[Nota del editor: Rainy Mood]
Era sobre la una y pico de la madrugada, mi cuerpo yacía sosegado en mi cama arropado por un mar de pósteres, pero mi mente estaba más activa de lo que parecía ser y el sueño empezaba a enturbiarse. Mi cerebro reproducía una escena realmente tranquilizante, un grupo de unas quince personas andábamos por el bosque, no conocía más que a dos personas de mi pueblo, cierto personaje que siempre he considerado bastante místico y yo manteníamos una entretenida conversación, aunque no consigo recordar de qué hablábamos. Al mismo tiempo ese lugar idílico se desvanecía y los truenos empezaban a apoderarse de mi mente y de toda aquella naturaleza solo quedaban esas palabras que estábamos intercambiando. Cuando pude abrir los ojos vi una silueta, a mi parecer extremadamente delgada, en la puerta de mi habitación, yo todavía adormecida pegué un grito, pero solo resultó ser mi padre; quería avisarme de que había tormenta y que sería mejor que cerrara la ventana de mi habitación. Aproveché la situación para ir a beber un vaso de agua, todavía con la sensación de tener un mal despertar me acerqué a la ventana de la cocina para ver como llovía.
Era sobre la una y pico de la madrugada, mi cuerpo yacía sosegado en mi cama arropado por un mar de pósteres, pero mi mente estaba más activa de lo que parecía ser y el sueño empezaba a enturbiarse. Mi cerebro reproducía una escena realmente tranquilizante, un grupo de unas quince personas andábamos por el bosque, no conocía más que a dos personas de mi pueblo, cierto personaje que siempre he considerado bastante místico y yo manteníamos una entretenida conversación, aunque no consigo recordar de qué hablábamos. Al mismo tiempo ese lugar idílico se desvanecía y los truenos empezaban a apoderarse de mi mente y de toda aquella naturaleza solo quedaban esas palabras que estábamos intercambiando. Cuando pude abrir los ojos vi una silueta, a mi parecer extremadamente delgada, en la puerta de mi habitación, yo todavía adormecida pegué un grito, pero solo resultó ser mi padre; quería avisarme de que había tormenta y que sería mejor que cerrara la ventana de mi habitación. Aproveché la situación para ir a beber un vaso de agua, todavía con la sensación de tener un mal despertar me acerqué a la ventana de la cocina para ver como llovía.
Ahí estaba, la ciudad siendo iluminada intermitentemente y poco después golpeada por el tridente de Poseidón mientras caía agua a cántaros, quedé hipnotizada por ese majestuoso espectáculo de la naturaleza. Pocos segundos después veía como cerebros se dejaban llevar por las corrientes de aire como si de polen se tratara. Intentaba dar una explicación a lo que estaba sucediendo, pero no la encontraba; justo después un relámpago cegador resplandecía tanto que solo podía ver una pantalla totalmente blanca, y un trueno ensordecedor ocupaba mi mente de tal manera que no podía pensar. Lo próximo que vi fue una sala con luz tenue, nunca había estado allí, pero sabía quién estaba conmigo. Las personas que me acompañaban en la excursión por el bosque de mi anterior sueño volvían a estar conmigo, pero esta vez era real.