cinco horas después sobre el camino, cinco años después sobre el papel
la noche por fin terminaba. tras una velada de delirios, drogas blandas, música y general sinsentido, las conversaciones a medias no llegaban a ningún lado y se perdían bajo la amenaza de un amanecer que nunca parecía que fuese a llegar porque el tiempo en esas acampadas es altamente relativo pero que cuando empezase seria demasiado tarde como para darnos cuenta y pudiésemos aprovechar la noche para hacer lo que habíamos venido a hacer fuese lo que fuese.
respirad.
pero no había nada que hacer. liberador en un principio como para disfrutar un camino de noche con vistas al mediterráneo y a la luna llena, el modo supervivencia se había apagado lentamente, aburrido a largo plazo y anestesiado con alcohol. la acampada no había estado mal, pero en aquel momento no podía sino pensar en todo en la vida como en una pérdida de tiempo; como mínimo para mi, como mínimo para un nanaky en la mierda y sin objetivos, si es que aún quedaba algo de nanaky en mi.
una tienda enorme de mi propiedad descansaba sobre la tierra del bosque, y un puñado de gente medio conocida medio desconocida descansaba dentro de ella. el sol salía por el horizonte (por donde cojones tiene que salir sino) y yo volvía de tocar la guitarra (o algo parecido aunque no demasiado) y de cantar canciones con cristian que ya desde el primer día nos quedaban grandes pero nos daba igual. cantamos en una especie de mirador como habíamos dicho que haríamos el día anterior pero que como todo, llegado el momento tampoco tuvo demasiado sentido. agotados, el se fue a dormir en alguna otra tienda superpoblada y yo me quedé otra vez, pues eso, sin nada que hacer.
el plan a seguir era simple y una puta mierda, quedarme dormido en mi tienda, despertar cuando despertasen los demás por la incomodidad del calor, recoger todo y empezar penosamente el camino de vuelta a casa, de mas de dos horas. después de una noche sin apenas descansar debía volver para ir esa misma noche al mar a trabajar, y si mi motivación todos estos días había sido la espera de esta decepcionante noche, no estaba seguro de poder encontrar ninguna razón para pasar siquiera un par de días mas trabajando sin caer en la locura.
no me seducía nada la idea. no tenía ningún mensaje en el móvil e igualmente me quedé sin batería poco después. a veces simplemente sin premios no soy capaz de funcionar, y a veces ni con ellos.
agarré un par de cosas esenciales y bajé todo el camino del bosque hasta la mística playa un poco mas abajo de la arboleda donde se encontraba el campamento base. las ascuas de la fiesta se abrazaban ahí entre ellos para no apagarse definitivamente, habían bajado a ver la salida del sol. alguien se bañaba y los demás supervivientes miraban el mar encenderse de rojo y blanco con alegría y yo con indiferencia. eran buena gente, había bajado con ellos hasta aquel lugar pero no estaba con ellos en absoluto. hablaban, fumaban, planeaban ir a sitios y hacer cosas, incluso volver arriba a la acampada y ponerse a dormir, o volver a casa y salir de fiesta esa misma noche y a mi todo aquello me parecía de otro mundo, yo solo quería desvanecerme en el horizonte y desaparecer. yo quería irme también, pero no quería despedirme de nadie, ni ir a ningún sitio en particular ni mucho menos salir de fiesta ni interaccionar con nadie, solo desaparecer.
no quería pensar en irme, prepararme para irme, dormir para que esa gente eventualmente despertase y poder irme, despedirme antes de irme. quería estar yéndome ya en ese preciso momento, estar ya a medio camino, mucho mas allá de la posibilidad de dar la vuelta. dar por terminado ese estúpido pequeño capitulo de mi vida y empezar lo que fuese que tuviese que pasar a continuación inmediatamente, sin transición, ni tiempo de espera ni estúpida revelación interior de por medio, aunque lo que me esperase fuese un destino terrible y nada prometedor.
