Mi pendiente no es ni una cruz cristiana ni satánica, y a la vez es ambas


Un prejuicio es mucho más de lo que creemos.




Un prejuicio no es solo cuando eres un blanco pijo y te cambias de acera para no cruzarte con un grupo de negros. Un prejuicio es todo aquello que tu mente procesa muy rápidamente, basándose generalmente en la experiencia, y que te da el marco sobre el que vas a pensar conscientemente.

Los prejuicios nos ahorran tener que pensar en absolutamente todo lo que hacemos.
Pues nuestra mente sería un colapso constante de nuevos conceptos que no nos permitirían avanzar libremente.

Igual que cuando nos ponemos a correr por una carretera nuestros ojos conscientes no van continuamente observando el suelo por sí es seguro pisarlo, ya hemos recorrido muchas carreteras antes y sabemos que ese gris oscuro es un camino seguro.


 Aceptamos con ellos un margen de error sobre el que pisamos confiando en no tropezar.

 Un margen necesario.


 Imagínate a ti mismo entrando por la puerta de una, con prisas o borracho o temiendo por tu vida. Que provecho ibas a sacar de contemplar una tabla de madera vertical con bisagras durante un buen rato? Simplemente tu mente se activa y dice: eso es una puerta, idiota.





Pero tú nunca habías visto ESA puerta. Y encima era roja, tú nunca habías visto una puerta roja, pero incluso así, tú sabias que era una puerta. Hay muchos tipos de puertas, como es que nunca te detienes a contemplarlas todas?

¿Que te ha hecho pensar automáticamente que la función de esa tabla es la de abrirse y cerrarse para aislar una habitación? Acéptalo, tienes un grave perjuicio con las tablas de madera verticales con bisagras.  Las ves y ya piensas que son puertas. "Acaso conoces todas las puertas del mundo? Quizas esta madera no es una puerta y estas hiriendo sus sentimientos si piensas en ello como tal".

Aunque no te hayas detenido a contemplar perfectamente, has aceptado instintivamente, con un ligero margen de error (podría ser, por ejemplo, una pintura en la pared en forma de puerta, y no una puerta en sí) que aquello con una forma parecida a lo que conoces como “puerta” era otra puerta.

¿Veis como no es tan terrible tener prejuicios? Yo tengo prejuicios tambien contra las serpientes venenosas. Que quizas con personas maravillosas, pero gracias a mi instinto voy a andar con cuidado si hay cerca. Al asociar cada vez mayor nombre de cosas a conceptos, nos podemos expresar mucho mejor si compartimos esos mismos prejuicios con alguien, pero también hace que nuestra vida pase más rápida. No nos paramos a contemplar flores y plantas como de niños, y a veces nos ocurre lo mismo con las personas. Pero hay que aceptar que, si uno quiere contemplar todo el bosque, no se puede quedar eternamente observando hojas del mismo árbol.

Otra cosa es tener prejuicios basados en experiencias sesgadas o información absurda o temores irracionales, pero las asociaciones rápidas de nuestra mente no son algo de lo que haya que deshacerse, y, no te preocupes, es una señal de que estas bien de la cabeza. O tan bien como yo, si os sirve de algo.

Hay asociaciones muy especiales. Hay asociaciones que nos llaman la atención en vez de pasar de alto por ellas. Hay asociaciones que nos dan más información que la que realmente hay en lo que observamos.

 Las palabras, por ejemplo.


                                    


Asociamos conceptos a palabras. Es nuestra forma de comunicarnos y nos gusta mucho. ¿Que información relevante hay en un puñado de tinta digital sobre fondo blanco? Realmente muy poca. Pero nuestra mente coge esa palabra, la que sea, “animales” y un torbellino de información, pingüinos, leones y majestuosos alces se iluminan en tu mente inconsciente.

Si lo piensas, es como un hechizo, una invocación mental.

Nuestro conocimiento y nuestra atención necesita de los símbolos para saber qué es lo que le interesa y lo que no. Y hay símbolos para aburrir, cuantos más, mejor. Por eso cuando algo necesita un montón de publicidad, no se contenta con tener un nombre, aunque es un buen paso.

Como se llama vuestro grupo de amigos? Dadle un nombre y el nombre le dará poder.




