Bienvenidos, a The Game.
En la primera parte, El Sexo y sus Demonios, hablé del estigma social del sexo y la sexualidad, sobre el juego, sobre expectativas, sobre tabús, sociedad e influencias que recibimos de ella.
La segunda parte y tercera parte, son realmente dos caras de la misma moneda, dos mitades del mismo tema, que he dividido por cuestiones de funcionales.
En la primera, El relativo peso de las relaciones, donde hablo de cuál es la situación actual a la que nos han llevado nuestras influencias, la relación romántica tradicional, y mi modo de entender todo esto.
En la segunda, El insoportable peso de las relaciones, donde hablo de los problemas de esta forma de entender la vida en pareja, separando la sociedad en dos mitades; también incluye, como en la primera parte, asquerosas generalizaciones variadas para que ninguno se vaya de aquí sin la sensación de haber sido insultado.
De momento, estas entradas son muy "teóricas", en parte porque son una especie de justificación de mi modo de vida y porque necesito una base para contaros cómo y porqué jugar. Aunque a veces tenga un tono borde o como que me enfado, es mi forma de hacerme entender, realmente no intento quejarme ni cambiar la sociedad; pues al entender como funciona, saco provecho de ella. El tono crítico me sale por defecto, quizás de alguna antigua expectativa que tenia sobre "como debería" funcionar el mundo.
Paciencia, apaguen sus teléfonos móviles, fumen, guarden sus insultos para el final e intenten disfrutar el viaje.
Movidos por lo que parece una fuerza inexorable de la naturaleza, confundimos etiquetas y aproximaciones con la diabólica y complicada realidad, nos creemos el romanticismo creado más para nuestro consumo de productos y servicios más que para el disfrute en la vida real; y acabamos interpretando esa ficción de humo y vergüenza como limites reales de los sentimientos y emociones que somos capaces de sentir. Catalogamos, sin ningún pudor, de amigos, novios y conocidos como si fuese una condición absoluta y sus fronteras estuvieran bien marcadas, a veces hasta creyendo que la etiqueta creara o destruirá la relación entre dos personas, que un simple beso ajeno puede romper o crear una conexión, que realmente es un sinfín de interacciones y expectativas comunes, definidas por nuestros sentimientos y experiencias compartidas.
Estamos locos
Detrás de esas clasificaciones, nos escondemos de la realidad, prefijando unos acuerdos comunes implícitos en el propio nombre de esta categorización, por lo que así podemos presentar una relación tormentosa que nos parece nadie aceptaría como algo socialmente aceptado. Limitamos la posible interpretación de los lazos comunes y nos hacemos más fuertes en nuestra pretensión de poseer a alguien teniendo acceso limitado a sus gestos considerados de afecto y a sus órganos sexuales, viendo cualquier extralimitación en este sentido, aunque sea un beso un centímetro más a la derecha que a la izquierda, como un incumplimiento de un contrato invisible que hemos tejido para tener sensación de controlar nuestras vidas. Como tal, para diseccionar nuestro comportamiento social, cortamos la etiqueta que cuelga sobre la relación y la exponemos tal y como es: un juego de sombras y expectativas rotas, que nada tiene que ver con la romantización, alimentada durante largas noches de soledad e involuntario absentismo sexual, hecha alrededor de la exclusividad al uso un pene o una vagina; hecho que a menudo olvidamos que, por si solo, nada puede ofrecer.
Definitivamente, estamos locos
No siempre es así. Tenéis razón. A veces, es realmente sincero, A veces esa etiqueta simplemente sale con el tiempo, como una necesidad inherente de poder explicar la relación a alguien que no se encuentra en la situación, se ve como un paso más en la creciente comprensión y estimación de nuestra pareja, el acceso único a sus genitales no depende de un contrato rígido y artificial sino que, si existe, es una consecuencia de que ya poseemos nuestro objeto de deseo. Ese es mi ideal de una relación afectiva. Eso es lo que debería ser una pareja. Pero me engañaría si pensara que en realidad, todas esas personas que vemos colgando corazones en su muro de Facebook tienen ese nivel de comprensión y no es una sobrecompensación de su sentimiento de soledad y de su necesidad de estar de alguien y mostrarlo al mundo; no como consecuencia de una relación afectiva, sino como un sinónimo de éxito social.
