[Semana 32] Maxwell's House

Vida Universitaria
Semana 32
Maxwell House

Dado la histeria provocada por la última vez en: Preludio… y fuga, voy a volver a pegar en estos artículos el disclaimer que he ido dejando de poner por considerarlo redundante, pues creía que estaba claro que, aunque basado en mi vida, las historias que cuento son un poco una dramatización, una forma de ver lo sucedido, o directamente tiene partes inventadas para preservar la sensación que yo he vivido con ellas y vosotros, insignificantes mortales, solo aspiráis con leer.

Disclaimer: Si algunos de los personajes de esta serie totalmente de fantasía encuentras que se parece a ti o a alguno de tus amigos en el nombre o en las cosas que ha hecho, guarda el número de tu abogado que todo parecido con la realidad es pura coincidencia. Te lo prometo. En serio. Confía en mí.

Resumen para vagos de las semanas 29, 30 y 31.


Hoy vengo con instrucciones.

Toda historia tiene su trasfondo, o quizás el trasfondo es todo lo que tiene. 

Puedes leer esto de tres formas.

Si te interesa un pimiento mi vida y has entrado aquí porque quieres saber que ocurrió en Maxwell house, porque no fuiste y te mueres de envidia o tienes curiosidad, puedes intentar leerte La Historia, algo más abajo. Pero yo no tendría demasiadas esperanzas, este es un blog personal y ni puedo condensar tres días en unas pocas líneas. Si has ido y quieres revivirlo en formato literario, pues intentar también leer La Historia, pero yo no tendría demasiadas esperanzas, este es un blog personal y mi historia no será demasiado parecida a la tuya; quizás comerte un flan mientras ibas puesto de vodka y te tiraban harina es una gesta heroica en tu mundo, pero en el mío es completamente irrelevante, mientras que la vuelta a casa fue un momento crucial para el mío pero completamente irrelevante para ti.

Si te interesa un pimiento Maxwell house y no sabes de qué coño te estoy hablando, puedes leer solo el prólogo y considerarlo un capítulo más de mi atareadísima vida universitaria, con sus desmanes, sus dramas, sus historias de héroe trágico y sus mierdas habituales.

En ningún caso puedes intentar leer los dos. Aunque bueno, soy una frase, no un policía, haz lo que quieras.



El Prólogo


Me han pasado bastantes cosas aun sin querer las últimas semanas pese a mi ascendente comportamiento de maestro zen autodestructivo y ermitaño; mi etapa de 24 horas como filosofo en Sevilla, alguna que otra taja en mi piso, alguna que otra visita a la Vila, alguna que otra excursión, algún que otro intento de fumar salvia, escribir mucho y pensar mucho sobre The Game. Hasta he ido al teatro a ver a unos amigos, uno de los cuales conocéis bastante por aquí. 

Durante los días que estuve con la serie de artículos (hay bastante más de lo que publiqué el otro día) estuve en mi piso quizás un poco demasiado capficat. La satisfacción de cuando lo terminó se tornó en una especie de vacío raro y un cabreo con el mundo más que considerable. Me discutí con casi todo el mundo que tenía y mi alcance y me fui a dormir cabreado como una mona. Fuese como fuese, al final reaccioné y me fui a Maxwell House bastante ilusionado. Noté durante un instante el viento en la cara y me recordó al inicio de verano pasado, siempre heraldo de grandes aventuras. No sé si realmente fue mi predisposición o el acto en sí, pero suerte del cambio de actitud, porque al principio no lo tenía nada claro.


Joan Montana, en la única parte de la obra que no me hizo sentirme con ganas de suicidarme.

Os explico.

Maxwell House es el nombre de las colonias de física, organizadas por primera vez este año por un par de héroes locales que se encomendaron a tan magna tarea. Para aclarar toda posible ambigüedad, voy a traducir “colonias de física” a lenguaje habitual, es decir, casa de campo + estudiantes de física + alcohol.

