Esta última semana he vivido un adelanto de a lo que podrían concluir mis deseos de escapar de toda atadura y emprender un viaje de no retorno hacia el corazón del mundo; en el cual sólo iría acompañado de una guitarra, algo de ropa y un poco de comida. El destino no sería pues un lugar físico, sino algo interior y trascendental, algo que llevo toda mi vida buscando y sigo sin saber que es.
El caso es que, disponía de 20 euros, gasté 15 en el bus, la resta en tabaco y vino; algo de cerveza también, quedándome así a 0, con la intención de tocar en la calle para conseguir el dinero de vuelta.
No Direction Home |
Jueves
Después de ir a ver los resultados de la primera tanda de recuperaciones y que estos fueran desastrosos, una onda de pesimismo inundó mi consciencia, dándome cuenta forzosamente que quizás mi optimismo en este tema está fundamentado en una sobrestimación de mis capacidades; parece que ni si quiera yo puedo aprobar tres exámenes de un curso entero mirándomelo tranquilamente un par de días antes.
Cogí el bus a las 19:15, en realidad no recuerdo a qué hora lo cogí, y realmente da igual, estoy harto de la necesidad obsesiva de medir el tiempo, simplificándolo y rebajándolo.
Cogí el bus a las 19:15, en realidad no recuerdo a qué hora lo cogí, y realmente da igual, estoy harto de la necesidad obsesiva de medir el tiempo, simplificándolo y rebajándolo.
Al llegar a Barcelona quedé con el bienaventurado Pep y nos dirigimos al piso de Paula.
Una vez allí, cenamos el risotto, que ella aún estaba cocinando cuando llegamos, acompañado del vino que traje, y no exagero al decir que es el mejor risotto que he comido en mi vida.
Estuvimos un rato hablando, Paula, sus compañeras de piso, Pep y yo, donde sin darme cuenta me convertí en el absoluto centro de la interacción social; últimamente estoy aprendiendo bastante sobre el mecanismo interno de estas, y estoy realmente sorprendido, he pasado mucho tiempo sin ver algo que tenía delante de mis ojos y que es de vital importancia.
La hermana de Paula está trabajando en un proyecto muy interesante que consiste en hacer un retrato e inmortalizar una muestra ampliada de la sangre de esa persona, tanto Pep como yo aceptamos formar parte; tan solo fue un pinchacito, y en contra de todo pronóstico me maree, pero obviamente no dije nada; en consecuencia dejé de beber vino para pasarme al agua.
Sobre las 12 (ya estoy otra vez midiendo el tiempo), empezamos a hablar de lo que había hecho que fuera hasta allí. Mi idea original para el videoclip que seguramente habréis visto, era hacer Echoes, y en el “parón” de mitad de canción poner The End, pero no me vi capacitado para llenar 30 minutos de video en tan poco tiempo. Unos días atrás, Paula me había comentado que tenía ideas para realizar este proyecto. Cara a cara, me las explicó, y realmente son una pasada, por lo visto no hace falta que hayan pasado toneladas de psilocibina por tu mente para que esta idealice ideas tan ácidas; esto va a molar mucho, y va a derivar a mucho más que un par de videoclips, pero prefiero no decir nada aún.
Viernes
Después de comer me dirigí al piso de Jordi, tardé muchísimo, me tomé algún descanso por el camino y una vez delante de su puerta, y en la incertidumbre de no recordar cuál de los cuatro quintos era en el que vive, recibí una llamada suya, se acababa de levantar y había visto mi aviso de que me dirigía hacia allí.
Esa tarde/noche habían preparado un viaje de trufas mexicanas, me invitaron tanto a formar parte de la experiencia como al hongo.
Esa tarde/noche habían preparado un viaje de trufas mexicanas, me invitaron tanto a formar parte de la experiencia como al hongo.
Sobre las seis llegó Pepe Laroix, y nos dispusimos a preparar las trufas; íbamos a partir en un viaje de dudoso destino, del cual no quería formar parte en un principio, ya que su idea era pasarse el Pokémon Coloseum ensetados, y por mucho que me guste Pokémon, es lo último que se me ocurriría organizar para un viaje psicodélico; a pesar de eso quise apuntarme ya que nunca había tenido un viaje con ellos, y son quizás, las dos personas más cercanas a mi actualmente. A última hora se apuntó Alberto, el compañero de piso de Jordi, no sabía si quedarse y tomar las trufas o si volver a su pueblo; por lo visto estaba esperando una llamada de una chica con la que tenía que volver, pero tras la no llegada de esta, apagó el móvil y se unió a la compañía.