mi energía había pasado momentos críticos al principio de la noche, había remontado en el cenit de la oscuridad a niveles aceptables pero desde hacía horas volvía a caer como una pluma balanceándose silenciosamente, hasta que de golpe fui consciente de que en realidad necesitaba descansar profundamente, y el cansancio me golpeó con toda su fuerza. me había forzado a mantener un estado mental agotador, a ser social y activo cuando todo lo que mi alma pedía era dormir en una habitación oscura. el insoportable peso de mil noches se apoderó de mi y me sentí envejecer veinte años de golpe. lo único que podía hacer para dejar de sentir esa presión que se acababa de instalar en mi pecho era fantasear con en la idea de estirarme, cerrar los ojos y simplemente descansar y soñar sobre el frío tacto de la arena mojada, sin pensar en nada. poder ser capaz de dormirme plácidamente en aquella playa como si nada importase en el mundo.
sin mas, me quité la camisa y me tumbé con la piel erizada por el frío directamente sobre la arena. al cerrar los ojos noté una molestia inusual, una tensión absoluta en la zona que uno se masajea cuando tiene dolor de cabeza. como si mi mente se hubiese también dado cuenta en ese mismo instante y tuviese poderes mágicos, la tensión se dispersó hasta desaparecer en ese mismo momento, pude sentir como ocurría, e inmediatamente me sentí en paz. junto a la tensión, desaparecieron todas las ideas y preocupaciones que me tormentaban segundos, minutos, horas, días, años y vidas atrás. por primera vez en lo que me pareció muchísimo tiempo, estaba tan relajado que creí estar dormido y durante decenas de minutos estar soñando las voces de mis amigos hablar en la orilla. la energía de la que hablé antes empezó a crecer otra vez desde la absoluta nada, hasta un punto en la que sentí no podía siquiera controlar. me empezó a llenar el cuerpo físicamente, desde el mismo corazón hasta las puntas de los dedos, que temblaban y donde sentía hormigueo agradable. aún estando estirado en la arena, con una guitarra al lado, mirando al cielo sin articular ningún sonido ni mas movimiento que parpadear y respirar profundamente, sentía que no podía mover un solo músculo del cuerpo sin romper el hechizo, pero que cuando me moviese no seria para levantarme lentamente, sino que explotaría en un grito descarnado o me levantaría pegando un salto de la playa al cielo para nunca descender.
ninguna de esas dos cosas ocurrieron. con gran esfuerzo conseguí mover los dedos y se me dibujó una sonrisa en la cara. mi estado mental no se desvaneció sin más por donde había venido como temía. me incorporé muy lentamente. sin rastro de mi cansancio físico ni existencial, muy tranquilo y completamente lúcido. me quité la arena pegada al cuerpo y la ropa, y siguiendo la inercia del movimiento completo me puse de pie sin realmente tener intención de ir a algún lado, ni sabiendo porque me acababa de levantar y ahora estaba de pie sin hacer nada mirando las olas del mar. mis compañeros me miraron con interrogación.
¿era nanaky otra vez?
el modo de supervivencia es un recurso, algo que dibuja una linea en el horizonte tras un mal momento, y decides que hasta que llegues a traspasar ese momento todo tu objetivo en la vida es llegas hasta ahí. ¿pero que ocurre cuando no dibujas una linea? la idea del modo de supervivencia, la ausencia de repercusiones mas allá, el hecho de que el tiempo próximo designado fuese no solo un limite sino una linea de salida a partir del cual vivir. todo ello era en teoría una herramienta para pasar momentos difíciles, días u horas complicadas, un día especialmente malo en el mar, lo que fuese. lo que yo no sabía aún era que ese mismo estado que había iniciado al principio del viaje y que nunca había realmente terminado, en esa precisa medida y condición, no era solo un mecanismo de escape temporal sino también una promesa de libertad infinita cuyos efectos estaba experimentando por primera vez; lo que me estaba subiendo era la vida en si mismo, y quizás también algo de mdma, los efectos de mezclar drogas acostumbran a ser imprevisibles, pero esa en concreto me estaba sentando muy bien. en aquel momento lo tenía clarísimo. como expresión, pues en realidad ni siquiera estaba pensando como para tener nada claro o no claro, el pensar ocurría. podría haber encestado veinte triples seguidos, saltar al agua desde los acantilados de la locura, convencido de poder volar, escrito un ensayo sobre el sentido de la vida sin necesidad de retroceder una sola coma.
