Podríamos decir que no será una fiesta normal, pero no mentiríamos. Que la fiesta se llame Random Local Party-Halloween no es casualidad, que la fiesta sea en ese lugar no es casualidad, que las letras del evento estén al estilo American Horror Story no es casualidad y, por supuesto, que os esté contando esto tampoco es casualidad.
La única casualidad de la que podría hablaros os queda muy lejos, nos queda muy lejos, de momento. Podría inventarme una historia, la historia de como ese lugar nos eligió para hacer una fiesta, la historia de como un antiguo ritual salió bien -por desgracia-, la historia de como unos jóvenes pasaron de diversión a terror sin darse cuenta. Estas serían tres historias que van conectadas y su único vinculo es la casualidad. Si, podría inventarme esa historia, pero no lo haré, en su lugar, os contaré la verdad. Todo empezó con un beso...
Una casa. Una fiesta. Mucho alcohol, muchas drogas, poca vida. La muerte, el sexto amigo que nadie había invitado, pero que todos sabían que aparecería.
Si, era una fiesta, en una casa, pero solo eran los cinco y de momento estaban solos. Su ideal de fiesta divergía del del resto de la gente. No es que no hubiesen asistido a las típicas que la gente define como fiestas, simplemente es que ellos no las entendían como tal. Así pues, se montaron la suya propia, con su gente. Si, ellos cinco, solos. No tenían ni idea de como tenía que ser aquella fiesta, solo sabían como no querían que fuese.
Empezaron, no de casualidad. Nadie sabe cuando empezó o, al menos, nadie quiere hablar de ello. Lo que si os pueden contar es lo que pasó después:
Algunos lo atribuyen a la gran cantidad de alcohol y drogas, otros piensan que es una exageración y otros no se atreven a pensar. Nadie sabe como ni porqué, lo único que se sabe es que el alcohol se respiraba en el aire, no tenia forma líquida, su composición destrozaba el oxigeno. Las botellas vacías habían cumplido su cometido y yacían muertas en el suelo, olvidadas, nadie se acordaba de su anterior importancia. El humo de los cigarros se hacía tan denso que se podía flotar en él, pero al momento se convertía en líquido pegadizo que no te dejaba ir. La droga no existía, no es que desapareciera, es que se camuflaba en el aire. Exacto, eso es, el ambiente era camaleónico, estaba en constante cambio, hasta que se calmó, encontró un orden, pero no el suyo. Esa es la parte que nadie entiende, parecía que había una ausencia de aire. Parecía que algo no encajaba en el puzzle del caos. El aire ahora estaba formado y esterilizado por el alcohol y las drogas, no había nada más.
La verdad es que nadie debería saber lo que sucedió antes del final y después del principio. Nadie quiere hablar de lo siguiente, por miedo, por respeto, por el terror a que se repita, pero se es más valiente cuando ves acercase a la muerte, y ahora me siento como un Dios. Así que voy a contar lo poco que sé de esa fiesta, lo poco que se me permita decir:
Siendo los cinco se sentían solos. Borrachos, drogados. El beso apareció. No era la muerte, aún no, era la vida. Un pensamiento que todos tenemos en la mente, y que debería estar muerto, despertó. Quisieron morir para volver a la vida. La situación lo requería, era el momento de hacerlo, pero primero hay que probar. Cogieron el aire y lo cortaron, le clavaron un cuchillo y se lo hundieron hasta creer matarlo. Al sacar el cuchillo, la sangre no llegó a salpicó el suelo, pero habían herido al aire. Este se movió bruscamente, buscando recuperar su sangre, la necesitaba. Pero los chicos no estaban dispuestos a entregársela, el aire tenia que morir, no entendía que le estaban intentado devolver la vida, así que siguieron apuñalando, pero ahora estaba despierto, se movía, era difícil acertale al aire. Cortes, desgarros, sangre, lágrimas. Finalmente todo quedó en silencio, el aire había muerto. Los chicos triunfaron, dieron libertad al espacio, al librarlo del aire, un aire que ocupaba demasiado. Ahora todo este espacio necesitaba ser llenado de nuevo, y lo hizo.
Hasta aquí puedo contar, esta es la parte que jamás nadie os contará.
Se dice que una sola bocanada de ese ambiente te condenaba al silencio más eterno, y los chicos estaban allí, en silencio. Tan extrema era la situación que la muerte sentía pena de sus víctimas, sus besos se pagaban caros esa noche, nadie estaba a su altura, la desgracia superaba cualquier límite. Los chicos no tuvieron la suerte de morir, la muerte los condeno, sin saberlo, a un limbo infinito. El plan era morir para poden revivir, pero vivieron demasiado para poder morir.
Algo extraño pasó esa noche y sí, fue la casualidad quien lo predijo.
Así que nos reunimos, próximamente, para llamar a la casualidad y que la muerte finalmente nos lleve, para no caer en un limbo infinito, para no permanecer en el limbo que nos retiene.
Y si, he mentido, a vosotros esta casualidad os queda muy lejos, pero a mi no.
Todos morimos esa noche. El aire hacía tiempo que había huido, pues nos tenia miedo. Nos creímos libres como el aire, así que nos apuñalamos sin miedo. El primer tajo fue limpio, sin dolor, sin ni siquiera notarlo. Pero a partir de allí todos queríamos probar, todos queríamos ser liberados. El cuchillo iba de mano en mano, pequeños cortes nos cortaban, mientras las uñas nos desgarraban de impaciencia. La sangre nos iba tiñendo de rojo mientras las lágrimas nos ensuciaban la consciencia. Perdimos el conocimiento y el ambiente se calmó. Había recuperado su equilibrio y el aire volvió.
Se dice que el ambiente nos poseyó, que invitamos a la muerte. Pero no estoy muy seguro de si fuimos nosotros o de si fue ella quien nos invitó.
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