Parte III. Estado
Social Orweliano
Estigmatizamos errores.
En el sistema educativo actual, aunque resulte paradójico, un error es lo peor
que puedes cometer y a la vez, se te intenta proteger de la idea de que puedes fracasar.
Siempre medias tintas, vida a medio gas; en la vida real uno puede intentar
algo con todas sus fuerzas y no ser suficiente, uno puede implicarse al máximo,
estudiar todos los días y aun así suspender en el momento de demostrar lo que
sabes, uno puede intentar algo de mil maneras y pese a eso fracasar por todo lo
alto. Y es así, no hay más, todas nuestras acciones tienen un margen de error,
aunque a veces sea ridículo lo asumimos constantemente. Conocer, respetar y
saber jugar con ese margen es algo muy importante, y para eso hay que sobrepasarlo
muchas veces. Probablemente Tony Hawk se ha caído más veces,
Micheal Jordan fallado más triples y Bruce Lee recibido más ostias que todos nosotros juntos. Pero no; fallar, como resulta demasiado traumático para los pobres niños el contacto con el mundo real, queda expulsado de la educación. No se sacan ceros. Si eres lo suficientemente pelota te pueden repetir exámenes, si el profesor ve que te esfuerzas y no lo consigues, pobrecito de ti, te deja más tiempo, te cuenta más ese trabajo que hiciste en casa con ordenador y todos tus compañeros. Parece que premie el esfuerzo, pero lo único que premia es el ser un pelota. Porque obviamente no se puede monitorear el trabajo de 30 personas a la vez, así que el sistema premia aquellos que se saben vender, no los que saben más.
Micheal Jordan fallado más triples y Bruce Lee recibido más ostias que todos nosotros juntos. Pero no; fallar, como resulta demasiado traumático para los pobres niños el contacto con el mundo real, queda expulsado de la educación. No se sacan ceros. Si eres lo suficientemente pelota te pueden repetir exámenes, si el profesor ve que te esfuerzas y no lo consigues, pobrecito de ti, te deja más tiempo, te cuenta más ese trabajo que hiciste en casa con ordenador y todos tus compañeros. Parece que premie el esfuerzo, pero lo único que premia es el ser un pelota. Porque obviamente no se puede monitorear el trabajo de 30 personas a la vez, así que el sistema premia aquellos que se saben vender, no los que saben más.
Tenemos la falsa idea de que ayudar a alguien significa no dejarlo caer nunca,
que significa socorrerlo cuando pide un poco de ayuda o cuando está un poco
cansado o cuando le duele un poco algo.
Por eso se tiende a cada vez dar menos relevancia a los exámenes. Por eso se
intentan evitar los errores. Que no es que sean la panacea, pero es un elemento
igualador; mismo examen, mismo tiempo, mismo sesgo al corregir (en teoría), un
momento de dejarse de pamplinas y ver quién sabe y quien no sabe.
Así que nada de eso, trabajos y evaluación continuada, deberes que cuentan
nota, 10% de actitud a clase, exámenes corregidos por el mismo que te da clase,
exámenes cada tema porque si no es demasiada información de golpe.
Somos seres humanos y tenemos que aprender a sobrellevar esas situaciones, a correr cuando crees que no puedes más, a caer y aprender de ello, a soportar dolor e incluirlo en tu margen de error. Por eso los buenos deportistas, por ejemplo, no solo son buenos en su deporte, también son capaces de jugar a la mayoría más bien de lo normal. Eso es precisamente lo que no se hace con los buenos alumnos. No se exige ni se aprieta, no se sacan ceros, todo está lleno de segundas oportunidades, de eufemismos. Pese a todo, el sistema está pensado para el nivel medio de la clase y no acepta retrasos ni adelantos, mezclado con todo esto, nos encontramos que, una vez dentro del temario de las asignaturas, todo lo que no sea lo que el profesor tenga en su libreta, está mal y es un tremendo error. No importa el origen, originalidad u objetivo de la acción, ahora un error es un error y se castiga, así que piénselo mejor la próxima vez antes de salirse del guión. Por un lado quien no se arriesga tiene un sinfín de segundas oportunidades, y quien intenta algo fuera de lo común está condenado desde el principio. Capitalismo mal entendido. Vivir entre algodones.