Para mí y el Pepe fue fácil comernos esas mexicanas, incluso, en cierto modo, las disfrutamos, pero ellos dos lo pasaron realmente mal, sobretodo Jordi.
Primero le subió a Pep, y no tardé en empezar a notar los efectos yo también, algo después los notaron ellos dos. Cuando la psilocibina empezaba a fluir aun ligeramente por nuestro cerebro, Alberto conectó su Bajo, y Jordi puso el videoclip antes mencionado. Mientras el compañero de Jordi improvisaba sublimemente sobre la canción, todos quedamos absorbidos por ese material audiovisual. Cada uno a su manera. Tenía muchas ganas de verlo en ese estado, pero he de confesar que no lo disfruté de la manera que esperaba. Pep lloró, cosa que me satisfizo increíblemente.
Una vez acabado el video, ya habíamos atravesado al otro lado; todo era diferente. El piso estaba a oscuras, con la tele encendida conectada al ordenador y en esta había una imagen, que iba variando cada cierto intervalo de tiempo, dando una iluminación totalmente distinta a la sala. Redescubrimos el piso de Jordi y Alberto, fue como estar por primera vez en este, o visitar otro distinto pero raramente familiar.
¿Qué decir sobre la experiencia?
Obviamente no jugamos al Coloseum, y obviamente, todo intento de describirla la va a simplificar.
Físicamente el lugar era el mismo, pero nos habíamos movido, perceptivamente estábamos en otro lugar, estábamos en contacto con otra dimensión, otra realidad, y la anterior había desaparecido del todo. Esta realidad está regida por leyes totalmente diferentes a la cotidiana, una de ellas es la percepción más pura del tiempo, en la cual la banal percepción de este que tenemos desaparece y nos acercamos más al concepto real, si más no es así como yo lo veo.
Hablando con Pep sobre el tema, llegamos a la conclusión de que, no existe ni pasado ni futuro (si más no la manera conceptual de verlos), sino que todo está sucediendo ahora mismo, solo que obviamente, únicamente tenemos acceso al nuestra porción de tiempo. Lo comparé con el espacio y puse como ejemplo, que nosotros (nuestro tiempo) estábamos encerrados en el comedor, mientras que en la habitación de Jordi tenía lugar la revolución francesa, en el lavabo la guerra civil española, en el pasillo eran tiempos de la antigua Grecia. La visión que tenía en ese momento era esta, el concepto de tiempo mucho más parecido al de espacio que de costumbre, y tenía, y aún recuerdo, un esquema mental muy claro de todo esto, pero es demasiado abstracto como para poder ser definido con la más mínima exactitud.
Éramos cuatro personas, y el ambiente a veces era demasiado partidario de la vertiente de risas y alejado del serio, el que realmente me gusta a mí, así que me alejé de allí, me encerré a oscuras en la habitación de Jordi, y me cuesta recordar que pasó exactamente, pero se acercaba a lo que estaba buscando.
Pep entró y se me unió, hablamos de bastantes cosas, y creo que realmente él necesitaba escuchar lo que le dije.
En ningún momento intente conscientemente hacer la función de guía, pero inconscientemente puede que ejerciera de tal en un grado no muy alto.
Las trufas no actuaron como droga, sino como vehículo, nos transportaron al lugar en el que nos encontrábamos; por algo lo llaman viaje...
Más tarde se nos unieron Jordi y Alberto y estuvimos debatiendo increíbles temas que todos los que piensen que esto no fue más que una drogada máxima no tienen la capacidad de entender. No me da miedo decirlo, si tú eres una de esas personas que cree que esto es una droga, de la misma manera que lo es un narcótico, infórmate más, y si lo haces y sigues pensándolo, siento ser yo quién te lo diga, pero estás limitado/a, si, en serio, tu concepción de “todo” está limitada. Citando a Jordi: “No sabes, en su más amplio significado”.
Allí dentro olvidamos la existencia de un mundo exterior, y al salir del cuarto, volvimos a redescubrir el piso, arrastrándonos por las paredes, acariciando con nuestro cuerpo el elevado suelo, siendo espectadores de un mural de numerosas caras de bebés perturbados.
Fumamos mucho tabaco, tiramos mucha ceniza y colillas al suelo.
En cierto momento, ya más centrados, en el momento que las trufas empezaban a bajar, Jordi propuso salir a dar una vuelta, y los tres explotamos en una máxima euforia ya que era justo lo que nos apetecía y llevábamos un rato pensándolo en profundo secreto.
