Esta es una respuesta a la entrada publicada por Cristian anteriormente.
Todas las opiniones vertidas aquí son verdades científicas universales aunque tu psicólogo no vaya a estar de acuerdo.
La música no solo existe para ser contemplada. No somos cortesanos esperando nuestra dosis de ruido. La música existe
para ser hecha, para ser vivida, para expresar algo que ya forma parte de
nosotros.
Si existe magia en este mundo, las
canciones son hechizos.
Una canción puede transmitir un estado de ánimo,
momento, sensación, pensamiento, pero no es ninguna de estas cosas ni tampoco
su objetivo primario. El artista no piensa: voy a hacer sentir triste a quien
escuche esto. El artista se imbuye en un estado de tristeza y lo expresa. No
tiene objetivo concreto, y por muy inspiradora que sea inspirar no significa
que inspirar sea su objetivo. De aquí entiendo que mucha gente, al no poder
describir lo que la música es/significa/transmite (pues pocas veces es algo tan
concreto que pueda ser contado con palabras) piense que no es de este mundo, de
esta tierra, de esta dimensión, de este plano de existencia. El lugar concreto
da lo mismo, lo importante es no admitir que las luces inesperadas en el cielo
son en realidad bastante frecuentes, lo importante es no admitir que pueda
salir música mágica capaz de llegarte a lo más hondo donde también salen las
palabras de mentira, opresión y miedo que nos hieren. Pero las personas somos así.
La música que sale de nuestra mente es
extraordinaria porque nosotros lo somos, no porque dioses la hayan puesto ahí.
El paso de adorar la música al de hacer música
es una liberación. Es como cuando ves un héroe de infancia y compruebas que también
puede sangrar. Caen mitos y también caen barreras. Comprendes que tu podrías
ser él. No existe una diferencia tan grande entre ese genio y tú cantando en la
ducha. Mayores ídolos se crean y caen con menos.
Lo que cambia es la predisposición.
Hay que imprimir en tu mente la idea de
que produces cosas de valor. Hay que estar dispuesto a apuntarlo, tocarlo,
pintarlo cuando esa abrumadora idea y necesidad de comunicarla se presente.
¿Cuándo es ese momento? ¿Cuándo creamos
cosas dignas de ser vistas? Cuando es realmente intenso, puro y cristalino en
tu mente. No hay conexión con el mas allá ni con un hipotético 90% dormido de
tu mente. No hay mundo de las ideas, tu mascota no se ha ido al cielo de los
perros y los reyes magos murieron de sífilis hace muuucho tiempo.
¿Qué es lo que pasa? Que nuestra mente normalmente
es un desastre armonioso caótico. Una sinfonía a partes, troceada, dictada por
un inconsciente, modelada con la experiencia de tus decisiones, distorsionada
por los sentimientos a medio reprimir. El escribir, el pintar, el crear te obliga
a lentamente ordenar cosas, o simplemente airearlas. No entiendes lo que ocurre
en tu propia mente pero va cobrando un "sentido". Como si siempre
hubiese estado "ahí". Se corresponde con algo cristalino que había en
el fondo y lo sabes. Como si unas cuantas notas aparentemente aleatorias estuvieran
en posesión de la verdad absoluta.
Escuchas la canción, no entiendes la
letra, no has visto nunca una guitarra ni sabes la diferencia entre cadencia y
ritmo, y, pese a todo, lo sabes. Sabes de lo que habla. Lo sabes tan bien que
parece que la canción se haya escrito expresamente para ti. La letra puede ser
de power metal si quiere, que algo, el compás, el ritmo, la melodía, la mezcla
abstracta de sinfonía y timbre de voz conecta con tu también abstracto sistema
receptivo neuronal.
Una inteligencia extraterrestre podría
comprender más de nuestra mente monitorizando el mejunje de reacciones
inconscientes que tenemos escuchando música que si leyera todos los libros que
nos dan en el instituto.
Igualmente, la música consigue proyectar
una parte de nuestra mente de una forma tan sublime que es un halago que se le
considere de otro mundo. Obviamente es casi pero no decir totalmente imposible
que nuestra consciencia semiracional (ya he hablado de ello) comprenda algo tan
complejo.
No es tarea de la mente consciente; una
mente enferma, incapaz de construir recuerdos, de mantener un estado mental
coherente o de simplemente expresarse con claridad y valentía puede ser en
realidad una mente creadora prodigiosa, brillante como un diamante loco.
Roky Erickson tuvo una infancia difícil, solía
refugiarse en casa a escuchar música altísima como único método para acallar
las voces que sentía en su cabeza.
Resumidamente, era el cantante de 13th Floors, padres del rock psicodélico, y
entre viaje de ácido y viaje de ácido le detuvieron por fumarse un porro y un
abogado le recomendó declararse enfermo mental para evitar la cárcel.
Allí, entre periplos legales y demás mierda, le elecrochutearon el cerebro
tantas veces que no podía tener recuerdos duraderos, hacer nada con un mínimo
de sentido ni mantener una conversación.
Enviaría años más tarde una declaración jurada al gobierno declarando ser un
extraterrestre un fantasma y un vampiro todo escrito perfectamente y muy formal.
Pero aun podía hacer música. Pues, pese a haber perdido el raciocinio
consciente, su mente seguía expresándose y componiendo canciones, expresando
emociones que su mente maltrecha ya no podía siquiera concebir.
Vas a poder crear cojo, ciego, medio tuerto medio muerto, con las neuronas
fritas, loco de rabia de pena tengas la voz de Freddie Mercury o tengas la voz
que solo se atreve a salir en la ducha. Pero no intentes creer que las cosas
maravillosas no pueden ser creadas por el hombre, hecho, pese a su complejidad,
de simples materiales de entre el cielo y la tierra.
Escuchad este ultimo vídeo, no os vais a arrepentir.
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