Las colonias son un sitio entretenido, todos recordamos excursiones con el instituto con más o menos cariño, el colegio, el Montclar o lo que sea en las que hemos ido de colonias; se hacen actividades, conoces gente, hay monitores dando la brasa y al acabar te das cuenta de que dos días te han pasado como una semana y que habéis vivido en una especie de mundo paralelo en el que ahora impera una rara sensación de compañerismo alimentado por las bromas internas, las inevitables anécdotas, las historias que contar, las referencias a alguna persona externa al encuentro que no comprende después nada del hype organizado. En las colonias de mayores, la única diferencia es que en vez de monitores hay alcohol y en vez de actividades hay… más alcohol.

Razones para no ir

Últimamente no salgo de fiesta, no tengo ganas algunas de emborracharme ni acostumbro a beber por beber pese a que penséis lo contrario. La mayoría de fiestas, si voy sin alcohol en sangre me aturden; empiezo a observar el comportamiento de la gente y me deprimen cosas como el buitreo generalizado. Hay fiestas que no, hay fiestas en las que te sube el ambiente que hay, aunque tenía mis serias dudas de que se tratase del caso. Las expectativas no eran buenas, más que nada por la música que empezaban a colgar en el evento, aceptable para las 4 de la mañana en Playa de Aro, pero bastante menos apropiado para lo que intuía serian unas colonias de física.

Los estereotipos del estudiante medio de física tiran bastante para atrás en lo que estar de fiesta se refiere, así como en la sociabilización. Estamos hablando de una carrera donde la mayoría de gente no se apunta a una fiesta porque "estamos en la recta final" quedando cuatro semanas para los exámenes. Las colonias tal y como las pintaban solo les faltaba pedir una autorización de los papis para personarse; comida de catering que disparaba el precio a 55 euros dos noches sin contar transporte, una encuesta de 7 u 8 páginas sobre preferencias alimenticias y llevaban la organización del viaje en un Google Docs. Aconsejaban llevar ropa de repuesto, una bolsa para la ropa sucia, cepillo y pasta de dientes.

No conocía a los organizadores, pero parecían cumplir el triste hecho que los que más querrías que organizaran cosas son los menos organizados, y que los que son más organizados son los que no querrías organizando algo como una fiesta; y en este sentido las preparaciones rozaban lo infantil. El sectarismo imperante; aunque se da a todos niveles de la población, que ocurra en un campus universitario me parece bastante patológico y algo más que un simple estereotipo. No conozco ni una quinta parte de la gente que va, a algunos los he visto, a algunos no, con algunos llevo dos años haciendo las mismas clases y pese a eso quizás me suena un poco.

El porcentaje de chicas era deprimente; más que por el hecho de poder liarte o no con alguien, me preocupaba el hecho de que las fiestas con número reducido de chicas carecen de alicientes para que los chicos beban como cosacos, se comporten como salvajes, bailen absurdamente o saquen sus talentos mierder a relucir, lo que reduce sustancialmente la calidad de dichas fiestas.




Pero quizás la razón más obvia para no ir es en general la falta de alicientes. Yo me muevo por objetivos claros, por desafíos y competitividad. Ese es mi motor social, buscar siempre algo más, ya sea liarme con quien quiera esa noche, a proclamarme el rey de los lagartos. Me da igual cómo, siempre fronteras que conquistar, y, más importante aún, que yo vea como conquistables. Todas las impresiones que me daban estas colonias de física se alzaban delante mío como un muro social del que sabía que podía escalar pero que para ello debía hacer concesiones, reír sin gracia, conocer gente por la que no siento curiosidad y reunirme en grupos que no me apetecen a beber alcohol que no quiero para liarme con chicas que tampoco me gustan demasiado y así impresionar gente que me da igual.