Jordi pensaba salir descalzo, yo quería seguir su causa, pero preferí calzarme y me puse los calcetines, entonces noté incomodidad e inmundo calor en mis pies, así que me los quité y también fui descalzo; nos
llevamos la guitarra acústica. Cuatro jóvenes entripados, la mitad de ellos descalzos y uno sujetando una guitarra sin funda; debíamos ser el grupo más curioso e interesante en ese momento en toda Barcelona.
Fuimos a un césped delante de la torre Agbar, y el contacto de este, fresco y húmedo, con mis desnudos pies el tacto de los cuales potenciado por las setas, fue increíble, natural, puro, un regreso al mundo olvidado.
Fuimos a un césped delante de la torre Agbar, y el contacto de este, fresco y húmedo, con mis desnudos pies el tacto de los cuales potenciado por las setas, fue increíble, natural, puro, un regreso al mundo olvidado.
Allí nos encontramos una pelota, hicimos unos pases, tocamos, hablamos; fue increíble.
A la vuelta, hicimos una croqueta gigante en la freidora y comentamos que película mirar, yo quería desesperadamente mirar El Retorno del Jedi, Pep El Retorno del Rey y Jordi La Venganza de los Sith; Alberto se fue a dormir; hicimos votaciones y acabamos mirando La Venganza de los Sith.
Esa noche, y las dos siguientes, dormí en el piso de Jordi.
Sábado
Me desperté al medio día, cuando Pep entró en la habitación en la que reposaba, casualmente la única en la que no se podía dormir, ya que por lo visto esa compañera es un tanto…
Ese día hicimos poca cosa, y por la noche salimos por marina, odio salir el día después de una entripada. Un gran punto a favor fue que vino Yeray, un punto en contra fue que acostumbra ser difícil emborracharse sin dinero; en consecuencia Larroix hizo uso de su incansable generosidad como de costumbre.
Nos encontramos a David, un viejo amigo de Jordi, que quizás no esté pasando por la mejor etapa de su vida; esa noche durmió en el piso de Jordi.
Domingo
Para entonces, pretendía estar ya en Sant Feliu, para así votar al partido ecologista; pero aún no había ido a tocar a la calle, así que seguía a cero. Recibí alguna oferta en la que se me proponía pagarme el billete, pero las rechacé todas, eso habría sido rendirme; a una de ellas, también se le sumó el orgullo, por unas circunstancias que no contaré contesté: “No quiero tu sucio dinero”.
Esa tarde fui a tocar a la salida de la parada de metro de Glories, a 43 segundos de donde me encontraba; pero la cosa no fue muy bien, gané veinte céntimos que me fueron dados durante mi interpretación de Knockin’ on Heavens Door. A pesar de ello, fue una buena tarde, hice un amigo, Elton; un hombre de piel negra de 26 años, muy simpático y con el que congenié muy bien; quedamos para comer al día siguiente, en su casa, incluso me dio una t-10 para dirigirme allí. Todo genial hasta un par de comentarios sobre la prostitución y su frase de mientras me miraba el pecho medio descubierto: “¡oh!, eres velludo, mañana quiero verte”, no soy físico, pero creo que me estaba tirando la caña; no fui a su casa aprovechando que no me envió la dirección por fb como acordamos, en cierto modo me habría gustado ir, y en cierto modo lo quería evitar.
Ese día volvieron los compañeros de piso de Jordi, y David seguía allí, así que sobrepasábamos el aforo, pero nos lo montamos bien.
Por noche paseamos por alrededor de la Sagrada Familia, Jordi, David y yo, no pasó nada en concreto, pero fue agradable, tocamos y cantamos varis canciones, debatimos temas trascendentales sobre el futuro de Random Local Guys, llegando a decisiones de las que pronto sabréis.
En cierto momento de debilidad me dormí en el banco en el que estaba sentado, no sé cuánto tiempo después, creo que poco, me despertaron y volvimos.
Lunes
Como la resta de días, bastante comida, y por lo general, de una calidad sorprendentemente alta.
Al medio día me dirigí a la Sagrada Familia para “mendigar” allí, di un par de vueltas alrededor, sin saber dónde colocarme, estuve mirando uno de los parques de al lado; pero definitivamente me decanté por una acera que tocaba el mismo monumento, en la que al fondo había la típica señora mayor, muy tapada, pidiendo limosna con un vaso de esa especie de cartón que no se moja. Me senté, saqué la guitarra, la cejilla, la púa, y entonces, escuché recitar en elevado volumen una serie de palabras en un dialecto que no entendía; me giré y allí estaba, la señora acercándose a mí, haciendo gestos muy exagerados con los brazos mientras gritaba algo que no entendía. Una vez se acercó lo suficiente, rebajó el volumen, pero en tono de indignación se disponía a echarme de su calle; no quise discutir, y en verdad ella estaba en lo cierto, ponerme ahí era perjudicial para ambos. Mientras me iba me llamó, me había dejado la cejilla, ella se agachó para recogerla y con una sonrisa en la cara me la trajo.
