nuestros contrincantes también a su vez eran espejos de aquello que consideraban ideal. Me habló del mal no como una decisión sino como un punto de vista en nuestras decisiones.
- ¿Sabes porque te cuento todo esto?
- No
- Las cosas, se han acelerado. Un día de estos, los cruzados vendrán, y descubrirán que hemos estado ocultando conocimiento prohibido.
- ¿Que? ¿Qué has hecho que?
- Llegara un día, en el que tendremos que escoger, entre su bien, y nuestro bien. Algún día ellos atacaran, escúchame, sé que suena horrible, pero independientemente de lo que hagamos somos la siguiente casa en su lista. Tiempos anteriores, cuando arriba y abajo convivían, la figura de los cruzados era muy diferente, y para nada eran los fanáticos de las escrituras que son hoy. Cuando acabó la guerra, se declararon seguidores e inquisidores y guardianes de ellas, y persiguen a todo aquel contrario, en parte para eliminar toda duda de que ellos están de parte de los vencedores. A medida que el mal se esconde en el mundo, los nigromantes mueren en sus torres y ya no quedan enemigos visibles; se tornan hambrientos, paranoicos cuelgan campesinos por sospechas de rituales paganos, saquean castillos en busca de símbolos prohibidos. Conocimiento sobre el mundo, ya no siquiera sobre abajo, o referencias a las otras escrituras; piezas del conocimiento invaluables para este mundo, deben ser ahora quemadas y olvidadas por culpa de esos fanáticos. Así que las escondimos,
. ¡Pero no puedes hacer eso! ¡No estas siguiendo las escrituras! ¡Hablas como las escrituras dicen que hablaría el mal!
- ¿Cuáles escrituras? ¿Cómo puedes estar siquiera seguro de que no las han modificado ellos antes de que tú o yo aparecimos en este mundo? - silencio- Yo soy, en el fondo, un aprendiz, como tú. Mi vida es ser un aprendiz, un erudito, un liberal; un learner. Era un learner antes de que el bien decidiese que mi conocimiento, largo tiempo aprendido, me convertía ahora en el mal absoluto, y lo seguiré siendo hasta que las rojas trenas del mundo se abran. ¿Vas a delatarme?
- No... Yo...
- Eres demasiado bueno. El nombre del bien te ha llegado demasiado hondo.
(largo silencio)
- ¿Y no hay forma de enfrentarlos?
- ¿Enfrentar a quién?
- A los cruzados.
- ¿Ahora eres tu quien hablas de enfrentarte a ellos? No, no pueden ser enfrentados, pues son este lado en sí. Aunque los extremos se tocan, quizás, cuando llegue el momento, los veras de otro color.
- ¿Como, que, que estás diciendo?
- Tu mente se nubla, me temo que eso ha sido mucha información de golpe. Te he dado mucho en lo que pensar. No quería hacer esto hasta que fueses un poco mayor, pero el tiempo se acaba. Ahora debes irte, y no puedes volver hasta que no hayas tomado una decisión. Si decides que quieres seguir siendo mi aprendiz, volverás, mañana, en un mes, en un año; y entonces seré el maestro que verdaderamente necesitas. Si decides que soy el mal, entonces me temo que será mejor que no nos volvemos a cruzar.
Andé, sin saber adónde iba, intentando hacer un repaso mental de porque la vida es tan jodidamente complicada. Sus padres habían decidido de muy pequeño enviarlo para tener una acomodada vida de estudio de las escrituras en el castillo. ¿Porque había ido a parar precisamente junto al maestro del mal? Es más, espera, ¿podría ser que otros maestros fuesen así? Ciertamente si no me había dado cuenta del mío propio tampoco de los de otros y tienen motivos para ocultarlo, ¿Tendrá razón acerca del mal y de la guerra? No, eso es solo lo que me quiere hacer creer porque él es el mal. Pero me ha enseñado tanto, no me acaba de convencer la historia de preservar el conocimiento aunque venga de alguien que lleva más de cincuenta años viviendo entre bibliotecas, ¿Porque debería haber hecho algo así? Podría haberme matado cuando era pequeño o envenenar el agua de todo el castillo. Eso sería muy del mal que yo conocía y me habían enseñado, aunque según lo que él dice esto no funciona así; ¿debo creerlo en lo que lo inculpa solo porque quiero inculparle?