En el mundo que he conocido, aunque no me guste, la situación actual tiene dos vertientes, las personas en una denominada relación estable y las personas libres, disponibles y sexualmente activas. Las primeras se encuentran en un sistema de exclusividad sexual y las segundas en un sistema de teórica libertad y promesas ilusorias que algunos se han atrevido a llamar capitalismo sexual. Los dos son parte del juego, que se manifiesta de formas distintas.
El relativo peso de las relaciones
Dos personas tienen una relación. ¿Qué significa eso exactamente? Técnicamente, por el sentido mismo de la palabra, todos entre nosotros tenemos una relación. Todos estamos relacionados por lazos invisibles, profesionales, de amistad, compañerismo, odio, referencia, envidia, etc. Así que, al preguntarnos sobre que significa que dos personas tengan una relación, debemos saber de qué tipo de relación estamos hablando, pues sino es una frase incompleta. Aceptamos, por imperativo social, que estar en una relación implica un conjunto de cosas, que intuimos, que se encuentran implícitas en nuestra sociedad, pero que nadie se ha molestado en definir; precisamente porque la no definición de la propia relación da seguridad mental a los relacionados.
- ¿Cómo puede ser?
Hablamos mucho de las relaciones. Pero hablamos de hechos, y nunca del concepto en sí; tendemos a no cuestionar la estructura base y luego nos enzarzamos en estúpidos debates sobre guerra de sexos, sobre como de provocativa va esa chica o lo cabrón que es ese chico de allí. El mismo planteamiento de sus bases, implicaría que estas existen y pueden ser definidas o cambiadas, hecho que choca frontalmente con la razón de existir de estas clasificaciones, la estabilidad.
Quizás, como la situación del sexo como reclamo y tabú en la sociedad, lo veis como algo normal, pero yo nací hace un par de días; yo nada se de la estructura familiar de la sociedad agrícola ni del sistema de matrimonios romanos ni nada de nada, no soy Foucault ni lo quiero ser; yo me encuentro con que estas bien con una chica, os conocéis, os liáis, y de golpe, ocurre algo que no tiene nada que ver contigo y con vuestra relación; se hecha novio, y lo que antes era noches ahora son dos besos y no quiere saber nada de ti. ¿Qué ha pasado?
Entre nosotros no ha pasado nada, con alguien estas bien siempre que te ves, y un día todo se ha acabado: ha sido una injerencia externa, yo liándome con otra persona o un contrato de ella con otro ser que yo no conozco de nada, con el que yo no he tenido nada que ver, que ha transformado en nada mi relación no oficial. Ayer nos estábamos haciendo correr mutuamente y ahora es inapropiado darme dos besos porque ha ocurrido ¿qué dices que ha ocurrido?
Entre nosotros no ha pasado nada, con alguien estas bien siempre que te ves, y un día todo se ha acabado: ha sido una injerencia externa, yo liándome con otra persona o un contrato de ella con otro ser que yo no conozco de nada, con el que yo no he tenido nada que ver, que ha transformado en nada mi relación no oficial. Ayer nos estábamos haciendo correr mutuamente y ahora es inapropiado darme dos besos porque ha ocurrido ¿qué dices que ha ocurrido?
Si eso es normal, quizás os debáis replantear lo que entendéis por "normal", mi conclusión, la habitual, ya la conocéis.
Estamos todos locos
Las etiquetas que he usado para designar diferentes tipos de relaciones, realmente no existen. Son acordes invisibles, aproximaciones a una combinación prácticamente infinita de expectativas, experiencias y sentimientos. Usamos esas clasificaciones para entendernos, para podernos comunicar, pero no debemos confundir la etiqueta en si con una relación perfectamente definida, básicamente porque no existen las relaciones perfectamente definidas ni van a existir nunca. Cada persona tiene su interpretación de las relaciones que hay en su vida, que cambian con el tiempo y poco tienen que ver una con la otra; ¿Tiene algo que ver la relación de amistad que tenías con tu mejor amigo de primaria con el último amigo que has agregado en Facebook? ¿Verdad que no? ¿Porque intentamos hacer lo mismo con la gente con la que follamos?