Así ven el mundo a veces los que planean la metodología de la asignatura. Si la gente te aprueba es porque memoriza las respuestas, memo. |
Qué bonita doble moral. Ellos dicen: Cualquier duda levantad la mano. Cuando en
realidad lo que dicen es: si alguien se quiere poner en ridículo, adelante, y
hablad solo cuando yo lo diga.
O mejor aún, cuando en el libro hay un ejercicio que pone: Debatid en clase noseque noseque, y los profesores, después de meses de seguir el libro como una biblia, pasan de él como de la mierda, no dejan hablar a nadie en clase y después se quejan al final de curso que la clase no interactúa con la asignatura.
¿Cómo que no se puede hablar en clase? Estamos compartiendo habitación con un montón de gente que está trabajando en lo mismo que nosotros, se nos intenta vender como un espacio social constructivo, se pretende que estemos 60 minutos concentrados sin parar, que en caso de duda no compartamos lo que sabemos con los otros. Esta gente no tiene ni idea de donde salen las ideas. Se contentan en formar parte de un eslabón educativo en el que se supone que los alumnos, de base, están equivocados. Las ideas salen de la comunicación, de la libre circulación de ideas, de plantear preguntas que parecen muy estúpidas. No después de horas de machacar el cerebro con cantidades absurdas de información que memorizar en vez de tratar de asimilar o comprender aquello que es importante.
O mejor aún, cuando dicen que tienen un tiempo muy limitado y que por eso no
puedes ni ir al lavabo ni llegar medio minuto tarde a clase, cuando a veces
llegan 20 minutos tarde por estar haciendo vida social con otros profesores u
en vez de hacer clase se ponen a contar su vida y darse importancia en clase.
Claro, como en casa nadie te escucha tienes que venir aquí a tocar los huevos,
pero como obviamente sigue siendo más interesante ver como se da importancia
que no seguir esa clase de una hora cuyo contenido se lo puedo explicar a mi
abuela en cinco minutos.
La manera más fácil de tener a alguien sometido es hacerle creer que está ahí
por su propio beneficio. O por su propia culpa.
Somos una de las sociedades más acomplejadas e inseguras del mundo. Decía mi profesor
de álgebra el otro día. Un complejo mejunje de gente intelectualmente capaz que
sin aparente explicación se comportan como una sociedad reprimida debido a un
increíble complejo de inferioridad e inseguridad.
Las mecánicas de trabajo durante los largos e influenciables años que pasamos
en el marco de la escuela potencian esto. ¿Cómo explicas que se asocie seriedad
a inteligencia? ¿Introversión a buen comportamiento? ¿Ser triste a ser responsable? ¿Desobediencia
a problemas mentales o personales?
Puede parecer algo fuerte así dicho, pero la primera reacción de los profesores
cuando empecé a mostrar públicamente un desdén absoluto a su profesión y sus
clases, fue preguntarme si tenía algún problema en casa, o si tomaba drogas, o
si era gay. Para acabar concluyendo que “es adolescente, ya se le pasara”.
Lo de los problemas mentales es más dramático aun, hiperactividad, déficit de
atención, esquizofrenia, psicopatía. Todo inventado para no admitir que a nadie
cuerdo a los 14 años le importa una mierda lo que
dice ese señor que nos dice
que hacer y nos castiga si nos negamos.