En la vida social adolescente, todo ese conjunto de vivencias son algo nuevo, cada encuentro es una oportunidad, cada interacción durante alguna actividad un señuelo de que algo mejor va a pasar a continuación. Pero ya he recorrido ese camino, volver a ello, a una situación inicial, y descubrir que acostumbrado a un relativo éxito social aquí debo empezar de cero como todo el mundo, iba a ser algo demasiado difícil con lo que lidiar. Un muro demasiado alto en una ya de por sí muy homogénea, aplicada, responsable y ordenada colección de estudiantes de física, dada a un tipo de líderes más fiel a su propia imagen que a alguien como yo.

Para asegurarme de no encontrarme en una situación en la que no me sintiese Napoleón, hasta pensé en llevar mi portátil para retirarme a escribir si la situación me era demasiado alienígena, o un libro y unas setas alucinógenas, para así convertir esas colonias en una retirada espiritual. Fiel a mí estilo, en perfecta calma o en perfecta tempestad.




Razones para ir

Aunque no salga de fiesta ni beba porque si, unas colonias con buena gente es un buen motivo para hacer una fiesta y beber alegremente.

La música durante la noche me seguía preocupando, pero íbamos a llevar la guitarra de Borx. Entre mi compañero de piso, yo, y algún virtuoso guitarrista que sospechaba iba a venir, ya teníamos un mínimo de calidad sonora asegurado. Además, de torcerse la noche siempre podríamos huir y montarnos nuestro propio rollo en alguna habitación.

Los estereotipos del estudiante de física me seguían preocupando, pero oye, que yo también tiendo a ser un friki acabado y antisocial, escribo en un blog contando mi vida y pese a eso molo bastante. Y que bueno, ya sabemos todos que los estereotipos no son tales, yo mismo carezco de buena parte de los asociados a una carrera de estas características, y el tipo de gente que se apunta a unas colonias así ya es un filtro en sí mismo.

Deporte, mucho deporte. Había piscina, había pista de básquet, de futbol, de vóley. Además, haciendo deporte la comunicación sigue existiendo, es no verbal pero es comunicación, y para mí siempre ha sido una buena forma de entenderme con la gente. Además, es un campo en el que puedo demostrar mis más que evidentísimas capacidades atléticas superiores al resto de los mortales.

Me estoy quitando de eso de asociar mucho alcohol a liarme con chicas, y que mejor ambiente para eso que unas colonias de física, que son para mí lo que una librera a un alcohólico anónimo.

Bueno, sí, conozco a pocos, los que conozco no les veo nunca pero, joder, me caen bien. Son realmente buena gente, con un mínimo de inteligencia rara en el mundo exterior. Las ralladas, enfados sin sentido y el postureo extremo no existen en tanta medida como en el mundo exterior, entienden las cosas y tienen inteligencia emocional. Y a los que no les conozco, quizás todo teórico defecto se vuelva pasto del insoportable peso de la evidencia experimental al hacerlo, y que mejor lugar para ello que unas colonias en vez de ir a clase y sentarme cinco horas en silencio con ellos.




Esperé al ultimo día para tomar la decisión, y cuando se me anularon unos mas que prometedores planes, me decidí.

Total, que al final fui. 

Abrí la Game Boy Advance SP de Cristian y me dispuse a avanzar en mi nueva y flamante partida del Golden Sun. Entré en el tren en el primer vagón que encontré después de correr un poco, aun algo aturdido por la repentina necesidad de cerrar la Game Boy, guardar el móvil y correr a un tren que yo estaba esperando en el sitio equivocado. Aun aturdido depuse mis pertenencias donde pude dentro del vagón atestado de gente y unos señores empezaron a tocar Hit The Road Jack con un acordeón y una viola con unas cuerdas que parecían de tender la ropa. Mucho más aturdido, mire a mí alrededor y me quedé parado mirando la chica de delante de mí. Yo mismo no sabía porque la miraba; si porque era guapa o porque la conocía de antes. 