En el complejo baile social, usamos esas clasificaciones para establecer unos vínculos y unos comportamientos que se enmarcan dependiendo de esas relaciones. Facebook es un gran ejemplo, con sus “amigos” y con su tal y tal están ahora en una relación. Esas clasificaciones son necesarias, enmarcan nuestro comportamiento, nos dan seguridad mental organizando nuestras relaciones en cajoncitos y creyendo que no se van a mover de ahí. De no ser así, deberíamos estar siempre pendientes de quien sigue siendo nuestro amigo o de si hoy tu novia no se ha despertado no siendo tu novia. Hemos creado esas clasificaciones a imagen de ciertas necesidades sociales que tenemos, pero eso no quiere decir que sean las únicas combinaciones posibles ni que la realidad tenga que sentirse obligada a cumplir con nuestras expectativas.
Existen unas ciertas etiquetas específicas muy interesantes, relacionadas con el juego de un modo u otro. Amigos, conocidos, compañeros, colegas, familiares, amantes, parejas. A las que se han unido, fruto del cambio social que estamos teniendo: amigos con derecho a roce, follaamigos, rollos, líos, pagafantas, etc. Aunque la situación global sea aún bastante tradicional, ahora las chicas antes de una cita van a depilarse el coño cuando antes iban a la peluquería, así que algo está cambiando. Sin embargo, la reina indiscutible del baile social, la aceptada por niños y mayores, es la mítica, absoluta y la única moralmente aceptable relación de pareja tradicional.
Definimos, en primicia, desde RLG: la relación de pareja tradicional; una relación afectiva simbiótica, marcada por la exclusividad sexual, la seguridad emocional y una controlada codependencia mutua.
Es la más extendida, de lejos, en toda nuestra cultura occidental. De hecho, esta tan extendida que se toma como el prototipo de relación, incluso negando la existencia de otros tipos y extendiendo el significado de elementos propios de esa relación a todas las demás, como por ejemplo el concepto de infidelidad y espacio personal, aunque no tengan sentido fuera de esa relación. Tan extendida está, que toda relación afectiva diferente de esta se toma como perversa o como un aprovechamiento de un miembro hacia el otro, dejando de ser una relación simbiótica a ser un parasitismo, o un chico buscando ponerle los cuernos a su novia, aunque ese concepto no tenga sentido en esa relación; cuando muchas veces estas tan idílicas relaciones, ensalzadas por la idealización del amor romántico, son en realidad las que se vuelven parásitas o incluso destructivas.
La relación tradicional no es debida solo a la construcción social correspondiente a la idea del amor romántico, también responde a unos ciertos mecanismos con los que ya nacemos, o dicho de otra forma, aunque es una construcción social no es un castillo en el aire y responde a unas ciertas necesidades que tenemos por el hecho de pertenecer a la raza humana.
Que para reproducirnos con alguien seamos selectivos mantiene en marcha el motor de la evolución de las especies, adecuadamente denominado selección natural; pero no es la única relación que pueda existir que satisfaga nuestros imperativos biológicos, pues estas relaciones han cambiado a lo largo del tiempo al mismo ritmo que lo hacia nuestra condición social y nuestra consciencia colectiva. Ha habido cambios, muy recientes desde el punto de vista evolutivo, a los que nuestro cerebro no se ha adaptado aún y hemos compensado de otras formas. No vale, entonces, simplemente hacer analogías de pseudo psicología evolucionista como en el famoso caso del candado y la llave, ni con otras especies, ni con nuestros instintos biológicos para decidir como nos comportamos en sociedad, que comportamientos premiamos y que conductas son tolerables sin tener en cuenta multitud de factores más y el hecho de que no pensamos de manera consciente y directa sobre estos mecanismos de reproducción.