Enfermos. |
¿Y si me llega a interesar algo, tú crees que me voy a esperar a que lo hagamos
en clase, y me voy a contentar con solo lo que hagamos ese día? Es lo bueno de
la curiosidad innata, si algo te interesa, lo buscas, lo lees, lo miras, lo
tocas, experimentas. Coges el libro de biología y te lo lees durante las clases
que ellos tardan en hacer medio tema; yo lo hice en segundo, esos días de
curiosidad me proporcionaron el no tener que estudiar nada de biología en todo
el curso y que me pusieran un negativo por no estar siguiendo la clase. “Me da
igual lo que leas, lo que tienes que hacer es escucharme y poner la página que
toca hoy.” El instituto bloquea nuestra curiosidad de una forma equivalente a
cuando la escuela bloqueaba nuestra mente creativa.
Durante los años que siguieron desde segundo de eso a bachillerato, pasé de
sospechar que había otra forma de hacer las cosas que la que nos habían dicho a
odiar profundamente a cualquier persona que osase decir que era profesor.
He hablado mucho, de generalidades y cómo influyen las formas generales en la
vida educativa, pero no esperes que ningún profesor que admita nada de eso,
porque seguramente tampoco lo va a ver así directamente, recuerda que ellos lo
único que intentan es salvar sus patéticos egos y controlar su clase para que
tengan la sensación de que su faena sirve para algo.
Hay profesores buenos y malos, algunos que valen la pena, algunos que entienden
mínimamente lo que ocurre con el sistema y algunos que no lo quieren entender.
Luego hay personas que simplemente su mente no da para comprender su vida ni
su entorno ni su nada. Esas son personas que simplemente son tontas. Algunas
llegan a profesoras.
¿Tan difícil es encontrar alguien que le tenga pasión a el trabajo por el que ha estudiado? |
Quima Pastor era una profesora de historia o de sociales o algo, así que no
entiendo qué coño hacia dando clases historia alguien que no ha estudiado ni
para dar clases ni para historia. Lo mismo podría poner a mis primos italianos
a dar clase de francés.
Su envidiable metodología se basaba en, hacer leer por turnos trozos del libro
de texto a alumnos, luego leerlo teatralmente y hacer gestos con las manos como
si intentara explicarlo, mandarnos a hacer ejercicios, cuya respuesta se
encontraba SIEMPRE en la parte leída; haciendo callar cualquier atisbo de
conversación o dialogo con una regla de metal golpeando la mesa. Luego el día siguiente
corregíamos los ejercicios, donde los alumnos decían lo que habían puesto, e,
invariablemente de la respuesta ella decía que sí, que estaba bien pero que
mejor borrasen y copiasen la suya, que estaba mejor y nos iba a servir para
estudiar.
Esa respuesta era siempre una cita literal del libro, presumiblemente de algún
fragmento que ella había dicho que era importante. Pasaba, miraba durante 20
minutos quien había hecho los ejercicios y quien no, y vuelta a empezar. A
veces mandaba hacer trabajos que eran básicamente del mismo estilo y no dejaban
nada a inventiva ni opinión ni análisis. Como más te alejes de la Wikipedia,
peor nota. Bueno, en realidad las notas de los trabajos son normalmente y de
pura casualidad siempre las mismas para cada alumno, como si cada alumno ya
tuviese una nota puesta en su frente, pero ya voy a hablar de eso.
Exámenes en bastante parte memorísticos, de esos de recordar fechas, siglas de
sindicatos y nombres de reyes. Nuevamente nada a la inventiva si puede ser: ejercicios
ya hechos en clase, y muchas veces durante las clases iba diciendo lo que
saldría en el examen. Obviamente la gente que escuchaba toda la mierda que
decía pues tenía esa información, mientras que nosotros no. A veces no era
cuestión de saber más o saber menos, era cuestión de si uno había estado atento
a lo que salía y a lo que no. Por eso sacaban dieces en historia gente que no sabía
quién era Hitler y he visto muchos amigos suspendidos que podrían dar ellos la
clase.