El día anterior había hecho un repaso por mi repertorio habitual, esta vez quise tocar solo lo que pudiera ser conocido por quien pasara por allí, toqué bastante Stairway to Heaven, Heart of Gold y Hurt, y un par de veces Knockin’ on Heavens door, que fue la que más suerte me trajo (junto a la escalera al cielo).
Lo que más me sorprendió fue la reacción de los niños, todos, y si no todos, el noventa por ciento, se me quedaban mirando, pilladísimos, muy impresionados, y al darse cuenta de que sus padres estaban ya lejos corrían para alcanzarlos; si iban de la mano de estos, continuaban caminando mientras giraban la cabeza para poder verme todo el tiempo posible. (Al volver comentando la jugada con Jordi él dijo que quizás me confundían con el flautista de Hamelín, pero, ¿realmente se estaban confundiendo?)
Me fue bastante bien, cada hora, tres o cuatro personas me dejaban algo; y muy de vez en cuando ese algo era una moneda de un euro. Unos guiris se quedaron delante mío mientras tocaba Knockin’ on Heavens door, y al acabar me tiraron casi dos euros entre ambos, comentaron que les flipa Bon Dylan y se despidieron con un “¡You Rock!”
Cuando llevaba entre dos horas y media y tres, rompí una cuerda mientras tocaba In Bloom. Fue un bajón, pero en el recuento vi que tenía cuatro euros y medio, era lo que necesitaba para el billete a Sant Celoni, (no pensaba comprarlo hasta Caldes, al igual pagaba 8 euros en esas circunstancias) pero en un arrebato de máxima lucidez, vista la “facilidad” que tenía para ganar dinero y lo contento que estaba por el éxito de ese medio día, me compré un paquete de tabaco; Drum maya, 2,50.
Jordi no tenía cuerdas de recambio, y el aforo para dormir del piso estaba siendo sobrepasado, así que me fui al piso de Borja donde podría dormir; además, los cuatro que viven son músicos, podría usar una de sus guitarras para ir a la calle a tocar; Borx no estaba allí, pero tengo el suficiente buen rollo con Víctor y los griegos como para alojarme allí, y así fue. Poca cosa pasó esa noche, fumamos maría y jugamos al Curve; conocí a Gaspar, por su apariencia me pareció un tío normal, bastante insubstancial, pero cuando lo vi tocando flipé, además, canta muy bien, y su gusto musical es sublime; descubrí un par de grupos que me fliparon mucho.
Esa noche me llamó un amigo de Sant Feliu, oídos del cual habían llegado palabrerías de mi hazaña, y estaba muy preocupado, por lo visto, creía que estaba durmiendo en la calle.
Hacía bastante que no fumaba maría, iba muy ciego. Fuimos a dormir pronto
Martes
Fui el primero en despertarme, me comí las sobras de la cena de Orestis para desayunar, “sorprendentemente” no había ninguna guitarra que pudiera llevarme ese día, la acústica de Borja tenía le mástil quebrado, y amablemente Víctor no me quiso dejar la guitarra clásica de su padre; sin embargo me dio la cuerda que rompí el día anterior, pero tenía que ir al piso de Jordi a por la acústica, y por el horario de sueño de este Random Local Guy sabía que ese día ya no podría ir a tocar. Víctor se fue a la uni, y nos dejó a Gaspar y a mi solos, fue una mañana de música y tabaco, por mi parte puse mucho Bob Dylan y algo del Compay, por la suya, no me acuerdo, pero bastantes temazos de géneros muy distintos entre sí.
La “resaca” de la hierba me hacía sentirme muy mal, me sentía incómodo conmigo mismo, y sentía que estaba perdiendo un día entero, en el cual debería estar tocando fuera, ganando mi vuelta.
Estuve muchas horas en ese estado y tenía ganas de volver a casa, acostarme en mi cama y no levantarme en días, pero no tenía suficiente dinero para volver, tenía que habérmelo gastado en un puto paquete de drum, que ya empezaba a escasear. Me estiré en el sofá de la habitación de Borja y me mantuve un rato en un estado entre el sueño y la vigila durante un tiempo indefinido, y me vino bastante bien.