¿Como se llama el mas grande partido político de tu país? Si te fijas, los partidos grandes no solo tienen nombre, tienen abreviaciones, tienen imágenes, tienen melodías, tienen colores, tienen líderes, tienen todo lo que pueda para inundarnos con símbolos y que los reconozcamos.

Nosotros también nos formamos nuestra propia imagen, pero intentamos que nuestra imagen tenga algo que ver con nosotros. Igual que nuestra música o lo que escribimos.


¿Pero, esos símbolos, al asociarse a un concepto, pasan a pertenecer a él?


Para la gente que lo asocie, sí, eso es exactamente lo que pasa. Pero solo en su propia cabeza.


Por eso la gente me pregunta si soy cristiano o satánico por llevar una cruz en la oreja.


Y por eso mismo lo llevo, porque para mí su significado es tan libre como la asociación que le pueda hacer. Me pertenece a mí pensar en ello como más me plazca, y precisamente ese es su significado. Mi libertad de asociación. Mi libertad para dar a lo que quiera mi propio significado. Podría llevar cualquier otro símbolo, pero entonces nadie preguntaría. No tengo remordimiento alguno en decir que su objetivo es, en parte, llamar la atención a quien le extrañe verme con un símbolo religioso. Al fin y al cabo, es un símbolo y eso es para lo que están los símbolos.





Aunque realmente, sí que me voy a considerar satánico por una serie de razones que ya contare otro día. Pero aunque no me considerara, me creo digno de llevar toda la simbología que me parezca adecuada en mi cuerpo. El satanismo utiliza todo lo relacionado con Satán por ser más visible y tener impacto y folclore detrás de él. En realidad el satanismo podría llamarse de cualquier otra forma y no tener nada parecido a una estética gótica ni anticristiana. Aunque sus orígenes sean fuertemente anticristianos, podría llamarse: “Código ético de comportamiento por Anton Lavey”. Y sería un libro más de filosofía.  Dale simbología a una filosofía lo suficientemente poderosa y se convertirá en un culto.


He visto personas llevar hasta sus límites su personalidad, o su comportamiento, juzgando hasta el último de sus movimientos o pensamientos, aterrados de decir nada que pueda ser ligeramente apartado de su realidad o mal interpretable. Temiendo decir nada en serio para que no se le pueda echar nunca en cara nada. Y sin embargo, no se dan cuenta de que lo que muestran es tan importante como lo que son, o creen que son.


De que le valdría a un satánico, que no tiene miedo en definirse complemente en serio aunque se equivoque, no decir que es satánico?


Si eres una persona segura de ti misma, estas esperando a que alguien te lo pregunte, o realmente vas a empezar a mostrarte segura de ti misma?


¿Como puede uno expresar esas cosas si no es con largos y tediosos libros y obras completas de filosofía?


No puede.


Como con los prejuicios, vamos a asumir un margen de error, y vamos a definirnos sin tener nada claro. Vamos a dar cosas por ciertas y avanzar. Vamos a definirnos, pero no solo con palabras ni pensamientos celosos, también con nuestro aspecto, con nuestras aficiones, con nuestros fuertes y nuestras debilidades. Nuestra situación en la vida es realmente muy arbitraria, y seguramente de lo que te sientas orgulloso no van a ser más que un conjunto de casualidades. Así que no te engañes a ti mismo, te importa lo que piensen los demás de ti, tienes prejuicios, te quieres follar a tu “mejor amiga”, etc. etc. Como todos.


Y si lo que quieres es definir un estilo de pensamiento agresivo, anticristiano y naturalista, que mejor que adoptar una estética agresiva, mostrarte contrario a lo que consideras antinatural y adoptar a Satán como símbolo aunque el satanismo no signifique, ni por asomo, creer en satanás?


Los satanistas sabemos la importancia del marketing como el que mas. Y el diablo vende que da gusto.


Esa es la importancia de la simbología. Satán es el símbolo. Lo que la gente piensa del símbolo es lo que van a pensar de mí por asociación. Eres perfeccionista? Vístete con perfeccionismo. Tu mente se te escapa por los poros, no intentes convencerme con palabras de aquello que tus gestos ya me han contado que es falso.

¿Que es lo que quieres que vean los otros de cómo eres? Pues eso es lo que debes mostrar, no tu estúpida cascara, temerosa de decir algo, de equivocarte y que los demás se te tiren encima como cuervos en la noche.

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