Recuerdo esos suspensos con muuucho cariño. Me enseñaron a no fiarme de nadie detrás de un escritorio/mostrador/mesa de trabajo. |
Yo pasaba de todo, no seguía la clase no estudiaba no hacia los deberes y
disfrutaba cada negativo como una brisa de viento fresco, porque llegaba el
examen y, después de reclamar puntos que casualmente siempre se le olvidaba
contarme, o ejercicios que no había visto, o explicaciones de una página que no
se había leído; sacaba ochos, o sietes o nueves. Un amigo un día pasó de tener
un 2 a un 8, parece una tontería pero perder un año de tu vida suspendiendo así
te aparta del sistema para siempre. Éramos unos cuantos los que lo hacíamos a
nuestra manera.
Un día la escuche decir a través de una puerta comentar con una profesora alguna cosa parecida a: “Es que estos que no estudian y luego me aprueban todos los exámenes parece que se quieran reír de nosotros, yo hago todo lo posible para que suspendan por ejemplo cuando pongo los exámenes intento que sean más…” (No llegué a escuchar nada más).
Un día la escuche decir a través de una puerta comentar con una profesora alguna cosa parecida a: “Es que estos que no estudian y luego me aprueban todos los exámenes parece que se quieran reír de nosotros, yo hago todo lo posible para que suspendan por ejemplo cuando pongo los exámenes intento que sean más…” (No llegué a escuchar nada más).
Tengo recuerdo de trabajos y redacciones increíbles llevarse malas notas por no
seguir la narración lineal introducción-nudo-desenlace, trabajos suspendidos
por ser a mano en vez de a ordenador, textos argumentativos que ya no valen
porque se ha usado la estructura de uno explicativo, gente con muchísima
imaginación tan encorsetada en las formas “artísticas” oficiales que acaban por
asfixiarse. ¿A nadie se le ha ocurrido preguntarnos, mirar, buscar, que es lo
que nos interesa hacer? No estoy diciendo que no necesitemos una base de conocimiento
de todas las materias, pero; ¿qué sentido tiene aprender a hacer raíces
cuadradas manualmente? ¿Qué sentido tiene aprender a hacer ciertas figuras
geométricas con lápiz y compás? ¿Quieres dibujar? ¡Dibuja! ¿Quieres hacer cine?
Cómprate una cámara de 20 euros por Ebay y graba, ¡maldito! ¿Músico? Comprate
una guitarra, déjate el pelo largo y escucha Led Zeppelin y Pink Floyd como si
no hubiese mañana.
Las formas empaquetadas y servidas en forma de asignaturas aisladas nos hacen
creer que hay un curso para todo. Un cursillo con normas y profesores que
seguir, y que sin poner nada de tu ser en riesgo ni hacer nada a ciegas, te van
a enseñar a ser aquello que quieres ser. En clase de música se da historia de
la música, en dibujo, dibujo técnico, en física, historia de la física. ¿Quieres
hacer cine? Usted debe guardar la cámara, atender a clase, y ya si eso cuando
sea abogado y tenga hijos podrá hacer todo el cine que quiera.
No creas que todo parte de algún ejemplo aislado. Lo realmente preocupante era
la inacción del resto de la clase al que nos vamos acostumbrando y aceptando
como algo normal, el “tú no te quejes que igualmente apruebas”, el que nadie se
pregunte si no está perdiendo su tiempo, energía y juventud de manera ridícula.
Si preguntase a los “alumnos modelo” se ese sistema, seguramente todos la
recordaran con gran cariño, como una profesora empática, que se preocupaba por
ellos y que nosotros solo queríamos molestar y llamar la atención.
¿A alguien se le ocurre que se parece todo sospechosamente a nuestra realidad
social y política actual?
Nos pasábamos 6 o 7 horas al día de tortura intelectual diaria en unos estudios
que odiábamos y a los que solo íbamos por responsabilidad, y nuestra pequeña revolución,
que nos costaba muchos problemas personales y de expediente, era molestar un
poco a nuestros carceleros de vez en cuando. Qué rebeldía. Qué Orweliano. Qué realista.
Qué asco.
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