El camino de vuelta fue genial, pasé por calles que no conocía y llegue sin problemas, tardando mucho menos de lo habitual, o si mas no, no se me hizo nada largo; una de las cosas que he conseguido estos días ha sido congeniar con la ciudad, estar en contacto con ella, y la verdad es que nos hemos llevado bien.
Borja vive en Fontana y Jordi en Glories; el camino es larguillo, aunque no es para tanto, pero para casi cualquier habitante de Barna ir caminando de uno a otro es de las locuras más grandes que han escuchado en años. Si preguntaba para asegurarme de que iba en la dirección correcta no me decían como llegar a Glories, sino, el camino a la parada de metro más cercana, entonces tenía que especificar que iba a pata; esto sobre todo con la gente joven.
David fue al concierto de Iron Maiden, y cuando este finalizó vinieron a buscarle sus padres, me llamó por si quería volver con ellos; rechacé la tentadora oferta, había llegado demasiado lejos como para rendirme en ese momento.
Esa noche, una vez acostadas las compañeras de Jordi, nos sentamos a cenar en la mesa grande, y se nos unió Alberto, no tardamos en empezar una trascendental conversación, de la cual no recuerdo la causa; ellos, como estudiantes de física (cabe decir que, mucho más abiertos que la mayoría), en una posición algo agnóstica, con la necesidad de creer en lo demostrado y yo, como potencial estudiante de filosofía, en una posición más bien espiritual, absteniéndome de demostraciones y confiando en la intuición.
Lo que parecieron treinta minutos resultaron haber sido tres horas; Alberto intentó irse a dormir varias veces, tenía clase por la mañana, pero la discusión estaba tan reñida que tenía que dar media vuelta y continuar; al fin se acostó, eran las tres de la mañana, Jordi y yo intentamos continuar, pero aquello no nos llevaba a ninguna parte, aún menos si estábamos los dos solos. Después de esa conversa, me encontraba en un estado perceptivo aumentado, un alto grado de atención y un fácil acceso a mis pensamientos. Nos dispusimos a ver una película, tuve la responsabilidad de escoger, y escogí el Imperio Contraataca.
Miércoles
Mi intención era ir por la mañana a tocar a la Sagrada Familia y después de comer coger el tren dirección Caldes, una vez allí volver haciendo autoestop; pero me desperté demasiado tarde, y me dirigí hacia la basílica de Gaudí ya pasado el mediodía. Me senté donde la última vez y empecé a tocar, esta vez la primera persona en darme algo tardó bastante pero me dejó una moneda de un euro. Pasó bastante rato hasta que alguien volviera a acercarse con la misma intención; pasaron muchos niños, y su reacción fue siempre la misma y ya mencionada.
Empezó a llover, poco después rompí una cuerda, hacia mil que no rompía una y en tres días era la segunda que me cargaba; por suerte dos personas más me habían dado algo, ambos una moneda de un euro, ¡ya tenía suficiente para la vuelta!
Jordi subía al día siguiente, así que me quedé una noche más para volver con él.
Esa noche miramos El Retorno del Jedi, aunque casi miramos la adaptación cinematográfica de On the Road (Jack Kerouac).
Fue una mañana intensa, me desperté pronto; estuve escuchando Led Zeppelin, y a pesar de que he escuchado treinta millones de veces Stairway to Heaven, en vídeos relacionados me salía el live subtitulado, después de haber visto el tributo del Kennedy’s Center.
Fue increíble…
Nunca había interpretado el significado de la letra de ese modo.
Lloré, y también había llorado viendo el tributo; ¿Quién no se emociona viendo a Robert Plant llorar mientras escucha como versionan Stairway?
Por la tarde cogimos el tren, me faltaron cinco céntimos para comprar el billete hasta Sant Celoni, ya que era el tren para burgueses, con enchufes y esas movidas.
Durante el camino hablamos de bastantes temas sustanciales relacionados con Random Local Guys, y acabamos de concluir lo que llevábamos todos esos días comentando; pronto acontecerán sucesos dentro de RLG más que relevantes.
El llegar a Sant Feliu fue muy bestia, una semana puede parecer poco, pero esta realmente duró más de lo habitual, y me mantuvo totalmente aparte de mi vida cotidiana en general, y todo lo que esta conlleva; volver a Sant Feliu me devolvió muchas cuestiones apartadas durante este tiempo. Fuimos a dar una vuelta con Judit, interaccionamos con Joel, Gamel y Xusta.
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