Terminó la canción y le pregunté. La conocía. Hace unos cuatro años. Es una historia muy corta; fui a Barcelona con el instituto, me encontré mágicamente una amiga, que conoció a esa chica del tren y fuimos los tres juntos a dar una vuelta, hablar un poco y, realmente, nada más. Me cayó muy bien y casi nunca más me acordé de ella, he estado muy liado los últimos cuatro años. Hablamos, entre nosotros y con una amiga suya durante una hora que se me pasó volando y bajé en Vic.




¿Porque os cuento todo esto? Bueno, me animó bastante el encuentro en sí, pero también me sorprendió mucho, pero mucho, que me dijera que lee Random Local Guys. Cada vez me lo dice más gente, y veo como subimos últimamente visitas de una forma bastante exagerada, pero que me lo dijese esa chica de la que me había olvidado me dejó K.O. Ya hemos conseguido algo, nos leéis, ahora solo hace falta que se os pegue algo. Porque a mas aumentamos mas me da la sensación de que os entran las cosas en la cabeza y salen sin mas, como una voz mas que oís en el metro y a la que no prestáis demasiada atención.

Y ya está.

Esa es la semana 32.

¿Qué cómo fue Maxwell House?

Pues exactamente como os podíais esperar vosotros, exactamente todo al revés de lo que había pensado yo.

¿Queréis la Historia? Tampoco no da para tanto, muchas cosas, muy concentradas, imposibles de entender si no habéis estado allí. Esta es una entrada floja, realmente floja. El resumen es que no me ha pasado nada importante, y que pese a ello ni he estado mal ni me he ido a Sevilla. Esta es una semana normal, de persona normal. A lo que tendría que estar acostumbrado. De seguro he hecho cosas que os resultarían mas impactantes que encontrarme alguien en un tren o jugar una partida del Golden Sun, pero no son importantes en mi historia. En mi historia ha sido mas importante la decisión de ir, y en que estado he llegado allí, con que ideas y la dirección del viento que soplaba que las colonias en si mismas.

Intentar impresionar con relatos de leyenda no es lo mio, ni el modo en que vivo mi vida no pretende ni debe ser extrapolable a ninguna otra persona, buscaros otro héroe si queréis eso, mas a medida de vuestros propios ideales.




La historia


Si sospechas quien soy pero no te acuerdas exactamente, puedes intentar identificarme como un atractivo joven caucásico ornado con un opulento colgante de zanahoria. También quizás me recuerdes como el hijo de puta del vodka en la carrera de sacos, por mi camiseta del Shohoku o por algún evento ajeno a la línea editorial de este blog.

Pero bueno, vamos al grano.

Uno no puede hacer predicciones muy buenas cuando realmente se trata de aventuras. Sin planteármelo, realmente la decisión de ir era una aventura bastante arriesgada, será que se me está yendo un poco la olla, pero de pronto me encontré el viernes, en una estación con un billete de tren destinación Vic, ciudad por la que hace años que no paso, con una mochila pequeña, sin el número de nadie ni habiendo quedado con nadie, yendo a una casa que no sabía dónde estaba con mucha gente que no conocía.



En cuando me di cuenta, encendí el chip de supervivencia y todo cambió. 

Bajé del tren y para mi sorpresa en el último vagón estaba mi compañero de piso. Bueno, todo parece mejorar, ya tengo alguna forma de llegar a la casa. Esperamos aproximadamente una hora en la estación, y llamado por un amigo mi compañero, nos pasaron a recoger para ir a la casa. Detalles apartes como la presencia de un matadero de cerdos al lado y un olor particular, mi primera impresión fue buena. Encontramos sitio rápidamente en una de las habitaciones, la casa era inmensa, había otra guitarra, mucha bebida, sistema de sonido potente traído por la organización, multitud de pelotas de básquet y fútbol traídas por los asistentes.