Me encontré de pronto, en que de memoria, había andado todo el camino a través del país hasta al bosque de la montaña, al lado de mi pueblo natal, en ese bosque me perdí más de una vez de pequeño y los espíritus me llevaban siempre de vuelta al arco junto la fuente para que volviese a casa. Tantos años después, este sitio me hacía sentir cosquillas en los brazos y las piernas, como si estuviese emocionado de estar ahí, como si el sitio fuese muy diferente aunque probablemente soy yo el que es diferente. Continué quien sabe cuánto tiempo con mis cavilaciones, subiendo desfiladeros en la montaña que la recorrían adentrándose en el frondoso bosque y luego volviendo a salir a su superficie en festivales de luz y cielo azul, que se intuían perdidos en las partes más profundas. Sentado en una piedra a gran altura, además de buscar durante horas alguna más alta todavía. Miraba en dirección al pueblo tratando de imaginar que alguna de esas lejanas siluetas era mi familia, disfrutando de su compañía en las alturas aun sabiendo que no podría volver. ¿Cómo iba a volver?
Para seguir subiendo, y acercarme al cielo, seguí subiendo. Quizás estar más cerca de las puertas de las ciudades sagradas me acercaría mas a las respuestas, pero el camino se volvía mucho más difícil y el bosque más denso, y mi pura resolución se volvía más irrelevante a medida que el cansancio y el sudor se enredaban en las plantas y el peso del bosque reposaba en mis hombros. Yo soy más de interiores. En este caso, mi formación resultaba útil, como mínimo para mantenerme en alerta, mucho más que cuando era un crío y daba por sentado que estaría a salvo; esta magia se rompió. Pues este no es un bosque cualquiera, está lleno de leyendas y avisos de épocas anteriores, sitios demasiado profundos como para adentrarse libremente. Dicen las escrituras que algunos de esos pasajes llevan a otros mundos, a otros bosques, a reinos de espíritus con sus propios dioses y sus propios cielos.
Cuenta la leyenda que un hombre se adentró y por algún motivo sin explicación volvió cuerdo y en perfecto estado. Cualquier campesino se sentiría aliviado al oír eso, pero en realidad esa es una leyenda mucho más terrorífica que la típica de ahuyentarte con dragones o viejos lobos. Porque si una leyenda dice que hay dragones en un sitio, es que probablemente no haya pero quizás hay una posibilidad de que sí. En cambio, si la leyenda del sitio es que una vez un tipo logró salir con vida y sin mayores consecuencias, pues entonces es que probablemente nadie haya salido nunca de ahí tal y como entró.
Dos palos de madera con una cuerda roja trenada separaban el camino de una entrada a lo profundo. No hay necesidad de barreras porque una muralla de piedra maciza hecha de sentido común es lo que me alejaba de aquel sitio. Entonces fue cuando vi unos ojos al otro lado.
Sin darme cuenta, empecé a andar hacia ellos, ignorando el detalle de que el sitio te podía atraer con sus propios medios. Anduve poco a poco atraído por un extraño magnetismo. Atraído por un igual, por una fuerza que quería unir dos partes de lo mismo. Era como si yo estuviese al otro lado y me tuviese que completar. Al fin y al cabo, de alguna forma, todo lo que había aprendido había pasado de aprendiendo a cuestionando. ¿Se trataba ahora el mundo, mi mundo, de una decisión entre el bien y el mal? ¿Qué sabia realmente del bien si mi maestro pudiese ser un sirviente del mal, y que sé realmente del mal si solo he tenido un maestro del bien? Llegue al limbo del bosque del mundo y con nerviosismo sin saber muy bien porqué, guiado por ese magnetismo, abriendo las puertas de lo conocido hasta la vasta pradera que veía ahora, imposible en lo profundo del bosque, quité la cuerda roja para poder seguir adelante. Y dejé de ser un aprendiz.