El problema, es que se toma la relación descrita como la única posible, y que siguiendo con su identificación romántica e idealista se toma la exclusividad sexual como una consecuencia de los lazos afectivos, cuando en realidad raramente se da ese caso. Se toma la exclusividad como el rasgo diferencial de ese tipo de relaciones e inconscientemente se le asocia todo lo demás, medio esperando que el follar cree los lazos, medio creyendo que el sexo es una consecuencia de estos; cuando no es ni una cosa ni la otra.
Hay cierta predisposición, pero no es ningún imperativo.
De estudiarse en profundidad el origen de la mayor parte de matrimonios jóvenes de este país, de cómo se formaron y qué cualidades condujeron al acuerdo, los pilares sobre los que se asienta esa institución tendrían el grosor de un lápiz. Porque apenas se hallarían pruebas más veraces que el miedo a la castración vital de ellos y a la soledad en ellas, privación del mandato biológico. Con deplorable frecuencia el hombre asume la mano del primer coño que toma. Ella, del primer interesado en tomarla. Así cumplen la trampa de Nietzsche de reproducir la especie sin la más remota intención de mejorarla ni divisar un horizonte de común felicidad.
El drama tardolescente - Gonzalo Vázquez
¿Responde realmente la relación tradicional en la sociedad actual a los ideales de amor romántico o eso es solo una edulcoración que sirve de consumo pero en realidad solo observamos en la vida real en forma de clichés y no en lo hondo de nuestras relaciones?
Pues así, en frío, sin habérmelo preparado pues yo creo que... NO.
Pues no paro por todos los rincones de este mundo de encontrarme chicas que, siguiendo la tendencia biológica, se toman su exclusividad sexual, o el acto mismo, o las muestras de cariño, como un premio que dar y quitar a cambio de los pormenores afectivos de una relación simbiótica en lo sexual y parasitaria en lo emocional, en el ejemplo más claro de prostitución sentimental que he visto en mi vida. He usado de manera consciente el sexo como refuerzo positivo a una conducta, y me he encontrado en situaciones que yo reconozco como de sociópata manipulador; pero todo ello palidece frente a las actitudes inconscientes de la mitad de la población femenina de este país.
Tampoco los chicos se salvan de esta, pero el follar por follar en un chico ya es una actitud socialmente denostada mientras que la manipulación sentimental consciente es una actividad rutinaria en la pareja moderna occidental. Deseosos de meter la polla en caliente por una vez en la vida, simplemente disfrazamos ese hecho, incluso ante nosotros mismos, de buenas intenciones; porque simplemente es imposible distinguir una cosa de la otra bajo el insoportable peso del imperativo sexual. Confundidos y calientes, bajo el abrazo de la noche nos acercamos a la chicas con intenciones reproductivas, tomamos el primer coño disponible, y nos aferramos a él por la creencia de que al dejarlo ir, seremos incapaces de encontrar ningún otro. De dejarlo ir, nos quedaremos en el estado en el que estábamos anteriormente, desconsolados, calientes y confusos y encima habiendo probado las mieles, al principio considerado secundarias, de codependencia, comprensión y afecto.
No nos damos cuenta, pero nos comportamos así.
¿Significa esto que las chicas se prostituyan a cambio de afecto y que los chicos solo quieran follar?
No. ¿Estáis tontos?
Como siempre, es el subconsciente. Una cosa son las decisiones conscientes que tomamos, sujetas a la moralidad y raciocinio, y otras son las tendencias inconscientes, imperadas principalmente por nuestra herencia biológica y nuestra experiencia previa. Nadie, o casi nadie, piensa conscientemente "voy a ofrecer sexo a cambio de afecto" porque nosotros mismos interpretaríamos ese afecto como algo artificial y ya no sería tal. Lo que ocurre es muy distinto, nuestras decisiones conscientes se ocupan de ocasiones puntuales en las que actuamos según lo que nos parece lógico y correcto en cada momento, pero siguen, en su conjunto, las tendencias inconscientes, que no tiene por qué corresponderse con ninguna idea que hayamos tenido nunca y va a guiar nuestro comportamiento si no somos capaces de identificar. Igualmente, tampoco se trata de un simple intercambio mercantil, hay personas pegadas a esos conceptos.