Voy a resumir mi estancia en modo cronológico y rápido porque si no esto se va a hacer eterno y todos tenemos cosas que hacer.

Primer día: Instalación, exploración, fútbol, básquet, piscina, vóley, alcohol, colegueo, cena, alcohol, pseudojuegos, alcohol, música, alcohol, fiesta, EDM, rock, alcohol, yo pidiendo fuego desde lo alto de un contenedor giratorio en medio de la parte exterior llena de gente bailando, mas alcohol, colegueo, EDM, escena en blanco, Golden Sun y dormir hasta las 12 del mediodía.

Segundo día: Despertarme en perfecto estado pese lo que daba a intuir mi estado en la noche anterior, desayuno, futbol, básquet, llegada de una segunda oleada de gente, comida, guitarra, gincama de la que participé poco o nada, el Barça pierde la liga, alcohol, guitarra, colegueo, ducha, cena, colegueo, alcohol, EDM, alcohol, rock, colegueo, alcohol, cosas turbias, falta escena, habitaciones, alcohol, guitarra, colegueo, juegos absurdos, mas alcohol, putadas varias, sale el sol por el horizonte, Golden Sun y dormir hasta las 12 del mediodía.

Tercer día: Despertarme en perfecto estado cognitivo pese lo que daba a intuir mi estado en la noche anterior después de dormir ininterrumpidamente pese el ruido infernal de despertadores y orquestas varias que me dijeron que sonaban. Desayunar, guitarras, recoger, comer, colegueo, más guitarras, preparación, salida.



Para algunos se terminaba aquí la cosa, con la voz más que afónica de cantar, gritar y beber más de lo común, repetir clichés y frases o conceptos o palabras que se hacen legendarias inevitablemente al pasar cierto número de días rodeado de la misma gente y un ambiente agradable y social; pero no fue así: entramos en el tren y poco a poco empezamos a proclamar lo rallados por los kilómetros que estábamos, como nos fumábamos la distancia, y afirmando cosas como puta vida tete, cuando toco cama me pongo sereno y demás lindezas. 

En algún momento nos damos cuenta de que teníamos una harmónica y una guitarra con nosotros, y, qué demonios, así se hace el viaje más corto para llegar cuanto antes a nuestro refugio habitual de hormigón armado, con nuestra comida, nuestros portátiles, nuestra música, nuestros portátiles, nuestras camas, nuestros portátiles, etc.

Empezamos a tocar, primero algo calmados y luego más animadamente, con la complacencia o maldición de los otros habitantes del vagón, algunos de la propia Maxwell House, que se encontraban en ese momento bastante consumidos. Se nos unió un grupo de niños y niñas de algunas colonias ajenas. Llegaron en tropel y nos acompañaron casi todo el viaje, pidiendo temazos tales como “pajaritos pintados”, canciones de “Els Pets”, “rojitas las orejas”. No nos sabíamos nada, pero les daba igual, se quedaban con nosotros a vernos hacer el idiota con la guitarra y una harmónica que ninguno sabia tocar, ellos se ponían contentos y nosotros nos íbamos animando por el inesperado público.

El monitor de su grupo se unió a nosotros, también tocando alguna cosa, y sintiéndose culpable si las niñas nos pedían la guitarra o si nos estaban molestando, pero realmente no nos importaba nada, estábamos en nuestra salsa; simplemente el ambiente y la droga no tomada nos había subido y cantábamos a pulmón con la poca y mala voz que nos quedaba.

La gente se fue marchando por el camino. Nosotros, lejos de parar, con alguna reincorporación de físicos algo recuperados, seguimos cantando y tocando, hasta llegar finalmente a nuestro destino. Nos despedimos de los últimos físicos y de unas chicas desconocidas que nos saludaban muy efusivamente desde el otro lado del vagón.

¿Qué quiero decir cuando digo que todo fue al revés?

