La (des)educación. Parte I


La historia de mi vida se puede resumir en dos apartados distintos, por un lado la historia de mis problemas con las mujeres, y por otro mi fantabulosa vida académica.

Después de sospesar largamente cuál de las dos os interesa menos, he llegado a la conclusión de que nadie se leería 900 apocalípticas páginas sin ilustrar sobre tetas y culos, pero que un par de páginas sacando vísceras y sangre sobre profesores y rebaños pueden tener su sentido.

Considero que alguien que se no haya revelado nunca contra nada en su vida carece de credibilidad. Porque no ha sabido identificar cuando estaba siento manipulado u oprimido.


                                   


Quizás me hayas conocido demasiado tarde como para ello, pero no siempre he bebido, fumado, follado y sido, en general, un paria de la sociedad. Tiempo atrás era ese niño repelente que se creía el más listo del mundo, sacaba excelentes a docenas, jugaba a ajedrez con gente que me sacaba 20, 30 o 40 años y hacia matemáticas por diversión. Hasta hacía los deberes, trabajos y estudiaba para exámenes que me importaban una mierda. Que tiempos. Que modélico. Que asco.

Esta es una serie de artículos que cuentan mis andanzas por los diversos centros especializados en detectar y destruir creatividad y talento durante la infancia de miles de niños.



Parte I, Como funciona la escuela primaria.

De hecho, del principio de primaria no recuerdo nada más que tomarme el ir a clase como un juego con el que competir con otros niños y sacar puntuaciones altas. Y si sigo siendo tremendamente competitivo, antes lo era el doble. Pon un chico curioso delante de un sistema reglado de puntuación que le interese minimamente y espera a que vaya a por la puntuación mas alta.

Pero algo más crudo y dantesco pasa cuando las típicas profesoras buenazas acabadas de salir del instituto y que se meten a esto no por tener talento alguno sino porque “le gustan los niños”. De pronto empiezan las calificaciones. Los buenos y malos comportamientos. Y las tendencias en los niños. ¿Nadie se ha percatado de la casualidad de que las notas sean casi siempre muy homogéneas? Quien saca notables saca notables en casi todo, quien saca aprobados, saca aprobados en casi todo. Son más tendencias que realmente “niveles de conocimiento”, que es lo que se supone que deben medir las superimparciales calificaciones.

¿Cómo se forman esas tendencias? Pues muy fácil, de alguna manera en la mente del profesor uno va adoptando diferentes roles. Y así como yo era el que se suponía que era listo, había los que se suponían que eran tontos. Y una vez en la mente de la profesora inútil de turno, se nota en su comportamiento, y en sus notas, y en todo. No digo que sea necesariamente un proceso consciente, digo que surgen diferencias entre los niños que nos apresamos en catalogar y clasificar, con números y notecillas al borde del cuaderno, cuando la realidad es mucho más compleja. En algún momento se nos fue la cabeza al asociar inteligencia a un numero de ese cuaderno de notas. ¿Que coño dice ese numero de ti? Nada, tu grado de obediencia como mucho.

Así, los niños también entran es sus roles. Los talentos e intereses no importan una mierda, te vamos a decir si vales o no a los 8 años por si sabes escribir correctamente un jodido dictado. O por si sabes las suficientes matemáticas. ¿Quien coño ha decido que eso lo importante en tu vida? Nadie, simplemente les parece solido, es mas fácil puntuar un dictado o una suma que, por ejemplo, valorar la creatividad. Aceptas tu rol igual que casillas el lugar de suplente. Lentamente, te vas haciendo a la idea de cuál es tu sitio.


                                         



 Y luego, se supone que se empiezan a poner las cosas serias. Es quinto de primaria y se supone que deben prepararte porque primero de ESO es durísimo.

Yo sigo con lo mío, se supone que es lo que debo hacer. Se supone que debo sacar buenas notas. Sin pararme a pensar para que sirven. Realmente me interesan algunas de las cosas que hacemos, pero todo se basa en patrones altamente repetitivos: cada año se dan exactamente los mismos temas, algunos los empiezas a dar en primaria y 6 años después sigues dando los ríos de España, que ni me importan ni me acuerdo ni me quiero acordar. Vas a clase, te “explican” dos páginas del libro de texto, luego te hacen subrayar lo importante (rollo el 70%), te hacen copiarlo en una libreta y te mandan a hacer los ejercicios, cuyas respuestas están siempre y literalmente en la parte subrayada.