Como veis, el juego no es sencillo. Tenemos todo mezclado, tendencias biológicas de una sociedad que ya no existe, estructuras sociales obsoletas, influencias culturales que no podemos controlar y encima confundimos todo eso con las decisiones conscientes que tomamos, creyéndonos seres lógicos y racionales, y viendo esas tendencias en otros pero nunca aplicándolas para cambiar nuestro comportamiento y admitir que no tenemos ni idea de a lo que estamos jugando, pues eso sería un golpe bajo de la ya de por si patética autoestima del ciudadano medio contemporáneo,
Intentando limitar el juego, encauzar nuestra vida para tenerla etiquetada, y tener un cierto grado de seguridad mental al creer que no seremos “traicionados”, en el sentido de que el juego de nuestra pareja no se saldrá de lo que esperamos de él, creamos la relación que he definido: una relación afectiva simbiótica, marcada por la exclusividad sexual, la seguridad emocional y una controlada codependencia mutua.
¿Qué significa relación afectiva? Significa simplemente que los dos miembros sienten afecto uno por el otro abiertamente, y que se nutren de ese intercambio. Los miembros buscan aceptación y apoyo por parte del otro. Sentirnos parte de algo. Sentirnos admirados. ¿En qué grado? ¿En qué proporción? ¿Cómo se expresa? Depende de la relación, depende de las personas.
¿Qué significa relación simbiótica? Significa que los dos se benefician del conjunto de esa unión. ¿En qué grado? ¿En qué proporción? Depende de la relación, depende de las personas.
¿Qué significa dependencia y codependencia? Si la dependencia es depender de alguien, la codependencia es la necesidad de que otros depengan de ti. Muchas personas no pueden vivir solas. Necesitan comunicar a alguien si van a hacer la compra, si se van a dormir o si se van a duchar. O quizás no es que lo necesiten, pero se sienten más cómodas así. Más allá de la propia comunicación efectiva. Demasiado a menudo, veo chicas que pasan el día al teléfono, contando el día a sus padres, y cuando tienen novio simplemente cambien el receptor. Buscamos validación, a veces incluso en las tareas más absurdas. Un, "venga, lo estás haciendo bien" o una palmadita en la espalda; similar al efecto que nos hace postear tonterías rutinarias en Facebook y Twitter como comenté aquí. Es imposible establecer unos cánones absolutos, depende de la relación, depende de las personas.
También hay gente que les gusta sentirse el centro del mundo, que no ocurra nada sin que ellos estén presentes y puedan dominar toda la interacción, en pareja, esta codependencia se define según los propios límites de los componentes, y hay tanto parejas perfectamente capaces de pasar una semana del otro, como volverse frenéticos si ayer por la noche no les contestaron el ultimo whatsap diciendo que se iban a dormir. Todos queremos, en cierta medida, notar que importamos, que alguien esta pendiente de nosotros, que somos útiles. Es perfectamente normal.
¿Qué significa exclusividad? Exclusividad en el sentido de sentirnos únicos, es la piedra angular de este tipo de relaciones. No solo de sexo, pese a ser el principal, también hablo de emociones y sentimientos. Queremos sentirnos únicos, especiales, útiles.
En el caso concreto de la sexual, al tratarse de una exclusividad manifiesta, hasta a veces bajo estatus legal, ocasiona una retahíla de consecuencias. El sexo es también una expresión de afecto, una comunicación, no todo son tetas y culos; pero al monopolizar la descarga sexual en la relación, el acto se hace importante, vital, imprescindible en todos aquellos que sientan deseo carnal. De no ser una exclusividad, estaríamos hablando de un tipo de relación completamente diferente, del que ya hablaré.