no solo era nanaky, estaba en estado de flujo.
pedí en voz alta que devolviesen la guitarra que había tomado prestada al campamento base, y simplemente con lo que llevaba encima me perdí en el horizonte. dejé todo atrás; mochilas, tiendas, saludos y personas, confiando, sabiendo, que volvería a mi sin tener que preocuparme de ello, y que si no lo hacía era porque así tenía que ser.
la vida era maravillosa.
podía ir a cualquier lado del mundo. viajar al lejano oriente, irme a vivir a nueva zelanda, perseguir en argentina bizarros planes de juventud. escogí probablemente el mejor camino de todos, el mas largo y el mas ligero, y también el que me pareció mejor, no únicamente en su totalidad, sino en cada uno de los pasos por separado; escogí el mio, y yo lo que quería en aquel momento era volver a casa.
pasé bajo arcos de piedra y arboles inmensos, lejos y también cerca del mar. me crucé otras personas, que juntas o separadas iban a otros sitios, distintos lugares. mi aspecto de destruido quedaba a la perfección con el suelo fragmentado por las raíces imparables de los arboles bajo el cemento, en mil, trozos, de piedra, y mármol.
no recuerdo haber caminado nunca mas un camino como aquel, no podría repetirlo ni pasando mil veces por exactamente mis propios pasos que aquella mañana de verano. la intensidad de las identificaciones y significados que formaban sus obstáculos, desviaciones y ángulos exactos respecto la luz del sol formaban una historia que solo yo podía entender, y cada giro ofrecía un mundo nuevo a descubrir mas allá. los sinsentidos propios y los de aquellos que me rodeaban, los arcos de hierro, señales, percepción casi geométrica del entorno cuando las lineas del paisaje se alineaban alrededor de un punto focal. es cuando los chamanes se pierden en el bosque que encuentran animales perdidos y ven en ellos nuevos dioses para las antiguas casa de los dioses. fue como andar otra vez a francia con quince años antes de que ocurriese toda esta mierda y nos pareciese que eramos alguien, caminando y escuchando palabras sobre el viento. como el segundo verano del amor en sant feliu, como un recordatorio de como puede llegar a ser la realidad cuando no nos acordamos de nosotros mismos y nos libramos de nuestro absurdo peso existencial.
un recordatorio sobre la vida que se iba a desvanecer tarde o temprano. conforme andaba mas y pensaba en ello, era consciente de que esa sensación terminaría y que tarde o temprano volvería a mi estado mental habitual, muy lejos de aquel lugar; pero avanzado el camino aún podía andar y acariciar las horas de los arboles bajos y la flores que se asomaban en los jardines y eso era todo lo que importaba en ese momento.
no hay mas que contar, esta es una historia sin historia en sí. eventualmente llegué a mi destino, que solo se reveló como tal de forma natural cuando llegué a él. descansé en mi cama hasta la noche siguiente, que me esperaba no con otra luna llena sino con trabajo duro y largas horas de silencio y cosas irrelevantes e importantes por hacer, pero también con un par de mensajes que significaban que quizás no había un fin del mundo tras un horizonte de supervivencia. ¿sería algún día capaz de explicar el mundo? no el mundo en el que vivía, sino un mundo al que no puedes llegar ni tras una vida de silenciosa introspección, al que yo únicamente había conseguido vislumbrar una mañana andando sobre la tierra y el camino.
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