¿En serio no hay en el mundo otra manera de aprender nada que no sea por repetición? Se hacen exámenes en las que te dan antes la preguntas y respuestas que tú tienes que memorizar, escupir y olvidar en dos días. Los deberes no son para aprender nada ni consolidar conocimiento alguno, son para mantenerte ocupado, que tus padres vean como que haces algo y para poder ver quien hace lo que le digan sin rechistar demasiado.

Eh, pero no os penséis que yo me daba cuenta de nada de eso. Yo intentaba hacer lo mínimo posible, pero no cabía en mi cabeza posibilidad alguna de no sacar mínimo 7 u 8 excelentes por trimestre. De alguna manera a esa edad no tienes muchos objetivos propios, sigues refuerzos positivos y negativos. Tus padres y profesores, acostumbrados a tus resultados, esperan que los mantengas. Tu familia te felicita cuando le dices tus notas. Te alaban si lo consigues y te castigan si no. Refuerzo negativo, refuerzo positivo. Muy sutil todo.

Y ya está. Así sigue hasta que terminas de estudiar.

En serio.

No mejora, nunca.

Solo adopta otras formas, otras caras. Empeora, no solo polariza, hecha gente fuera del sistema. Convence genios de su mediocridad y convierte aduladores en modelos a seguir.

Memorizar, refuerzos positivos, roles en las mente del profesor, obedecer y no salirte de tu papel.

Durante ciertos años es una locura juntar muchos niños en una clase y pretender que todos hagan lo mismo al mismo tiempo. De hecho es una enorme tontería el no dejar que hagan lo que les plazca y motive. Pero como se empeñan en que aprendamos a leer y hacer sumas antes de que a pensar, la clave para que los niños te hagan caso es tener la clase controlada. No buscan que los escuchen activamente, solo que se detecte el profesor como autoridad y este cree que está tendiendo éxito al enseñar si todo el mundo está sentado haciendo como que le escucha. Pero de hecho es muy normal. El profesor la mayoria de los casos no es un demonio, solo alguien bastante mediocre con un ego que alimentar. Eres un recién salido de la carrera con un par de ideas absurdas sobre lo que le debes enseñar a los niños, pero lo que te encuentras es una clase de 20 personitas a las que le importas una mierda. ¿Cómo van a saber quién está aprendiendo nada? La clave para que el profesor sienta que está haciendo su papel es hacer lo que le hicieron a él cuando era pequeño; controlar. Algunos gritan, otros castigan, otros cuentan cosas interesantes, otros dejan estar el temario para hacer tonterías, otros humillan, otros intimidan, otros dan una cantidad de faena exagerada para sentir que están haciendo que trabajas muy duro. ¿Os va sonando? ¿Vais asociando comportamientos a caras de profesores? Yo los he tenido todos.


                                  


Pacíficamente y mientras piensas en otras cosas que te importan bastante más, van guiando tu forma de comportarte en sociedad. No un señor malvado dirigiendo el mundo. Las propias personas que quieren lo mejor para ti, se supone, en un intento inconsciente de salvar su ego.

Y no estoy siendo exagerado, ni tengo ningún trauma infantil con mis profesores, ni creo haber ido a escuelas e institutos especialmente malos, simplemente uno acaba viendo en perspectiva y se da cuenta del impacto que tienen esas sutilezas, ese marco de pensamiento, en la vida. Son efectos secundarios que tienen los sistemas educativos fragmentados y creados mas por apaños para enjaular mas alumnos por aula por ideologías absurdas de comportamiento social. Aceptar ese modo de enseñanza y ese modo de vida como el único bueno, negar que nos marque de por vida, aceptar la autoridad de una persona que esta pues allí por causas externas, asociar buenas notas a buena inteligencia y aceptar y callar porque lo dice el profesor, son los primeros signos de que vas a ser alguien especialmente mediocre en el rebaño formado por nuestro sistema educativo. Quizás lo suficiente como para ser profesor.

Es curioso que en los países que teóricamente son democráticos, se enseñe a los niños dentro de un sistema altamente autoritario y fascista. Uno acaba aceptando que hay gente por encima de ti. Y no porque el profesor sepa más, que quizás sí, sino porque tiene el título de profesor.

Y lo siento, si no lo habías pensado nunca, quizás es demasiado tarde ya.

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