La función evolutiva es obvia, nuestro cerebro primario ponen el placer como caramelo al final del juego para que nos reproduzcamos, así que hace que nos atraigan las personas con quien pudiésemos tener descendencia más sana. Al ser nuestra pareja elegible, nos aseguramos que sea la adecuada para que la descendencia prospere, porque el otro miembro de la relación va a cuidar de ella. Amor, afecto y cariño incluidos.
La función social es la de la conquista. Se supone que debemos tener, querer pareja. Tener una pareja considerada por la sociedad como atractiva, nos reporta más reconocimiento social. Así y mil implicaciones más, pero es producto de que te has quedado con la que tiene mejores genes del pueblo, así que debes tener alguna facultad sorprendente que te hace cazar mejor búfalos o vivir mas años o que se yo. Por eso las chicas te valoran como potencial compañero sexual si alguna otra chica ya te ha considerado como tal está diciendo: estos genes son buenos chicas, aprovechad. Y es aquí donde surge la atracción.
Follar, y por extensión debido a la relación tradicional, tener pareja, comporta reconocimiento social, alimentado por millones de películas, series y libros en que el objetivo último de la vida del protagonista es conseguir a la chica, y la de ella, dejarse conseguir por el príncipe de turno. Pero no cualquier chico, o cualquier chica. El valor social de esa unión solo va a ser tomado como éxito si la pareja es socialmente deseable, es decir, si otros valoran intuitivamente sus genes como valiosos. Si te follas alguien por encima de ti, es que eres un dios y debes tener talentos de valor. Si te follas alguien socialmente considerado por debajo de ti, estas cayendo bajo.
Similarmente, si te acuestas con alguien considerado fácil de acostar, también te estas rebajando, pues se considera que muchos otros podrían hacerlo pero al no aceptarlo están rebajando su nivel social. Te han rechazado, así que baja tu nivel social, y con ella tú autoestima. Por eso la gente intenta ligar en discotecas, beben alcohol, que no es un excitador, no es un afrodisíaco, es un depresivo pero que actúa también como un inhibidor social, así que les importa menos lo que digan de él y así pueden superar la ansiedad de aproximación; heredada del hecho de que si, unos miles de años atrás, intentabas ligar con la chica equivocada, igual alguien te cortaba el cuello o te pegaba con un palo.
Esto es muy importante, y también funciona de manera inconsciente cuando valoramos el atractivo de una persona. El atractivo viene dado por muchas más cosas que por la belleza objetiva, si es que eso existe, y uno de esos factores es su nivel social. En el imaginario popular, como la exclusividad sexual es un factor que ofreces a tu pareja, que esa lista de parejas, incluso anteriores, sea amplia lo que hace es restar valor a lo que tienes que ofrecer. ¿Es la solución ser más elitista? ¿O cambiar nuestros estándares al valorar nuestra pareja? ¿Sentirnos especiales en cosas que importen de verdad? ¿Dejar de follar? ¿Que desde que naces te marquen una pareja de por vida, o prefieres que la escoja tu cerebro después de pasar años sin follar?
Muchas veces he estado liado con chicas que mi entorno ha calificado como no deseables.
“¿Qué hace Jordi liándose con eso?”
“Has caído muy bajo.”
"Puedes aspirar a mas."
Son comentarios, por desgracia, comunes en este mundo. Yo también los he hecho. Era mi cerebro neolítico, degradando la competencia, haciéndome sentir mejor al no poseer yo a la chica, preservando mi nivel social.
Esa, es la magnífica influencia social que tenemos. Por suerte casi siempre he sabido estar por encima de la valoración social externa, o así me lo ha parecido; he visto muchos chicos rechazar chicas que les gustaban solo porque su pandilla ha hecho un comentario que sugería que no les gustaba, cuando la mayoría de esos comentarios son racionalizaciones del hecho de no poder conseguir nada con esa chica en concreto, que arreglan con el metódico “si no me la tiro es porque no quiero”. JA, y mil veces JA.
No hay que preocuparse en exceso, las mismas personas que dicen cosas así son los que solo les hace falta aplaudirme por la calle y limpiarme los zapatos cuando me tiro a una modelo; de la misma forma que me menospreciaban por liarme con una chica “por debajo de su nivel” que en realidad a mí me gustaba muchísimo más.