Lo importante, pese a todos los pros y contras, pequeños y grandes, es la sensación que te transmite estar en un lugar con una cierta gente. Se pudieron plantear las colonias de muchas formas, pero fuese como fuese, se creó algo muy bueno que a veces es muy difícil de conseguir.

En algún momento me sentí algo extraño, la gente reuniéndose en corrillos que no me apetecían, y yendo de un lado para otro porque no tenía nada mejor que hacer, pero fueron solo momentos puntuales. 

Todo lo que creía bueno fue malo. 

Debido a la falta de tiempo libre que tuve y los entretenidos viajes en tren, no he podido avanzar nada en mi partida de Golden sun. 

Hice mucho deporte solo para comprobar que mi estado físico está lejos de ser el que debería, que he olvidado como jugar a básquet y que si me tengo que basar en como jugáis y la inteligencia y vivacidad que ofrecéis durante los partidos de futbol y vóley parecéis alumnos de magisterio extraviados. 

Todo lo que creía malo fue bueno.

Debido a la seguridad de un ambiente de gente parecida unida, debido a la excepción de ese encuentro que no está sujeto a las mismas normas de comportamiento no escritas del comportamiento entre aulas y pupitres, el ambiente fue agradable y de bastante colegueo. Las fiestas de las dos noches fueron animadas, con sus locuras, sus momentos estúpidos, sus ralladas por la música, sus motivaciones por la música (bendito seas el que ponía Mago de Oz y el héroe poniendo openings), sus bajones y sus subidas. 

Las comidas estuvieron bien pese algún problema técnico, animadas, los juegos estúpidos tuvieron su gracia, la gincama se me hizo corta, toqué tanto la guitarra que aún me duelen los dedos. Todo funcionó bien. Cuando las cosas funcionan bien es fácil olvidarse de que es algo muy raro. La organización fue increíble. Realmente me lo pasé bien, fue un paréntesis en lo que normalmente es un ambiente universitario tirando a gris. Un buen parentesis, mas que necesario para recuperar mi maltrecha fe en las personas.



Os voy a contar algo.

Hay diferentes formas de organizar un evento. 

Las dos no fiestas que hemos hecho como Random Local Guys han sido de una cierta manera, dejando lo máximo posible a la improvisación, ocupándonos de lo mínimo al inicio para luego poder desentendernos completamente de todo. Puede ir bien, se puede hacer fácilmente un buen ambiente debido a la permisividad y no requiere de agobios ni de mucho trabajo, pero también puede ir muy mal.

La otra forma contrapuesta es intentar controlar el máximo de cosas posibles, planeando mismos juegos o actividades intentando asegurar la situación, dar sensación de seguridad y que todo esté al gusto de todos. Mayormente va bien, el único peligro es controlar demasiado e intentar forzar, sobrepasando el simplemente crear las condiciones adecuadas, un ambiente que tiene que surgir por sí mismo. No se forzó demasiado. La otra pega, es que es un cargo de trabajo muy importante, mayor aun si el número de personas es grande y si involucran actividades, comidas, duchas, fiestas, etc.

Visto así, yo me quejaba de que parecía un planteamiento algo moñas en cuando vi las colonias pero no tenía mucha razón, sin duda el segundo planteamiento es el adecuado para estas circunstancias. ¿Hubiese hecho cosas diferentes? Probablemente. ¿Hubiese sido capaz de ello de la forma en que lo han sido los organizadores? Ni de coña.

Si nosotros montamos fiestas es para disfrutar de ellas, aunque también mole hasta cierto punto organizarlas. Quienes lo han llevado se merecen todo y más, pues se de primera mano lo que conlleva montar cosas y pretender que funcionen perfectamente. No sé porque lo han hecho, no sé si les gusta el reconocimiento, si lo han disfrutado, si se les ha ido de las manos; no tengo ni idea y poco me importa ya; simplemente os dedico mi más sincero:


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