Hay ciertos gustos comunes, influenciados por nuestros instintos compartidos y los modelos de conducta y cánones de belleza de nuestra sociedad; pero a la hora de la verdad también existen multitud de diferencias de gustos, así como maneras de entender la belleza y características personales que se encuentran más allá de una foto de perfil de Facebook.
Como defendí en la primera parte, el sexo es un tabú, nos sentimos cohibidos con nuestra propia sexualidad y cuerpo, y la pareja es el único ambiente en que se supone debemos expresarla. Así, se crean lazos al asociar irremediablemente sexo a todas las otras características de una pareja funcional. Solo nos volvemos capaces de follar en ocasiones de exagerada confianza, seguridad y privacidad absoluta, como si algo dramático fuese a pasar de no extremar hasta el absurdo las medidas de seguridad emocionales; y toda esa parafernalia solo se consigue después de pasar mucho tiempo con esa persona, y aun así cuesta muchísimo que alguien nuevo en la actividad se integre completamente, pero en lo poco que desarrolle, solo lo va a hacer dependiente de una pareja estable para practicarlo, y desechará el sexo en cualquier otra circunstancia.
No hay que culpar a las chicas de que hagan eso, son víctimas. El número limitado de compañeros a lo largo de una vida amorosa de estas características empobrece fuertemente lo que podría ser una gran fuente de experiencias, pues de todas las chicas con las que me he acostado, nunca he tenido dos polvos iguales, y si no hay dos personas que se líen igual, imaginad follar. A follar se aprende, y si alguien os dice que sabe follar con cualquier chica es que no sabe follar con ninguna. El silencio redundante al tema hace antever lo contrario; damos por supuesto que hay que saber follar cuando precisamente aquellos que hacen alarde de ser muy sexuales o tener excelsas habilidades en la cama son en su gran mayoría fantasmas o impotentes o frígidas, o falsas liberadas o ninfómanos; su adicción no les lleva al goce continuo como podría pensar uno al leer la palabra ninfomania, pues nace no de la complacencia sino de la compulsión, de la propia incapacidad de ser satisfechos.
Todo esto provoca una situación de comunismo sexual: todo el mundo folla poco y poco variado, se embarcan en relaciones sin nada más en común que la mutua necesidad imperante (pues no parece haber otra forma de liberarse) de tener orgasmos compartidos y en la incapacidad para vivir solos.
"Pero oye, al menos tengo novia." - Cacarean.
Simplemente no conocen otra cosa. Y ojo, que puede ser que con tu novia contactéis perfectamente en ese sentido, conexión y disfrute que se incrementa con el paso de tiempo y los polvos, pero realmente sería muchísima casualidad que precisamente tu perfecta compañera en la cama sea también tu perfecta compañera sentimental, tu amor romántico, tu mejor amiga, mejor compañera de piso, la idílica madre de tus hijos y la primera que te ha hecho caso al tirarle la caña. Realmente pocas veces coinciden, aunque si les preguntas por allí, todos te van a decir encantados que, en su caso, es diferente. Qué casualidad, todos los casos especiales son exactamente iguales, algunos encuentran la perfección en la primera chica dispuesta a abrirse de piernas después de una época de desengaños amorosos en la que bajan continuamente las expectativas en cuanto a pareja y las esperanzas de no llegar a los treinta viviendo en una casa llena de gatos. A Ted Mosby le hicieron falta 29 chicas y yo nunca he encontrado nada parecido con las dos gritones y una con las que he estado.
El tabú sexual puede tomar muchas formas, y no siempre reafirma la estructura de relación tradicional. Algunas veces, gente que se ha sentido reprimida, tiene su despertar, quizás mejor que si nunca hubiese estado cohibida, porque lo prohibido atrae; ¿o es que acaso no habéis conocido nunca a nadie que encuentre morboso hacer en un sitio donde puedan ser pillados? Otras veces, como por ejemplo en Japón, el tabú está presente en la vida en pareja, pero en cambio un señor de cuarenta años entra en un edificio a comprar hentai de tentáculos a plena luz del día sin que a nadie le parezca nada raro. Nuestra forma de entender el sexo no es la única en el mundo.
¿Qué significa seguridad emocional? Estos conceptos que ya hemos mencionado, se combinan para generar un estado de seguridad mental en la pareja, una cierta estabilidad en la que todos estos conceptos se combinan para ver si encajan en una convivencia continuada. No hay modo de ir definiendo esa relación más que interactuando. Establecer un título y decir a los cuatro vientos que estáis saliendo solo proporciona una temporal seguridad mental, un pequeño remanso de tranquilidad en todo este juego que puede servir para construir una relación de verdad. Pero más importante que la convivencia continuada como hecho, es la sensación de seguridad emocional que conlleva, no tiene por qué ser una convivencia real y esta seguridad puede existir aunque ninguno de los dos se dirija la palabra durante una semana, algo impensable si esos dos se conocieron el sábado, follaron y no saben nada el uno del otro hasta la semana siguiente. ¿Se acuerda de mí? ¿Le gusto o solo quería follar? ¿Me va a llamar? ¿Tendrá otra pareja?
Semejante carrusel emocional es todo lo contrario a la concepción de relación tradicional en la que encajonamos esas posibilidades en compartimentos denominados "relación" de manera que creemos que así no se van a mover de su lugar. A veces, esa relación es solo teórica y algunas personas la usan de pilar para poder afrentar otras cosas en su vida, teniendo la seguridad de que ese pilar siempre va a estar allí y van a poder recurrir a el cuándo necesiten apoyo emocional, aunque eso nunca ocurra, crea una sensación de seguridad, aunque el pilar se haya ida hace tiempo y la relación sea, efectivamente, solo teórica. Por una de las partes, cuando realmente están solos. No les importa, su objeto de deseo era la relación en sí, el amor o la sensación de seguridad; y van a llorar y maldecir sus huesos igual que si el vínculo hubiese sido real, porque en su mente, lo era.
Todos o casi todos estos mecanismos, si uno se fija con un mínimo de atención, verá que están destinados a la creación de un ambiente autocontenido donde un ser humano obtiene todo lo que pueda necesitar para ser feliz sin necesidad de esforzarse demasiado ni moverse de su casa, pero precisamente esto también se puede convertir en una trampa difícil de escapar, y un potencial pozo de problemas de fondo fruto de la incomunicación, el malentendido y el resentimiento; esa seguridad mental nos puede llevar a la idea que no tenemos que hacer nada para defender nuestra relación, desgastada sobre todo por la exclusividad y una excesiva dependencia emocional, tan excesiva que puede dejar a uno indefenso frente al mundo en el caso en que la relación desaparezca.
¿Qué hacer entonces? Se juega mucho en una sola carta, nuestro cerebro se siente atraído por alguien un sábado noche, da la casualidad que ese alguien nos corresponde y como es la primera vez que ocurre y no sospechamos que vaya a pasar otra vez, corremos todo el circuito, al vernos por primera vez en una relación, nos enamoramos de la sensación de estar enamorados, de la seguridad emocional, y tenemos la feliz esperanza de que esa persona que hemos escogido será exactamente la persona con quien queremos pasar el resto de nuestros días.
Most heterosexual people in this country, and around the world, meet each other, and get together with one another when they’re totally, totally drunk. Smashed out of their minds they could not spell their own face. And they go home with that person! And you might spend months with that person, or a year, or you might have a family! This is what happens, this is how you meet. But you wouldn’t buy a toaster when you’re drunk, ‘cause that’s too important. It's got to be crispy and just the right way, hasn't it?
Like, totally - Dylan Moran
Así, el mundo de comunismo sexual, dominado por las relaciones tradicionales, tiene algunos problemas importantes, la mayoría centrados en mezclar la propiedad y la monogamia, al relacionar su ideal de amor romántico con la cruda realidad. Tiene mas.
Continuará.
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